Interacción tras el volante de los conductores de taxi en Bogotá:. Lorena Galeano

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Interacción tras el volante de los conductores de taxi en Bogotá: - Lorena Galeano Ciencias Humanas

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Fotografía de Lorena Galeano, 27 de noviembre de 2014.

      En la mayoría de los trayectos de servicios de taxi que presenciamos —en los que nosotras éramos pasajeras, junto con familiares y amigos— el saludo se estableció recién nos subíamos al taxi; esta fue la acción que abrió el proceso de comunicación verbal entre nosotras, como pasajeras, y el conductor que prestaba el servicio.

      De esta manera, la acción de saludar, aunque en ocasiones pase desapercibida, constituye el comienzo de la interacción verbal. Los saludos son catalogados como un caso especial de actos de habla expresivos que poseen una estructura de par adyacente, es decir, una secuencia de dos enunciados sucesivos. Así pues, cada enunciado es emitido por un hablante distinto, ordenados como primer y segundo elemento del par, de manera que la aparición del primero requiere de la existencia del segundo. En el caso de los saludos, el primer elemento se denomina llamada y, el segundo, respuesta (Padilla, 2003, p. 816).

      Los saludos no se pueden expandir. A un primer saludo le corresponde un segundo, pero al segundo saludo no le corresponde un tercer saludo. No obstante, el saludo sí puede dar paso a la realización de otros actos de habla que se organizan en secuencias. En la mayoría de los casos, el saludo cumple con la función de abrir el canal comunicativo entre los conductores de taxi y los pasajeros. A modo de ejemplo mencionaremos a Gerardo —de 48 años— que lleva trabajando como conductor de taxi por más de 15 años, y es propietario de dos vehículos. Refiriéndose a la forma inicial de interacción con los clientes, Gerardo comentó lo siguiente: “Uno saluda por educación, para que el pasajero se sienta bien; que sienta que uno es una persona decente” (Gerardo, conductor de taxi, 22 de junio de 2016, 12:30 p. m., empresa Taxis verdes S. A. S.). Cabe decir que cuando los conductores saludan a sus pasajeros, el gesto del saludo, además de la intención de abrir el canal comunicativo y construirlo, trae consigo el significado de reconocer al otro y mostrarle respeto.

      De este modo, la fase inicial de la interacción verbal está constituida por un acto de habla expresivo que puede estar seguido, en mayor o menor medida, por otros intercambios de secuencias discursivas medianamente extensas. La extensión de estas secuencias depende de la cercanía entre los dos agentes; cuando estos no se conocen bien, escogen una secuencia de aproximación indirecta, como preguntar por el clima, por la jornada de trabajo, noticias de actualidad, etcétera (Padilla, 2003).

      Fotografía 3. Transportando pasajeros

      Fuente: Fotografía de Lorena Galeano, 27 de noviembre de 2014.

      Para algunos conductores, un tiempo de silencio —mientras se comparte con una persona extraña un espacio tan reducido como el de un vehículo de taxi— es interpretado como incómodo. Frente a la acción de guardar silencio, tanto los conductores como los pasajeros han creado sus propias formas de lidiar con este fenómeno: el uso del radio, en el caso de los conductores, y el uso del celular, en el de los pasajeros, por citar algunos ejemplos. Además, los intercambios de símbolos verbales por medio de la conversación son una herramienta para liberar las tensiones que produce el encuentro de dos extraños en un taxi durante 35 minutos aproximadamente —tiempo promedio de un trayecto, en Bogotá— (Acevedo y Rodríguez, 2012).

      Después del saludo —si es que se da— se habla sobre el destino y, enseguida, de la ruta que el pasajero quiere tomar o de la sugerida por el conductor. Este acto comunicativo que los pasajeros realizan crea ­expectativas de relevancia en el conductor, pues este procesa la información que le fue suministrada por el pasajero; al interpretarla, su acción de respuesta será seguir la ruta indicada o, dado el conocimiento que tiene de la movilidad, sugerir rutas alternas (Padilla, 2003). Se establece, así, una negociación entre conductor y pasajero para determinar qué ruta tomar.

      Ciertos conductores indicaron que el pasajero tiene mayor influencia en la negociación sobre las rutas a tomar. Uno de ellos es Ramiro: un conductor de taxi de 36 años con quien conversamos en la calle 42 con carrera 13. Él nos comentó que el cliente “es quien finalmente paga por el servicio […] uno [el conductor de taxi] es el asesor para el usuario. El usuario le dice a uno por dónde quiere ir y uno le sugiere” (Ramiro, conductor de taxi, 15 de febrero, calle 42, 11:00 a. m.). En últimas, para Ramiro, la decisión que determina qué ruta tomar es del usuario, no del conductor.

      Es aquí donde el proceso comunicativo del trabajo inmaterial de Lazzato (2001) se hace relevante en el trabajo de conducir taxi; el canal que se abre por medio del saludo permite que los conductores creen un servicio que involucra al cliente en el proceso de producción para satisfacer, así, los gustos y necesidades del consumidor: servirle de guía para la ruta a tomar, por ejemplo. El pasajero se involucra en el proceso de trabajo, aunque no esté recibiendo ningún beneficio monetario por esto; colabora para producir un servicio a su gusto. De modo que esta comunicación se vuelve parte del proceso de producción y, a su vez, lo que se consume en el servicio.

      Sin embargo, no todos los conductores de taxi acatan las rutas indicadas por los pasajeros, algunos ni siquiera preguntan por estas. Más bien, guían su acción de movilizar a los pasajeros teniendo en cuenta el conocimiento que poseen sobre las vías de Bogotá, pues diariamente la transitan y se significan a sí mismos como conocedores de la ciudad. Lo anterior ha sido interpretado por ciertos pasajeros como algo negativo y peligroso, ya que el conductor es un desconocido para ellos y no tienen la certeza de que la ruta escogida por ese conductor sea la mejor, o si es una vía para que este obtenga mayores ganancias o, incluso, quiera robarlos.

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