Faust. Johann Wolfgang von Goethe
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y hasta ahora encontrarme a mí mismo era feliz,
entre tus sirvientes, ahora, mi rostro has encontrado.
Perdón, no puedo seguir a esta tropa
con palabras elevadas, aunque sean despreciadas y despreciadas:
mi patetismo ciertamente movería tu risa,
si no hubieras desaprendido toda la alegría.
De soles y mundos no tengo nada que citar;
Cómo los hombres se atormentan a sí mismos, es todo lo que he notado.
El pequeño dios del mundo se apega a la misma vieja manera,
Y es tan caprichoso como en el día de la Creación.
La vida un poco más podría contentarlo, si no fuera
por el destello de la luz celestial que le has prestado
.
Él lo llama Razón, de ahí que su poder se incremente,
para ser mucho más bestial que cualquier bestia.
Salvando Tu Graciosa Presencia, me
parece que es un saltamontes de patas largas,
que brotan moscas y que vuelan manantiales,
y en la hierba canta la misma vieja cancioncilla.
¡Ojalá se tumbara todavía entre la hierba en la que crece!
Cada pedazo de estiércol que busca, para meter la nariz.
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EL SEÑOR
¿No tienes, pues, nada más que mencionar?
¿Has venido alguna vez, así, con mala intención?
¿No encuentras nada bien en la tierra, eternamente?
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MEFISTÓFELES ¡
No, Señor! Encuentro cosas, allí, por muy malas que puedan ser.
La miseria del hombre hasta la piedad mueve mi naturaleza;
Apenas tengo el corazón para atormentar a la miserable criatura.
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EL SEÑOR ¿
Conoce a Fausto?
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MEFISTÓFELES
¿El Doctor Fausto?
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EL SEÑOR
¡Mi sirviente, él!
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MEPHISTOPHELES
en verdad! Él te sirve según extraños designios:
Ninguna comida terrenal ni bebida es suficiente para el necio:
El fermento de su espíritu aspira mucho;
Medio consciente de su inquietud frenética y enloquecida, las
estrellas más bellas del cielo requiere, de la
tierra los éxtasis más altos y los mejores,
y todo lo cercano y lejano que desea no logra
dominar el tumulto de su pecho.
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EL SEÑOR
Aunque todavía confuso su servicio hacia Mí,
pronto lo llevaré a una mañana más clara.
¿No ve el jardinero, aun cuando brota su árbol,
flor y fruto que adornarán los años venideros?
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MEFISTÓFELES
¿Qué vas a apostar? Todavía hay una oportunidad de ganarlo,
si a mí me dejas por completo, ¡con
suavidad en mi camino para entrenarlo!
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El SEÑOR
mientras viva él en la tierra,
mientras yo no propongo prohibición.
Mientras los deseos y aspiraciones del hombre se mueven,
no puede elegir sino errar.
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MEFISTÓFELES
¡Gracias! Encuentro a los muertos sin adquisición,
Y nunca me preocupé de tenerlos a mi cargo.
Prefiero con mucho las mejillas donde salta la sangre rojiza,
Y cuando se acerca un cadáver,