Interacción tras el volante de los conductores de taxi en Bogotá:. Lorena Galeano
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A este respecto, el conductor Ricardo comentó que la extensión de la conversación depende tanto del cliente como del conductor: “Hay unos pasajeros que se suben y me dicen, ‘señor, usted al menos habla’. Hay conductores que no les hablan [a los pasajeros]. ¿Están bravos? No sé”. Aquí se muestra que algunos pasajeros esperan que el conductor esté dispuesto a entablar una conversación. Sin embargo, no se trata solo de la conducta de los conductores; la decisión de extender la interacción a una conversación debe tener la aprobación de ambos agentes sociales. Por eso, algunos conductores también esperan que los pasajeros sean quienes inicien la conversación. El canal comunicativo entre conductores y pasajeros está abierto continuamente y en cada interacción se modifica el servicio que presta el conductor de acuerdo con los gustos del cliente.
Para ilustrar lo que se acaba de exponer, presentamos el relato de Luis, de 37 años, quien trabaja como conductor en Bogotá hace aproximadamente cinco años: “A veces hay carreras en las que el pasajero es dado a hablar y otras en las que uno es como un bulto y no le dicen nada, ni lo miran”. De ahí que, después de saludarse y saber el destino del pasajero, Luis prefiera que sean los pasajeros los que inicien la conversación: “Yo espero a que me hablen [los pasajeros]. Qué oso uno hablarles y que no le respondan; eso sí es feo” (Luis, conductor de taxi, centro de salud Centenario, 22 de febrero, 4:15 p. m.).
Las palabras de Luis dan a entender que los conductores viven un proceso dual (o canal abierto de comunicación), en el que indican a los pasajeros cómo van a actuar e interpretar las acciones hechas por estos (Blumer, 1969, p. 10). A su vez, el canal comunicativo del trabajo inmaterial modifica constantemente el producto a consumir de acuerdo con los gustos del consumidor (Lazzareto, 2001). El cliente coopera para producir el servicio y el conductor decide si adaptarse o no. Como se puede observar, hay una constante interacción entre ambos agentes para producir un servicio en el que los dos individuos estén a gusto.
Fotografía 4. Lorenzo charlando con sus pasajeros
Fuente: Fotografía de Lorena Galeano, 27 de noviembre de 2014.
Por esta razón, lo que determina la existencia de una conversación son los símbolos que los pasajeros les dan a los conductores y que estos interpretan: en el caso de Luis, él espera a que le hablen. Blumer (1969) llamó este proceso, en el que cada individuo debe tener en cuenta las acciones de los otros para construir sus propias acciones, la base de los grupos humanos: individuos en asociación. Esta asociación existe en la medida que las personas interactúan y constituyen, en consecuencia, una interacción social en un nivel simbólico.
Cabe agregar que los conductores no solo construyen conversaciones con sus clientes porque estos se lleven un significado positivo de su servicio. En palabras de Luis: “Para que la carrera sea chévere”. Por medio de la conversación con los pasajeros, los conductores transforman los significados negativos que hay sobre el servicio que estos prestan en Bogotá. Entonces, la acción de permanecer en silencio guarda varios significados: el de la incomodidad, el temor y la distancia entre conductor y pasajero, según indicó Luis. “A los taxistas nos hacen mala fama y muchas personas creen que somos malos. La gente es prevenida con uno, hasta se pueden hacer los locos con los celulares para evitar hablar con uno; eso solo lo sabe el pasajero”.
La mala fama mencionada por Luis se relaciona con los significados que se han creado sobre los conductores de taxi, pues a través de los encuentros entre individuos que han usado el servicio se mantienen o modifican algunos de estos significados. Un ejemplo de estos significados es inseguridad, dado que los usuarios del servicio no tienen garantías de que los conductores no les van a generar algún daño. Esta percepción está asociada a dinámicas del trabajo de conducir taxi como la poca regulación que las entidades de movilidad distrital ejercen sobre el ingreso de conductores a esta labor.
La reproducción de los significados negativos se ha dado, en gran medida, a través de la opinión pública. Según Blumer (1969), la formación de la opinión pública se produce mayoritariamente por medio la interacción de los grupos, como una función de una sociedad en operación. En consecuencia, algunos conductores como Luis prefieren que los pasajeros sean los que inician las conversaciones, pues reconocen que su trabajo es un objeto cargado de ciertos significados que la sociedad ha construido, mantenido o modificado mediante interacciones y experiencias durante los recorridos que tienen en los taxis de Bogotá.
Con todo, hay conductores de taxi que consideran que parte de su oficio es hablar con los pasajeros y escucharlos. Tal es el caso de Marco, conductor mencionado anteriormente, que en la mayoría de los recorridos inicia la conversación: “[Yo] les pongo tema a los pasajeros, trato de hablarles, porque no ve que a uno le da sueño y para que sea más amable el viaje. […] también les hablo para conocerlos. Cuando se sube un cliente, yo siempre le pregunto que por cuál ruta quiere ir; porque después dicen que uno los quiere llevar por la más larga para cobrarles más”.
Aunque el significado que lleva a Marco a conversar es hacer el viaje más ameno por medio de la interacción, la conversación que establece con el pasajero también es un recurso que usa para hacerle un perfil y construir otras acciones que satisfagan al usuario. “Uno crea perfiles de los pasajeros […] por ejemplo, si es un ejecutivo, le va a gustar la música clásica; entonces, no le voy a poner otra música. Otros me dicen, ‘me pone La W; me gusta escuchar esa emisora’”. Marco ha creado significados sobre los cuerpos de los demás. Un cuerpo vestido de manera formal —que solicita el servicio de taxi en una zona específica de la ciudad— es interpretado por los conductores como ejecutivos o administrativos. En cambio, los cuerpos cuya vestimenta es más deportiva o menos formal, ubicados en una zona catalogada por los conductores como popular, serán interpretados de una manera diferente.
De esta manera, se evidencia que el modo en el que los conductores de taxi se dirigen a los pasajeros está guiado por los significados que tienen de la ropa. No obstante, es a partir del encuentro que el conductor tiene con el pasajero dentro del taxi que el primero crea un significado sobre el segundo. Eso sí, este significado se modificará a través de los procesos de interpretación. En palabras textuales de Marco: “Hablarles [a los pasajeros] es sinónimo de conocer al cliente. Porque si sube aquí [refiriéndose al taxi] un pasajero diciendo ‘quiubo perrito, me lleva a tal lado’, uno dice, ‘uy, me equivoque’”.
A partir de lo expresado por los conductores, pudimos identificar que una de las principales acciones de su trabajo, y por medio de la cual le dan significado, es relacionarse con los pasajeros a través del acto del habla. De ahí que algunos conductores se llamen a sí mismos psicólogos, consejeros o hasta “doctores corazón” como nos confesó Hernando, conductor de taxi, desde hace quince años, e ingeniero mecánico. Él acostumbra a conseguir pasajeros en la terminal de transportes (Hernando, conductor de taxi, 27 de diciembre de 2016, 5:00 p. m., playa de la terminal de transporte). Entonces, conducir taxi significa, en muchos casos, ser oyente y consejero del pasajero.
Además, los conductores no solo escuchan a los pasajeros; la interpretación que hacen de lo que escuchan los lleva a responder con anécdotas o historias que ellos han vivido. Así, la conversación no se centra en un solo agente social. A cada una de las interpretaciones que los agentes le dan al relato