Arte, Educación, Interculturalidad: Reflexiones desde la práctica artística y docente. Группа авторов

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Arte, Educación, Interculturalidad: Reflexiones desde la práctica artística y docente - Группа авторов страница 10

Arte, Educación, Interculturalidad: Reflexiones desde la práctica artística y docente - Группа авторов

Скачать книгу

territorios, como hacen los elementos más críticos en las facultades de artes, es posible crear resistencias o desviaciones tácticas frente a la neoliberalización global. Por otro lado, las máquinas performativas institucionales siempre tienen fugas y en las facultades de artes ocurren todo tipo de cosas constantemente que abren fisuras esperanzadoras.

      Ahora bien, el cambio no ocurrirá sin responsabilidad ni decisión. Se abre una encrucijada. Ante esta situación podemos colocarnos por lo menos en tres posiciones (digo tres por simplificar, pero podríamos imaginar muchos matices intermedios): 1) podemos adaptarnos voluntariamente intentando encajar todo lo posible y más en el imperativo neoliberal; 2) podemos producir una resistencia inconsciente al intentar encajar -o no hacer nada para resistirnos- pero no lograrlo; o 3) podemos resistirnos conscientemente haciendo de esta imposibilidad de encajar un arma de crítica y transformación institucional y social.

      Por ejemplo, podemos tomar todas las limitaciones de los marcos teóricos y pedagógicos del ámbito de las artes que he descrito y comprender lo subversiva que es la acción de aquellos y aquellas que las cuestionan en sus propios contextos docentes y estudiantiles. Que no nos engañe el efecto óptico: aunque los modelos dominantes sean los descritos, hay una multitud de termitas institucionales socavando y a la vez construyendo alternativas, experiencias que a veces son como marcas de agua, solo perceptibles cuando sabemos mirar el sistema al trasluz. Que algunos sectores del profesorado y el alumnado de las facultades de artes tengan que llevar a cabo sus proyectos usando estrategias de ocultación, mímesis, parodia y contrabando, les dota sin duda de una panoplia de armas muy valiosa en esta batalla que debemos librar.

      En el ámbito de la investigación artística, la situación es muy similar. Estos campos de conocimiento y de práctica han tenido que asimilar sus modos de producción de saber a los de las ciencias humanas o incluso naturales, y todos ellos juntos han tenido que someterse a su vez a los imperativos de la productividad económica, directa o indirecta (Hernández 2010). La investigación artística puede intentar plegarse a los modelos dominantes, adoptando teorías homologables, aplicando metodologías transparentes, produciendo datos objetivos y fiables, y publicando en forma de textos académicos en revistas indexadas. Pero esto conduce al absurdo, puesto que obliga a contradecir esencialmente las premisas y objetivos de tal investigación. Otra posibilidad que algunas están intentando llevar adelante es la de partir de la resistencia para cuestionar los parámetros de evaluación de la investigación en general. Ciertamente esta tampoco es una posición segura, puesto que no es fácil remar a contracorriente, evitando tanto el academicismo de torre de marfil como el utilitarismo neoliberal, y realizar a la vez la investigación que responsablemente creemos que debemos llevar a cabo. Pero este es, de nuevo, el lugar precario desde el que se pueden trenzar laboriosamente esas líneas de fuga que buscamos.

      Para pensar qué otros saberes, sujetos y realidades serían posibles en la universidad y fuera de ella existen muchas vías y es una exploración que precisaría de volúmenes enteros que aún no se han escrito. Por el momento, compartiré algunas reflexiones acerca de apenas tres ámbitos de crítica, con las que concluiré este texto. Responden, por así decirlo, a tres escalas: una más amplia que la universidad, una relativa a la propia institución académica, y una referida a la posición de los sujetos dentro de la universidad. Aunque los dos últimos ámbitos no se abordan desde una perspectiva exclusiva de las artes, como he intentado argumentar a lo largo de mi discusión, ellas están especialmente familiarizadas con dichos debates por lo que pueden tener un papel fundamental en los mismos.

      En primer lugar, haré una reflexión extra-académica general y me referiré al muy discutido papel social del arte y de la cultura. Sobre esta cuestión sugeriría que mantuviésemos una visión amplia y compleja de lo que suponen las prácticas culturales, puesto que los artistas sin duda tienen responsabilidades sociales, pero no tienen por qué ser reformadores sociales (del mismo modo que el carácter de bien público de la universidad no vendría dado por acomodar sus saberes a fines sociales instrumentales inmediatos).

      Las prácticas artísticas muestran una diversidad indomesticable, y está bien que así sea. La creencia de que es necesario el compromiso de múltiples ámbitos de acción humana -entre ellos el arte y la cultura- para enfrentar un estado de cosas que consideramos preocupante es un objetivo loable, pero no debería determinar las formas de creación consideradas correctas. Porque, al hablar de transformación, ¿dónde está la fina línea que separa efecto, utilidad e instrumentalización? Es más, ¿quién es capaz de prever los efectos que puede producir el arte? De paso, también convendría dejar de hablar del arte y la cultura como una medicina que todo el mundo debería tomar para volverse más cívico y tolerante, ser más inteligente, tener mejores sentimientos o ser más productivo. La cuestión de la capacidad transformadora de la cultura es algo bastante más indirecto y complejo.

      En este sentido, la cuestión no es solo si hay que hacer ópera clásica o arte comunitario, o si las obras de arte presentan perspectivas críticas o no (aunque esto también sea importante), sino que se trata de que toda propuesta cultural se interrogue reflexivamente acerca de su papel en el marco de economías y políticas más amplias; de si en todas sus fases y dimensiones se respeta a los implicados, se establecen relaciones justas con ellos y con el contexto social, si se perjudica o beneficia a alguien, si se remunera adecuadamente el trabajo, etc. Atender a estas cuestiones seguramente ya supondría una notable transformación social, motivo por el cual este tipo de reflexiones deberían formar parte fundamental no solo de las políticas culturales, sino también de la formación e investigación universitaria, donde suelen brillar por su ausencia.

      En segundo lugar, mencionaré la necesidad de desafiar la división dentro-fuera de las instituciones. La universidad neoliberal ha leído esta conexión de los centros educativos con la sociedad exclusivamente en los términos del mercado, abriendo las puertas de la academia para dejarlo entrar como un vendaval. La respuesta a esto no puede ser la de volver a una universidad torre de marfil ni creer que afuera encontraremos lugares impolutos ajenos a las fuerzas dominantes. Lo que existe es un complejo y no homogéneo entramado de modalidades de institucionalidad (o de organización, si se prefiere) que interactúan y establecen relaciones de poder y regulación/desregulación variables y relativas.

      Siguiendo las propuestas de la crítica institucional -especialmente de la 3ª ola que señala Brian Holmes (2007)-, deberíamos plantearnos cómo las prácticas y las instituciones artísticas pueden transversalizarse con otras prácticas e instituciones, con otras luchas, en definitiva, puesto que solo saliendo del ensimismamiento es posible operar algún cambio de la escala e importancia que nos preocupa. Desde el arte solamente no es posible. Pero también debemos tener presente que las instituciones críticas están bajo asedio y que en su lugar se impone la institución-empresa (caso de la universidad) o la institución-espectáculo (caso del museo). O, más sibilinamente, vemos cómo la crítica puede asumirse como contenido temático, pero no como cuestionamiento radical de las propias organizaciones y contenidos institucionales.

      Las profesoras Lila Insúa y Selina Blasco, cuando reflexionan sobre su experiencia en el que durante un tiempo se llamó Programa de Extensión de la Facultad de Bellas Artes de la universidad complutense de Madrid, utilizan el término extitucionalización, que también puede ayudarnos a pensar de otro modo este dentro/fuera de las instituciones:

      Pensamos que nuestra insistencia en lo EXT. podría enlazarse con el sentido que Serres, en los inicios del uso del término extitución, daba a la lógica centrífuga que la define frente a la lógica centrípeta de la institución. A propósito del tipo de movimiento, de acción, que se puede asociar a esta lógica, es interesante subrayar que “la extitución es una ordenación social que no necesita constituir un ‘dentro’ y un ‘afuera’, sino únicamente una superficie en la que se conectan y se desconectan multitud de agentes” [...] En la medida en que los modos de extitucionalización se plantean, precisamente, como salida o alternativa que diluye lo dual en lo comunitario, se trataría de pensar detenidamente las comunidades artísticas universitarias a las que pertenecemos y a las que nos podemos/deseamos ensamblar,

Скачать книгу