Salud del Anciano. José Fernando Gomez Montes

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Salud del Anciano - José Fernando Gomez Montes LIBROS DE TEXTO

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presencia de enoftalmos (ojos hundidos) y la acentuación de los contornos de la cara, además la tendencia a caer por efecto de la gravedad.

      La laxitud de los tejidos de la cara produce blefaroptosis (caída de los párpados) y el color de la piel se torna opaco y blanco-grisoso por la pérdida de capilares de la dermis. Por otro lado, aunque las ojeras son un rasgo racial más que un cambio asociado al envejecimiento, pueden aparecer frecuentemente por hiperemia venosa o hiperpigmentación. Otro de los cambios debidos al envejecimiento es la pérdida de la cola de las cejas, sobre todo en las mujeres, este cambio también puede darse por enfermedad (hipotiroidismo, lepra, entre otros). También como signo de la edad aparece el arco senil, un anillo grisáceo alrededor del borde de la córnea, que se da generalmente en personas mayores de 60 años, siendo más acentuado en las de raza negra, cabe anotar que este cambio no produce alteraciones de la función visual.

      Además, la presencia de canas es otra de las constantes del envejecimiento, se debe a la presencia de un gen autosómico dominante que origina una disminución progresiva de los melanocitos funcionales del bulbo piloso. Se dice que el 50% de los mayores de 50 años tienen el 50% de su cabello y vello corporal encanecido, independiente del sexo o del color del cabello.

      El vello axilar y púbico alcanzan su máximo hacia los 40 años, posteriormente disminuyen en forma gradual en ambos sexos. En las mujeres desaparece el vello de la línea alba suprapúbica después de la menopausia y los hombres pierden la distribución romboidal del vello púbico, semejando la distribución triangular de las mujeres. Es frecuente también la disminución de vello en las extremidades, especialmente en ancianos con afecciones vasculares periféricas y diabetes mellitus. Además, en algunas mujeres aparecen vellos gruesos con pigmentación terminal en regiones no deseadas como la barbilla y el labio superior, en los hombres la emergencia de este tipo de vello se presenta en las orejas, la nariz y las cejas.

      La alopecia androgenética es un problema mucho más frecuente en hombres que en mujeres, en el 5% de los hombres empieza a los 20 años, y para los 70 años el 80% tienen entradas frontotemporales pronunciadas y entre un 15 y 18% tienen pérdidas más acentuadas, el cabello se conserva a los lados y en la región occipital. La alopecia en las mujeres comienza en edades tardías y es menos pronunciada que en los hombres; existe un adelgazamiento del cabello en el vertex y en las regiones frontales y puede llegar a ser más fino y menos denso en las regiones temporales. Por lo general, la pérdida notable de cabello en mujeres ocurre en un porcentaje pequeño, especialmente después de los 80 años.

      Como ya se indicó, existe un aumento de la grasa corporal, la cual pasa de representar el 14% del peso a los 25 años, al 30% a los 70. El agua disminuye del 61% al 53% entre las mismas edades, pero es básicamente el agua intracelular, puesto que la extracelular no varía en porcentaje (20%). Así mismo, las células sólidas disminuyen del 19% al 12% por la pérdida de masa celular de los órganos y la proporción de hueso mineral pasa de 6% a 5% debido a la pérdida ósea, como se muestra en la figura 9.2.

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      Figura 9.2 Cambios en la composición corporal

      Fuente: Gómez F, Curcio CL. Salud del anciano: valoración, 2014.

      Los cambios fundamentales en la composición corporal al envejecer son la disminución de la división celular y el gradual reemplazo de las células parenquimatosas por tejido conectivo, principalmente, el aumento de las células grasas, lo que origina una disminución considerable de la masa magra corporal.

      La masa magra corporal se define como el peso corporal menos la grasa existente y comprende la masa celular del cuerpo, los sólidos extracelulares libres de grasa del esqueleto y del tejido conectivo y el agua intracelular. La disminución de la masa magra, dada especialmente por la reducción del líquido intracelular, es otra de las constantes del envejecimiento, disminuye 3,6% por década entre los 30 y los 70 años y 9% por década después de los 70. En la figura 9.3 se muestran las variaciones en composición corporal en un seguimiento de cinco años en hombres sanos mayores de 60 años.

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      Figura 9.3 Cambios en la composición corporal sobre el tiempo (5 años) en hombres sanos mayores de 60 años

      Fuente: Adaptado de Gallagher D, Ruts E, Visser M, Heshka S, Baumgartner RN, Wang J, et al. Weight stability masks sarcopenia in elderly men and women. Am J Physiol Endocrinol Metab. 2000; 279(2):E366-75.

      La disminución de la masa celular muscular o sarcopenia (literalmente deficiencia de masa muscular) está dada por el menor número de células en los órganos y el aumento del desuso en el tejido muscular estriado; a los 70 años el músculo esquelético ha perdido el 40% del peso máximo obtenido en la edad adulta, mientras que el hígado solo ha perdido el 18%, el pulmón el 11% y el riñón 9%. En los ancianos, en contraste con la situación usual en los adultos, el aumento de grasas corporal coexiste con pérdida muscular. Esta situación es más dramática después de los 80 años y parece ser la razón por la cual se aumenta la vulnerabilidad en este grupo poblacional, llamado los “muy viejos”, puesto que la sarcopenia influencia, en forma notable, la disminución de fuerza y movilidad y contribuye a la fragilidad (ver capítulo 51).

      Al envejecer se presenta una disminución sustancial del agua corporal especialmente del agua intracelular, esto hace que la homeostasis de la hidratación sea más compleja en los ancianos puesto que tienen menor reserva de líquidos, en consecuencia, la deshidratación llega a ser más frecuente en este grupo. Esto, aunado a la disminución de la sensación de sed y a la dificultad de los riñones para concentrar orina, hace que la deshidratación tenga una rápida aparición. Además, los músculos pueden almacenar gran cantidad de agua, aproximadamente 70% del almacenamiento, mientras que la grasa solo almacena entre el 10 y 40%. La disminución de masa magra corporal colabora igualmente en la presentación de deshidratación.

      Sin embargo, el diagnóstico de deshidratación en ancianos es más difícil, puesto que los cambios de la apariencia general con el envejecimiento se le parecen, como sucede con la enoftalmia, la disminución de la elasticidad de la piel y la boca seca secundaria a respiración oral, debida a comorbilidades o uso de medicamentos con efecto anticolinérgico. A esto se le suma el deterioro cognitivo que disminuye la posibilidad de expresar sus necesidades, la menor ingesta de agua por temor a la incontinencia urinaria y la preferencia de muchos ancianos por bebidas azucaradas, agua, té, café o bebidas alcohólicas que aumenta la diuresis y predisponen de manera considerable a la deshidratación.

      Otro cambio morfológico en la estructura corporal es el aumento de los depósitos de grasa del organismo, en forma paralela al aumento de peso, alrededor de 5 kg por década, alcanzando un pico

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