Disenso y melancolía. Luis Bautista Boned
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No quiero dejar de señalar, sin embargo, que la contrafigura que ofrece Barrès: la persona arraigada en el espíritu de su propia nación y sus valores particulares, a menudo tildada de «antintelectual», lo acompaña en realidad desde mucho tiempo antes, y con una función similar, en tanto en cuanto ambos quieren representar el papel de guía del resto. La oposición entre valores universales y valores nacionales se traduce desde bien temprano en dos contrafiguras: el nacionalista (normalmente considerado reaccionario, y que surgiría del Romanticismo y la contra-Ilustración) y el universalista (considerado habitualmente liberal o progresista, y que tendría su origen en el filósofo ilustrado). El patrón de los primeros sería Rousseau; el de los segundos, Voltaire. Un autor como Fichte ocupó de hecho ambas posiciones: sus primeros escritos, como las citadas Lecciones sobre el destino del sabio (1794), lo situarían entre los universalistas; en cambio, sus Discursos a la nación alemana (1806), seriamente amenazada por las tropas napoleónicas, son claramente nacionalistas.
La voluntad universalista y la voluntad nacionalista o localista se dibujan pues desde bien temprano, pero será sobre todo en el siglo XX cuando ambas posiciones se verán netamente polarizadas desde un punto de vista ideológico. Ahora bien, las dos posturas provienen de la misma raíz dieciochesca, Ilustración y contra-Ilustración, y ya parecen bien enfrentadas entonces (insisto en la contraposición Rousseau-Voltaire), o bien reunidas en distintas fases de la obra de un único autor (Fichte). Y en ambos casos la función del protointelectual se dibuja como la de un guía que pretende cohesionar la realidad sociopolítica.
1 https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k505440/f510.image
2 Retoma la discusión sobre las culturas científica y letrada que se produjo en Inglaterra entre C. P. Snow y F. R Leavis, científico el primero, crítico literario el segundo. En «The Two Cultures» (New Statesman, 6 de octubre de 1956), Snow señalaba la completa ignorancia científica de los letrados, al tiempo que los tildaba de completos mentecatos y malvados políticos. Los culpaba, entre otras barbaridades, de proponer una imagen del mundo tan desastrosa que había acelerado el proceso que desembocó en Auschwitz. Y todo ello frente a la profunda moralidad de las ciencias naturales, ya que, para él, todo científico era éticamente intachable. Tres años después, amplió el artículo para una conferencia en Cambridge (que terminó convertida en libro: The Two Cultures (1959). Leavis respondió en otra conferencia en Cambridge: «Two Cultures? The Significance of C. P. Snow» (29 de febrero de 1962), publicada inmediatamente después en The Spectator (9 de marzo de 1962), en la que defendía la importancia de la literatura para entender la realidad, lo que generó todavía más controversia y discusión. La idea de una tercera cultura se la debemos también a Snow, que la introduce en una versión extendida de su libro: The Two Cultures & A Second Look (1963). Nos habla allí de «social historians» y, aunque no los define, parece estar pensando en científicos sociales, que es la cultura por la que termina abogando, ya que combina ideas provenientes de la ciencia y de las humanidades.
3 En Regards sur le monde actuel (1931).
4 Starobinski (2012) ha trazado las fuentes de la melancolía hasta sus inicios en la Antigüedad griega, cuando todavía no tenía nombre ni explicación, en Homero, y cuando la literatura médica, Hipócrates, hizo los primeros diagnósticos. Ya Aristóteles señaló en los Problemata que Belerofonte, en la Ilíada, respondía al tipo melancólico, aunque Homero no lo nombrara propiamente: «Odiado por los dioses, caminaba solo, devorando su alma y evitando al resto de los hombres» (Ilíada, VI, 200-202).
5 Como fuente principal de la sabiduría astrológica medieval se ha señalado la astronomía de Abû Ma’sar al-Bahli (787-886), que fue el primero en relacionar la figura del melancólico con Saturno.
6 Ludwig Binswanger (Melancholie und Manie, 1960), entre otros, profundizará en estas ideas.
7 R. Burton: The Anatomy of Melancholy (completo) (posición en Kindle 528-534)Digireads.com Publishing. Cito por esta edición digital debido a la dificultad que tiene hoy en día el estudioso para hacerse con el volumen completo impreso.
8 Benjamin no fue el primero en estudiar con detalle el grabado. Retoma los análisis pioneros de Karl Giehlow: Kaiser Maximilians I. Gebetbuch mit Zeichnungen von Albrecht Dürer und anderen Künstlern (1907), a los que se añadirán los de Aby Warburg (1920) y los de Fritz Saxl y Erwin Panofsky, recogidos en el volumen Saturn und Melancholie (1928), que fue enriquecido por Raymond Klibanski. Klaus-Peter Schuster le dedicó su tesis doctoral Melencolia I. Dürers Denkbild (1975). El grabado, analizado al detalle por todos ellos, reúne todos los elementos que la época relacionaba con la melancolía.
9 Como observó Didi-Huberman (1992), los teólogos medievales distinguían entre imagen (imago) y vestigio (vestigium). Lo visible (naturaleza, cuerpos) era la huella (vestigio) de una semejanza (imagen) perdida, arruinada: la semejanza con Dios disipada a causa del pecado.
10 Bacon define así la mente humana en Advancement of Learning (1605): «far from the nature of a clear and equal glass, wherein the beams of things should reflect according to their true incidence […] is rather like an enchanted glass, full of superstition and imposture, if it not be delivered and reduced» (1901: 239).
11 Cito por esta edición: Don Quijote de la Mancha. 1605-1615. Edición del Instituto Cervantes dirigida por Francisco Rico. Barcelona: Instituto Cervantes / Crítica, 2001.
12 Bataillon (1937) señaló que el autocontrol de algunos personajes cervantinos, concretamente Persiles y Sigismunda, prefiguraba el tratado cartesiano sobre las pasiones del alma. Cascardi (1991) también leyó la obra cervantina como precedente de la filosofía del galo. En concreto el Quijote y el Persiles, de acuerdo con las dos etapas de la narrativa de Cervantes detectadas, entre otros, por Américo Castro (1925). Frente a la representación del relativismo epistemológico (el Quijote, novel), la estabilidad moral (el Persiles, romance). No es casual la parcelación genérica que responde al planteamiento filosófico: Novel, género de la subjetividad y la ironía, está asociada al relativismo epistemológico de la modernidad; romance, derivada de la épica, se relaciona, en cambio, con la estabilidad moral, que debe ser objetiva. Ahora bien, en realidad, tanto en los personajes del Quijote como en los del Persiles epistemología y moral son interiores al sujeto, lo que minaría, en mi opinión, este razonamiento, basado en la supuesta parcelación de la producción cervantina en dos etapas bien definidas.
13 Tampoco se deduce de la lectura de los textos posteriores al curso centrados en la configuración de la subjetividad moderna y contemporánea. Me refiero a «La technologie politique des individus» (1982) (Dits et écrits IV, 1988: 813-29); «Techniques de soi» (1983) (Dits et écrits IV, 1988: 783-813), «L´éthique du souci de soi comme pratique de la liberté» (1984) (Dits et écrits IV, 1988: