Las miradas múltiples. Emilio Bustamante
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¿Has tenido la oportunidad de ver películas regionales no arequipeñas?
Algunas. De Ayacucho, sobre todo. Casi todas de género de terror, que no es mi género preferido. Y cuando busco películas de terror, busco un terror no explícito, que esté latente. Un terror que no he visto en esas películas. Me parece que en su narrativa son demasiado evidentes en exponer la historia y se descuida un poco el diseño de personajes. Las películas que me han gustado mucho son las de Omar Forero, de Trujillo. Hace poco vi El ordenador; me gustó mucho, además tiene un sentido del humor muy particular.
LOS CONCURSOS DEL MINISTERIO DE CULTURA
¿Qué notas que esté faltando en relación con los concursos del Ministerio de Cultura? ¿Información? ¿Talleres?
La información es básica, pero también la formación. Respecto de los talleres sería bueno que gente de la Dicine vaya a Arequipa cuando se abre la convocatoria quizá a explicar algunos detalles, como lo que hicieron con Ibermedia, que es muy bacán, porque quienes van a evaluar los proyectos te explican cómo presentarlos. Desde cuestiones muy simples como decirte “ni se te ocurra ponerle un clip porque si vemos que está con clip, o si viene engrapado, no lo vamos a leer. Allí dice hojas sueltas, entonces, entrega hojas sueltas”. Detalles así. O que te expliquen cómo hacer un presupuesto. A muchos les han rechazado un proyecto porque el presupuesto no era creíble o no estaba bien hecho. O hasta a redactar un proyecto. Hay proyectos que tienes que descifrarlos, que tienes que adivinar lo que dicen.
Pero creo que la responsabilidad de quien está convocando un concurso va más allá. Quien está convocando un concurso debe informar con el mayor lujo de detalles posible, hacer un buen esquema de bases, y posteriormente acompañar al desarrollo del proyecto. Yo estoy viendo ahora que si yo no presento mis informes, no hay nadie que me diga: presente sus informes. No hay un supervisor de mi proyecto. Solo tengo que rendirle cuentas al contador, mi interlocutor directo es el contador. En otros países no es que venga un censor, pero hay alguien que te pregunta cuándo vas a terminar, a qué festivales te piensas presentar, o te recomienda mándalo aquí o mándalo allá; este puede servir para San Sebastián, este para Rotterdam o este para Locarno. Para las convocatorias también podría ser así: “A ver, ¿te quieres presentar?, ¿cómo está tu proyecto?, ¿ya tienes sinopsis?, ¿ya tienes guion?, ¿no?, entonces, no te presentes a concurso de proyectos, preséntate a desarrollo”.
Y, en general, también sería importante que una parte de los fondos se destine a desarrollo. Crear una escuela de cine o centros de capacitación, que es lo que nos falta. Yo lo he notado en las universidades a donde he ido a dictar un taller. No es por jactarme, pero los chicos me decían: “En una semana hemos aprendido más contigo que en cinco años con este profesor”. Y yo solo les ponía la cámara y les decía: “Miren, esto es un plano general, esto es un plano medio y esto es un close-up”. En cinco años no se habían enterado de eso. Te lo digo como reflejo de la deficiencia en los formadores. Los profesores también necesitan formarse.
La mayoría de los cineastas regionales que han hecho largometrajes son empíricos y de origen popular. Tu caso es diferente. Tú eres un cineasta de clase media y has tenido una formación que casi ningún cineasta tiene en el Perú, incluidos los limeños. Tú puedes postular al concurso regional, pero se supone –no sé hasta qué punto pensarás así o tendrás otra visión– que los concursos regionales han sido pensados como de discriminación positiva, porque de lo contrario no excluirían a los cineastas limeños. Entonces, al presentarte en el concurso regional, ¿no piensas que tienes una cierta ventaja en relación con el resto de los cineastas regionales?
Mira, yo pienso que los que están convocando, y los jurados también, tienen allí los parámetros definidos. Entonces, si tú en las bases exiges ciertas cosas que pueden ser cumplidas por productores o por realizadores que tienen la formación, sí, eso es algo que te puede poner en ventaja. Pero en la convocatoria misma ya estás diciendo, prácticamente, cuál es el perfil del proyecto que puede tener posibilidades. Aunque, en realidad, para mí, los premios siempre dicen más de los jurados que de los concursos; dicen más sobre cuál es su predilección, su gusto, su criterio, qué tipo de cine les gusta a los jurados. Pero si de lo que se trata, en el fondo, es de contribuir al desarrollo de la producción, yo creo que debería profundizarse más en la formación, que es de lo que conversábamos antes. Es obvio que hay que enseñar a la gente cómo se presenta un proyecto, porque la gente no lo sabe.
(Edición: Emilio Bustamante)
Karina Cáceres Pacheco
Estudió publicidad en la Universidad Católica de Santa María (Arequipa) y dirección de cine en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (Cuba), donde dirigió los cortometrajes (crono)terapia (2006), Existen, no más tarde que lejos los veremos (2007), La niña (2008) y 4/gato (2009). También dirigió los cortos Avishka (Cusco, 2009), Butch(er) (Quito, 2009), Marilyn is Everywhere (Arequipa, 2012), Ola nube (Arequipa, 2013), Homenaje a Fidel Flores (2014, codirigida con Vegan Bunnies) y el mediometraje Cable a tierra (Arequipa, 2013), ganador del premio de la Asociación Peruana de Prensa Cinematográfica (Apreci) a la mejor película nacional en el III Festival de Cine Lima Independiente 2013, y el premio del jurado a la mejor película peruana en el III Festival de Cine Iberoamericano (Fiacid) realizado en Lima en el 2014. Integra el Okupas Colectivo Audiovisual, con el que realizó los cortos Pasador (2012) y Drácula (2013), este último codirigido con Mauricio Banda. La entrevista fue realizada el 6 de agosto del 2013, en Arequipa; también estuvieron presentes Mauricio Banda y Ernesto Mendiguri, miembros de Okupas Colectivo Audiovisual.
¿Cuándo y dónde naciste?
Nací en 1984, en Arequipa. Primero estudié publicidad aquí [en la Universidad Católica de Santa María], me gradué y todo. Luego fui a especializarme a Cuba, a la Escuela de San Antonio de los Baños, a estudiar dirección, estuve tres años allá. Mis padres no hacen nada que tenga que ver con arte. Mi papá trabaja en seguros y mi mamá se dedica a ser mamá. La carrera de publicidad aquí es bastante amplia, te enseñan un poco de marketing, un poco de diseño, un poco de audiovisual; al ser tan amplia lo bueno es que puedes ver si quieres ir por aquí o por allá, pero –claro– no sales con una buena base de nada. Allí ya me gustaba la fotografía y el audiovisual. Yo terminé la universidad el 2005, me gradué el 2006 y ese año viajé a Cuba de vacaciones. Aproveché para visitar la Escuela, que la conocía porque había leído [sobre esta] en internet. Me alojé con un sonidista y una productora, y ellos me llevaron a la Escuela, pero estaba de vacaciones; por suerte me presentaron a una persona que me dio todos los datos. Estábamos en febrero y me dijeron que el examen era en una semana en Lima; como al regreso yo tenía que pasar por Lima, rendí el examen y me aceptaron. Allá, en realidad, es donde he hecho la mayor cantidad de cortometrajes porque es parte del currículo también y porque conté con el equipo técnico y humano. Como los alumnos se dividen en varias cátedras, hay especialidades, sonido, edición… Cosa que me chocó cuando regresé al Perú porque aquí era yo y yo, porque de pronto mis amigos de la Escuela estaban por el mundo buscando también su nuevo equipo, su nuevo grupo humano. De allí parte también Okupas, porque comencé a trabajar en publicidad y allí nos encontramos con los que hoy formamos este colectivo. Lo último que he hecho ha sido Cable a tierra, que es este documental experimental de cincuenta minutos, que también es como una catarsis personal. Está realizado