Salud del Anciano. José Fernando Gomez Montes

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Salud del Anciano - José Fernando Gomez Montes LIBROS DE TEXTO

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tienen un papel en todos los momentos de la vida. De este modo, proponen un individuo que es capaz de cambiar y adaptarse a circunstancias diversas, es decir, un individuo constructor de su propio desarrollo.

      El paradigma del transcurso de la vida integra posiciones críticas de la psicología social y de la psicología del desarrollo, considera que el desarrollo humano, a lo largo de toda la vida, implica dimensiones contextuales, relacionales y temporales. Así, la trayectoria de vida es un proceso de desarrollo permanente, entendido como construcción biológica y sociocultural, en la que están siempre presentes cambios contextuales e individuales interrelacionados.

      La trayectoria de vida ha de entenderse como proceso permanente de cambio, influenciado por expectativas sociales referentes a la edad, por condiciones históricas específicas y por acontecimientos individuales únicos. En este sentido, la edad por sí sola resulta irrelevante, dado que no es el tiempo vivido, sino lo vivido en el tiempo lo que constituye el transcurso vital individual.

      Desde una perspectiva sociológica se reconoce el envejecimiento como proceso social que no solo abarca la última etapa, sino a toda la vida humana, por tanto, lo que busca es analizar la naturaleza dinámica y recíproca del cambio continuo de las macroestructuras y las vidas humanas. Se suelen hacer énfasis en diversas interrelaciones e influencias sociales en el proceso de envejecimiento, teniendo en cuenta cómo las estructuras e instituciones sociales moldean las trayectorias de vida individuales.

      El aspecto central de la perspectiva sociológica del cur-so de la vida es el análisis del impacto de las coincidencias o la falta de coincidencias entre el tiempo individual, el tiempo familiar y el tiempo histórico en el desarrollo. En tal sentido, los cambios ocurridos en la forma de ser y en el comportamiento se consideran socialmente construidos y en ellos influyen hechos históricos y culturales, tanto previstos, como imprevistos.

      La gran variabilidad de trayectorias no supone una declinación con el proceso de envejecer. El propósito fundamental de la perspectiva sociológica de la trayectoria de vida es el estudio de procesos relacionados con diferentes situaciones sociales y culturales en que participan las personas desde el nacimiento hasta la muerte. La trayectoria de vida ha de entenderse como proceso permanente de cambio, influenciado por expectativas sociales referentes a la edad, por condiciones históricas específicas y por acontecimientos individuales únicos. En este sentido, la edad por sí sola resulta irrelevante, dado que no es el tiempo vivido, sino lo vivido en el tiempo lo que constituye el transcurso vital individual.

      La perspectiva de la trayectoria de vida replantea el concepto de desarrollo ontogenético, cuyo significado tradicionalmente ha estado arraigado en la biología. Al reformularlo, se hace énfasis en que los cambios adaptativos a través de la vida implican gran apertura y multidireccionalidad, y van mucho más allá de la maduración biológica y del crecimiento físico. El desarrollo es un proceso de construcción biológico-cultural que se da durante el transcurso total de la vida, en la cual lo importante no es el ciclo de vida en sí mismo sobre sino los eventos de vida individuales, culturales y sociales.

      Supone una mirada integral de las posiciones objetivas transitadas y ocupadas por los actores, que tenga en cuenta la estructura y volumen de los diferentes capitales disponibles, no como enumeración de acontecimientos, sino como una suerte de dibujo que enlaza las sucesivas posiciones. No es una línea recta ni una curva armoniosa, al contrario, son sacudidas, determinadas por fuerzas colectivas que reorientan las trayectorias de manera imprevista y súbitamente incontrolable. Implica una dialéctica sujeto-estructura, en la cual la trayectoria subjetiva se expresa en relatos biográficos diversos que remiten a mundos sociales vividos por los sujetos y al conjunto de posiciones sociales ocupadas en la vida.

      Las trayectorias tienen un eje diacrónico y otro sincrónico. El primero da cuenta de los fenómenos que ocurren a lo largo del tiempo, en oposición a los sincrónicos y está ligado a la trayectoria subjetiva y a la vivencia de la historia personal que se expresa en la trayectoria vivida o en los modos en que los individuos reconstruyen subjetivamente los acontecimientos y los juzgan significativos de su biografía. El eje sincrónico está ligado al contexto de acción y a la definición de la situación en un espacio dado y culturalmente determinado. Mientras que lo diacrónico se relaciona con un desarrollo en una secuencia temporal, lo sincrónico alude a la observación de los fenómenos en el momento específico de su evolución. Dicho de otro modo, la diacronía implica considerar un mismo acontecimiento en distintos momentos, mientras que la sincronía está asociada a distintos acontecimientos en un mismo tiempo. Estos dos ejes posibilitan el análisis de la continuidades y discontinuidades, momentos de transición y de paso.

      A diferencia de los otros, el enfoque sociológico de trayectoria de vida trasciende los dilemas clásicos del pensamiento social (sociedad/individuo; estructura/acción; objetividad/subjetividad) y permite analizar la realidad social en su complejidad analítica.

      El enfoque del curso de vida desde la perspectiva epidemiológica ofrece un marco interdisciplinario para guiar la investigación sobre salud, desarrollo humano y envejecimiento. Psicólogos, sociólogos, demógrafos, antropólogos y biólogos, han promovido activamente este enfoque durante muchos años. Esta área de trabajo interdisciplinario también reúne investigación psicológica, cognitiva y biológica sobre los procesos de desarrollo desde la concepción hasta la muerte.

      Desde esta mirada, el curso de la vida es el estudio a largo plazo de los efectos, en la salud o la enfermedad, de la exposición a riesgos físicos o sociales durante la gestación, la infancia, la adolescencia, la juventud, la vida adulta y la vejez. El objetivo es dilucidar los procesos biológicos, conductuales y psicosociales que operan en el curso de la vida de un individuo, o en generaciones, y que influyen en el desarrollo del riesgo de enfermar.

      El enfoque del curso de la vida en epidemiología surgió del interés en el papel de los factores de la infancia sobre las enfermedades cardiovasculares y otras enfermedades crónicas, en particular, los estudios ecológicos e históricos de cohorte utilizados para explorar la hipótesis de los orígenes fetales de algunas enfermedades. De acuerdo con esta hipótesis, las exposiciones ambientales, como la desnutrición durante períodos críticos de crecimiento y desarrollo en el útero, pueden tener efectos a largo plazo en el riesgo de enfermedad crónica en adultos al “programar” la estructura o función de los órganos, tejidos o sistemas corporales. Esta idea de programación biológica se presentó como un paradigma alternativo al modelo de estilo de vida adulto de las enfermedades crónicas que se centra en cómo las conductas adultas (en particular, el consumo de tabaco, la dieta y el consumo de alcohol) afectan la aparición y la progresión de las enfermedades en este periodo de la vida.

      Para contrarrestar la creciente polarización de la programación biológica en el útero y los enfoques de estilo de vida de los adultos en la etiología de las enfermedades crónicas, la epidemiología del curso de la vida se basó en la premisa de que diversos factores biológicos y sociales a lo largo de la vida influyen de forma independiente e interactiva en la salud y la enfermedad en la vida adulta. El enfoque del curso de la vida no niega la importancia de los factores de riesgo convencionales como el tabaquismo y la hipertensión, que fueron tan exitosamente identificados por los primeros estudios de cohortes de adultos de la posguerra, más bien, su propósito es estudiar la contribución de los factores de la vida temprana en conjunto con estos factores de la vida adulta, para identificar tanto el riesgo como los procesos de protección a lo largo del curso de la vida.

      En

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