Salud del Anciano. José Fernando Gomez Montes

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Salud del Anciano - José Fernando Gomez Montes LIBROS DE TEXTO

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el movimiento a lo largo de la estructura de edad. Las trayectorias se conciben como patrones de desarrollo situados históricamente y estructurados a partir de normas sociales. Estas trayectorias definen, en sentido amplio, la secuencia de estados psicológicos y psicosociales por los que pasa la persona y permite vincularlos a la estructura social y los cambios históricos en los que se enclavan, no suponen alguna secuencia en particular ni determinada velocidad en el proceso del propio tránsito.

      Cada trayectoria global puede a su vez descomponerse en un conjunto de trayectorias referentes a ciertos dominios o ámbitos vitales, los cuales son interdependientes. Así, se puede hablar de la trayectoria familiar, la trayectoria laboral, etc. Generalmente, estas trayectorias múltiples implican el compromiso con más de un rol simultáneamente y es muy probable que, dado que los recursos con los que se cuenta son limitados por definición, la persona tenga que coordinar las diferentes trayectorias y sus exigencias, además, los acontecimientos referidos a una de ellas afectan al resto de trayectorias que se siguen de manera simultánea. El análisis del entrelazamiento de las trayectorias vitales tanto en un mismo individuo como en su relación con otros individuos o conglomerados es central para el enfoque del curso de vida. Las trayectorias dan la visión dinámica, por ejemplo, del comportamiento o los resultados, a lo largo de una parte sustancial del curso de vida.

      Las transiciones son una mirada mucho más concreta y se refieren a ciertos cambios de estado, posición o situación, en la vida de las personas que se pueden identificar dentro de las trayectorias personales. Lo que este enfoque destaca es que las transiciones no son fijas y que se pueden presentar en diferentes momentos sin estar predeterminadas. Las probabilidades de ocurrencia del cambio se deben a la presencia de las expectativas de acuerdo con la edad, estas varían de acuerdo con los ámbitos, los grupos, culturas o sociedades. Por tanto, pueden presentarse diferentes transiciones de manera simultánea, lo que lleva a asumir nuevos roles, obligaciones, derechos, o implicar en nuevas facetas de identidad social. Las transiciones están, de esta manera, contenidas en las trayectorias, les dan forma y sentido, cuando este cambio concreto es suficientemente importante, se puede hablar de un punto de giro.

      De acuerdo con Elder (1998), las transiciones tienen cinco propiedades importantes:

      • Una misma transición puede influir de manera diferente en personas de diferentes edades o que ocupan diferentes roles. Por ejemplo, el divorcio puede afectar más o menos a los padres y a los hijos.

      • Las nuevas situaciones a las que conduce una transición implican generalmente nuevas expectativas y demandas comportamentales para la persona, que tendrá que adaptarse y esforzarse por cumplir.

      • Las transiciones pueden suponer que la persona pierda, al menos momentáneamente, el control de la situación vital que experimenta, pérdida que es seguida por un esfuerzo por recuperar ese control.

      • Debido a que la vida de una persona está vinculada inherentemente a la vida de otras personas, las transiciones que experimentan unos pueden afectar indirectamente a los otros. Resulta crucial destacar que las vidas humanas no únicamente están situadas histórica y socialmente dentro de determinada comunidad, sino que al mismo tiempo se interrelacionan, establecen vínculos y tienen efectos, a veces decisivos, las unas sobre las otras.

      • Por último, algunas transiciones (especialmente las elegidas o seleccionadas por decisión, más que las impuestas) tienden a acentuar características o rasgos que se poseían con anterioridad y aumentan la probabilidad de experimentar otras transiciones en el futuro, de manera que se entra en una dinámica de acentuación de ciertos aspectos de la vida del individuo que contribuyen a que su trayectoria se diferencie de la de los demás. De acuerdo con esto, se hace énfasis en el papel del sujeto como agente activo que escoge o rechaza determinadas alternativas y trayectorias.

      El punto de giro o punto de inflexión (turning point) se refiere a eventos que provocan fuertes modificaciones que se traducen en virajes en la dirección del curso de vida. El giro es un cambio que implica la discontinuidad en una o más de las trayectorias vitales.

      Desde su inicio, este enfoque surgió como una propuesta nutrida de aportes de diferentes disciplinas, especialmente, de la sociología, la historia, la psicología y la demografía. A diferencia del de ciclo vital, que se refiere al desarrollo humano por etapas y da una idea lineal de este proceso de desarrollo, el enfoque de curso de vida lo asume como un proceso que se construye a lo largo de la vida e incide tanto en la vida de los sujetos como de las familias y los grupos sociales. En concordancia con esto, el enfoque de curso de vida se sustenta en cinco principios básicos:

      1. El principio del desarrollo a lo largo del tiempo: se refiere a la necesidad de tener una perspectiva de largo plazo en la investigación y el análisis, ya que el desarrollo humano es un proceso que abarca del nacimiento a la muerte. Además, responde a la idea general de que para entender un momento o etapa específica resulta relevante conocer aquello que lo precedió.

      2. El principio de tiempo y lugar: apunta directamente a la importancia de lo contextual. Tanto los individuos como los grupos humanos, las cohortes de nacimiento o generaciones, se ven influidos por contextos históricos y espaciales específicos.

      3. El principio del timing: se refiere al momento en la vida de una persona en el cual sucede un evento; un mismo acontecimiento (por ejemplo, la muerte de los padres) repercutirá de manera muy diferente en la vida de un individuo dependiendo de la edad (y de las circunstancias) que tenga al ocurrir dicho suceso. Por consiguiente, las repercusiones de una transición o una sucesión de transiciones en el desarrollo de una persona son contingentes y dependen de en qué momento de la vida ocurren. En este principio, como en todos los demás, siempre se toman en consideración los condicionantes básicos, tales como el género, la clase social, el estrato socioeconómico y la etnia o raza. Uno de los temas que se desprende de este principio es el de los procesos de acumulación de ventajas y desventajas a lo largo del curso de vida.

      4. El principio de vidas interconectadas: afirma que las vidas humanas siempre se viven en interdependencia, es decir, en redes de relaciones compartidas, y que es precisamente en estas redes donde se expresan las influencias histórico-sociales. De manera operativa, se trata de ver la interdependencia de las diversas trayectorias de un mismo individuo respecto de otros individuos y grupos.

      5. El principio del libre albedrío (agency) o de libertad de acción: deriva de la clásica discusión sobre los nexos y la causalidad entre lo individual y lo estructural. Lo que se quiere destacar es que los individuos no son entes pasivos a los que solamente se les imponen influencias y constreñimientos estructurales, sino que hacen elecciones y llevan a cabo actividades y, de esta manera, construyen su propio curso de vida. Sin embargo, es cierto que ejercen su libre albedrío dentro de una estructura de oportunidades que también implica, por supuesto, limitaciones, y que proviene de las circunstancias históricas y sociales.

      La perspectiva psicológica del transcurso de la vida, denominada también Paradigma del desarrollo a lo largo de la vida o paradigma life-span, se ocupa de estudiar cambios y transiciones durante el transcurso vital, considerándolo como un proceso de desarrollo y envejecimiento permanente.

      Forma parte de las perspectivas del desarrollo humano, dentro de las corrientes denominadas del ciclo vital, centradas en la búsqueda de un marco integrador de todas las etapas del desarrollo y además del crecimiento o declive biológico, hace énfasis en el contexto y la cultura, destaca el papel del individuo como productor de su desarrollo, por tanto, potencia una visión del envejecimiento diversa y multifacética dado por la multiplicidad de trayectorias vitales posibles. Estas teorías del

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