Universidad y Sociedad: Historia y pervivencias. AAVV
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Londres, 24 / 3 / 1944
Querido Negrín: Gracias por la invitación. Temo que no pueda asistir. Desde hace seis o siete años, no sé por qué aciaga influencia de algún astro, cuando llega esa festividad abrileña nunca falta un gripazo más o menos ibérico o alguna otra pejiguera por el estilo que hace más imperiosos mis hábitos eremíticos y acentúa mi natural misantropía.
Pero usted, que sabe disimular la suya con delicadas cortesías y goza de una salud a prueba de bombas y galopes del tiempo, véngase por casa cualquier día próximo a comerse un arroz, regado con algún caldillo galo que aún queda, avisando con un par de días de anticipación, de paso que me trae su adhesión a la Junta auténtica y no suprema. Por el artículo adjunto verá que también se lo pide Finki, y a él, como representante de la nueva generación, no puede usted negárselo.
De paso también me traerá usted un libro de Gómez Pereira que no hace mucho vendió el librero Rosenthal, de Oxford, y como en este país no hay seguramente más que dos personas a quien esa obra interesa, usted y yo, sólo usted debe ser el comprador. A pesar del título, el libro trata de Medicina menos que de otros asuntos que a mí probablemente me interesan más que a usted: el asunto es un poco largo de explicar ahora y ya se lo diré cuando nos veamos. De modo que hará Vd. una obra de justicia cultural y caridad humana canjeándome ese libro que busco desde hace años por algún otro de mi biblioteca que sea también digno de la suya.
Tengo que hablar mucho con usted de libros en relación con una Historia de la Ciencia Española, de tipo colectivo, que quisiera planear y comadrear [¿] cuando, terminada la guerra, me aparte para siempre de nuestra estúpida política y vuelva a nuestro antiguo oficio de editores. Ojalá estuviera usted también animado de análogos propósitos y dispuesto a resucitar nuestra vieja Editorial España, pero en grande y ahora con mejor conocimiento de causa, a ver si rehabilitamos nuestra desconocida y difamada cultura hispánica. El libro de su amigo el judío Braunthal, tan ignorante como audaz, ha removido mis posos patrióticos y quisiera dedicar el resto de mis días a esta obra de redescubrimiento. Un abrazo
Luis Araquistáin
[Fundación Juan Negrín, Archivo, Carpeta 29, número 27. Texto autógrafo escrito en papel timbrado de la Junta Española de Liberación / Spanish Committee of Liberation. Mexico City. United Estates of Mexico. / Delegation in Great Britain: 113 Arthur Court, Queensway, London, W.2].
DOCUMENTO 2
Carta de Juan Negrín a Luis Araquistáin, Bovingdon, 25 de marzo de 1944
Bovingdon, 25 de marzo de 1944
Q. A.: Acabo de echar un vistazo a su carta, con el membrete de su última tienda de juguetes. Me han divertido mucho: carta y letrero.
Por cierto, adviértale al cartelista que ESTATES se letrea STATES desde hace muchos, muchísimos años, salvo en una acepción que no es la que aquí conviene. ESTATES es del siglo XVIII.
Gran pena que su «malaise» periódica coincida con el 14 de abril hasta en los años bisiestos. Si, como yo, estuviera Ud. mitridatizado contra los males «de humano origine» no le aquejarían tales dolencias.
A buen seguro no habrá pasado por sus mientes que voy a leer esas buenas diez onzas de legajo que me envía. Aunque maniático e indiscriminador coleccionista de libros, me horroriza todo lo impreso, restrinjo mis lecturas al Kempis y al Sermón de la Montaña.
Muy recomendable para el hígado y para preservar ilusiones. Seguro remedio de perenne juventud. Más seguro que el caldero de Medea.
Le envío por fin el «Duden» inglés. Ya me dirá, cuando nos veamos, que le parece. De algo así me imagino haberle oído hablar, hace muchos años. Bastante antes de que el primer «Duden» alemán (1935) se publicara; pero creo más bien que U. pensaba en algo más completo, que equivaldría a la combinación de éste y el J. Casares. ¿Me equivoco?
El único libro por Gómez Pereira que tengo es: Novae veraeque Medicinae, experimentis et evidentibus rationibus comprobate. Prima pars (Dícese que la única publicada) Franciscus a Canto, Methymnae Duelli, Anno 1588 [sic, por 1558].
No quisiera desprenderme de él; ni creo que sea esto lo que busca. Es un tratado exclusivamente médico. El primer capítulo se epigrafía: «Calorem febrilem et naturalem ejusdem esse speciei»; el último: «De morbillo et variolis»; los restantes 21 intercalados versan sobre fiebres, infecciones y contagios. Obra de controversia sobre la concepción galénica de fiebre e infecciones, su principal atractivo estriba, para mí, en que sienta como base que la observación y la experiencia personales, ilustradas por la razón, han de prevalecer en Ciencia y Filosofía, como fuente de adquisición del conocimiento, sobre el saber transmitido, la tradición y la autoridad consagrada. Se anticipó así –con otros– a poner en práctica el criterio que más tarde había de aplicar Galileo, y que muchos atribuyen a éste último. Por lo que indirectamente conozco, presumo que G. P. pudiera ser uno de los precursores –con Vives, entre otros–, de Fr. Bacon y R. Descartes. Como el «Novum Organum» y el «Discours de la Méthode» son, con «L’introduction à l’étude de la Medécine expérimentale» de Cl. Bernard, las obras clásicas de la Criteriología y Metodología de la investigación científica moderna, ando hace tiempo tras de la «Antoniana Margarita», para confirmar o desvanecer mis barruntos. Esta es sin duda la obra que U. también persigue. Si cayera en mis manos no la soltara por las razones que van y por las que vienen.
G. P. fue quizá uno de los médicos españoles del XVI que mejor conocían la Escuela Cordobesa, cuna –antes y más que Salerno– del renacimiento médico, escuela revolucionaria, no sólo en Medicina sino en Ciencia y Filosofía.
Porque sospecho que Pereira ha sido el primero, o uno de los primeros, en manejar en bruto, las nociones de «behaviourismo», «reflejo condicional» y «automatismo», tal y como han sido recreadas y estilizadas en la psicofisiología contemporánea.
Porque sospecho que él, con Vives, los dos Valdés, Servet, Valles, Huarte y algún otro, más o menos contemporáneo, son el exponente de lo que era la verdadera cultura española de la época, de la que –siempre en la cuerda floja de los presentimientos– presumo solo conocemos retazos y quizá los menos significativos e importantes. No creo que fuera estéril el encaminar en ese sentido los escudriños de manuscritos y obras no conocidas, no sólo en España, sino más que nada en las colecciones de Universidades, Sociedades sabias, etc., en los Países Bajos, Italia y el Vaticano. ¡Esencial para adquirir la noción exacta de lo que fue nuestra contribución a la Cultura desde fines del XV a mediados del XVI! ¡No me cabe duda!
También barrunto que G. P. –cronológicamente uno de los primeros alienistas– debió de informar en el caso del Príncipe Carlos, y que su informe, quizá con el de Basil –médico flamenco que hizo trepanar a D. Carlos, cuando este medio se desnucó al caer por las escaleras de Palacio– formaba parte del expediente abierto por Espinoza, siguiendo las órdenes de Felipe II; expediente archivado en Simancas, desaparecido de Simancas, y cuyos rastros mi olfato me llevaría a buscar en los antiguos Archivos Imperiales Privados (Secretos) de Viena. Si yo me dedicara a tales cosas.
Vea U. si hay motivos para que me interese el precitado gallego. Como infiero que a U. también le interesa, he hecho estas consideraciones, algunas de las cuales no creo encuentre en la bibliografía. Otros datos podrá encontrar en las Historias de la Medicina de Chinchilla y Hernández Morejón (que no tengo); en las «Abhand. z. Gesch. d. Med». de Max Neuburger; en los «Beitr». (¿) de Karl Sudhoff. Nada de esto tengo. Otros aspectos, no médicos, es probable los encuentre en el cajón de sastre de Cejador (en la London Library, si no se lo ha tragado el Blitz; un