Salud del Anciano. José Fernando Gomez Montes

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Salud del Anciano - José Fernando Gomez Montes LIBROS DE TEXTO

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el envejecimiento del sistema endocrino: la disminución de la capacidad reproductiva, al parecer como un factor protector de la especie ante el mayor riesgo de alteraciones cromosómicas, y el deterioro de los mecanismos homeostáticos frente al estrés.

      En general, suceden cambios morfológicos en las glándulas como pérdida de peso, atrofia, cambios vasculares y fibrosis. A nivel funcional existe un deterioro de los mecanismos homeostáticos, influido por factores que pueden ser endógenos o exógenos.

      Los endógenos incluyen disminución o aumento de la producción de hormonas, envejecimiento del sistema nervioso central que lleva a alteraciones de la retroalimentación negativa a nivel del hipotálamo, cambios en la composición corporal como el aumento del tejido adiposo, alteración en órganos, tejidos y células en donde actúan las hormonas y la presencia de enfermedades. Los factores exógenos comprenden la presencia de enfermedades, los medicamentos utilizados, el consumo de alcohol y tabaco, la dieta, el régimen de ejercicio y los factores socioeconómicos y emocionales.

      Su envejecimiento está estrechamente ligado al del sistema nervioso central y presenta los mismos cambios morfológicos ya referidos; en la hipófisis existe una fibrosis difusa con presencia de microadenomas que rara vez son sintomáticos. La secreción de hormonas tiene una variación individual, pero por lo general, la secreción de prolactina disminuye de manera muy discreta o no cambia, principalmente en hombres, y los resultados de estudios sobre la vasopresina (ADH) muestran un exceso relacionado con niveles basales o aumentados, especialmente ante estímulos osmóticos y durante el día. Al envejecer se reduce la producción de la hormona del crecimiento (GH) en más del 50%, esta disminución es similar a la que se presenta en el factor de crecimiento y en la insulina tipo 1 (IGF-1). Estos dos cambios se han denominado somatopausia, y producen una reducción en la síntesis de proteínas, disminución del catabolismo lipídico, de la masa corporal magra y ósea y de la función inmune. La somatostatina que es la hormona que inhibe la secreción de GH y la hormona tiroideo-estimulante (TSH) se produce no solamente en el hipotálamo, también en el páncreas e intestino, y al envejecer está aumentada. Después de la primera infancia, la secreción de melatonina parece disminuir poco a poco, con una reducción progresiva después de los 30 años.

      En condiciones de reposo los cambios en el funcionamiento del eje hipotálamohipofisiario no son tan marcados, pero ante situaciones de estrés el retorno al estado basal previo toma más tiempo, el anciano tiene dificultades para coordinar las funciones involucradas en el mantenimiento de la homeostasis, más que alteraciones en funciones particulares, además, tiene menor capacidad de adaptación a situaciones que requieren ajustes fisiológicos complejos como temperaturas excesivas, hipoxia, lesiones traumáticas, ejercicio y trabajo físico.

      La glándula adrenal disminuye su peso, presenta nódulos y acumulación de gránulos de lipofucsina y engrosamiento de la cápsula. A pesar de que las tasas de secreción y excreción de hormonas en la corteza adrenal disminuyen un 30%, las concentraciones no se alteran debido a un aclaramiento metabólico lentificado. Así, en general, se evidencia un ligero aumento en las concentraciones de ACTH plasmática, cortisol total plasmático, cortisol unido a proteínas, cortisol libre plasmático y urinario. Se observa una disminución en la producción de andrógenos y disminuyen los niveles de aldosterona en sangre y orina. Respecto a la llamada “hormona de la juventud” la dehidroepiandosterona (DHEA) se observa una franca disminución al envejecer. Se ha planteado la hipótesis de la cascada de los glucocorticoides: el relativo aumento del cortisol plasmático, por menor metabolismo, utilización y excreción, asociado al retardo en el retorno a niveles normales después de un episodio de estrés, generan un hipercortisolismo que conduce a la presentación de características propias del envejecimiento, es decir, a deterioro de la función inmune, atrofia muscular, osteoporosis, intolerancia a la glucosa e hiperglicemia. Esta hipótesis es pilar fundamental de muchas teorías del envejecimiento.

      Con el envejecimiento se ha visto que los niveles de adrenalina y noradrenalina, producidas en la médula adrenal, no se modifican, por el contrario, se ha reportado un aumento en noradrenalina ante estímulos como bipedestación, ejercicio, ingesta de glucosa, estrés y exposición al calor.

      El peso de la glándula permanece estable, pero puede variar según la región geográfica, debido al consumo de yodo. Su forma tampoco varía, a menos que se desarrollen nódulos, presentes en el 27% de los ancianos particularmente mujeres, los cuales pueden ser de tipo involucional (los más comunes), inflamatorios o neoplásicos. Los cambios morfológicos más frecuentes son distensión de los folículos, reducción de la cantidad de coloide, aplanamiento del epitelio folicular, aumento de la fibrosis y del tejido conectivo y cambios vasculares de naturaleza aterosclerótica.

      Por otra parte, existe una disminución de la actividad funcional. La tasa de producción de hormona tiroidea disminuye 50% entre los 20 y los 80 años, la incidencia de hipotiroidismo en ancianos es mayor y los síntomas semejan cambios normales del proceso de envejecimiento. Los niveles séricos de tiroxina (T4) no cambian, en contraste con la triiodotironina (T3) que disminuye con la edad. El nivel sérico de TSH gradualmente aumenta con la edad, pero siempre dentro de los rangos normales.

      Presenta los siguientes cambios morfológicos: desarrolla cierto grado de atrofia, aumenta el número y tamaño de los islotes pancreáticos, hay presencia de material amiloide y gránulos de lipofucsina y fibrosis periférica y pericapilar.

      También hay reducción de la tolerancia a la glucosa sin signos o síntomas de diabetes mellitus, que lleva a una hiperglicemia: aumento de la glicemia en ayunas de 2 mg/dl por década desde los 40-50 años y aumento de la glicemia dos horas posprandial de 6-13 mg/dl por década después de los 40 años. Esta alteración se debe a la menor sensibilidad de las células, a los efectos de la insulina y a una resistencia periférica aumentada, primordialmente en el músculo, más que a una reducción en la secreción de insulina por las células de los islotes pancreáticos. En ancianos sanos no se han documentado cambios en los niveles de glucagón (hormona producida por células alfa) que aumenta la glucosa plasmática y promueve la gluconeogénesis hepática. También existen otros factores que colaboran en el aumento de la glicemia como cambios los hábitos dietéticos, la inactividad y el sedentarismo, la pérdida de masa muscular y el incremento del tejido adiposo.

      Entre los 25 y los 75 años los niveles de testosterona disminuyen alrededor de 30%, y esta disminución se intensifica a medida que aumenta la edad. En la tabla 10.1 se resumen las alteraciones hormonales asociadas con la edad.

Disminuyen Aumentan No cambian
Hormona de crecimiento (GH) Factor de crecimiento similar a la insulina tipo 1 (IGF-1) Dehidroepiandrosterona sulfato (DHEAS) Aldosterona Estrógenos (mujer) Testosterona

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