Sujetos y subjetividades. Oriana Bernasconi
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Dentro de una indagación sobre los efectos que las ciencias psi han tenido en el espacio escolar, nombrando, regulando y organizando cuerpos y subjetividades, el capítulo de Marcela Apablaza examina el rol de la investigadora en el proceso de investigación y, en particular, su papel en identificar y desanudar modos particulares de subjetivación. Desde el espacio de la etnografía feminista, este capítulo se detiene en la producción de la categoría de la niña problema, a partir de formas específicas de circulación de ideas y prácticas respecto a qué son y cómo deberían comportarse las niñas en una escuela municipal del sur de Chile, y la captura y análisis sensible de los espacios de subversión y resistencia a dicha norma.
La tercera parte del libro se titula “Instituciones y subjetividad”. En ella se reúnen tres capítulos que reflexionan sobre los efectos que la relación con la norma conlleva en la elaboración de las subjetividades. Como bien menciona Carrasco en su capítulo, son escritos que comparten la inquietud por comprender cómo programas de saberes científicos, programas de Gobierno, normas e instituciones configuran al sujeto de intervención. Así, estos capítulos levantan distintas interrogantes respecto a la función y límites de la institución, a sus efectos en la subjetividad y en los procesos de investigación.
El capítulo de Ximena Carrasco gira en torno a los procesos de subjetivación que se desprenden de la reciente implementación de la Ley de Responsabilidad Penal Adolescente en Chile. La autora analiza el caso de los jóvenes infractores de ley desde las teorías de la gubernamentalidad, enfrentando un problema central en este tipo de investigación: la imposibilidad de acercarse al sujeto estudiado. ¿Cómo debe proceder la investigación cuando es interceptada por barreras institucionales? ¿Qué deberes y derechos éticos enfrenta la investigación cuando busca modos de acceso a procesos de subjetivación que ocurren detrás de los muros de la institución? ¿Qué formas deben adoptar los métodos para dar cuenta de esos focos de experiencia? Mediante un enfoque narrativo-biográfico a textos posteados por estos jóvenes en Facebook, la autora ensaya una alternativa a estas preguntas.
Para Alan Valenzuela, Álvaro Soto y Antonio Stecher, el problema de la identidad debe pensarse en relación con los contextos cambiantes que encontramos como efecto de la flexibilización laboral. Es en una ecología de interpelaciones múltiples en donde las y los trabajadores construyen una identidad laboral entendida como una narrativa que tiene como finalidad otorgar sentido a esas experiencias. Según proponen los autores, el carácter narrativo de estas identidades debe entenderse como abierto a la transformación en tanto son cristalizaciones de elementos histórica y culturalmente situados. Para ello analizan las redes de gestión que articulan a los trabajadores como actores que son interpelados constantemente respecto a su posición y sus acciones.
Finalmente, Carla Fardella, Vicente Sisto y Enrique Baleriola muestran de qué manera los estudios sociales del trabajo evidencian una preocupación por el sujeto y su conceptualización, en tanto unidad central de los procesos socio-productivos del capitalismo. La reorganización del trabajo, derivada de la transformación de las matrices socio-productivas de las últimas décadas, está condicionada a la adscripción subjetiva de la fuerza laboral. Por ello, el prototipo tradicional moderno de trabajador: individualizado, disciplinado por la institución y racional, es tensionado por expectativas como el compromiso afectivo con sus tareas o el llamado a la proactividad y la libertad. Esto no solo indica una transformación en el campo de las subjetividades laborales, sino que demanda nuevas herramientas teóricas y metodológicas para su estudio. El capítulo ofrece una discusión sobre la subjetividad laboral y presenta el shadowing (sombreo) como un diseño metodológico original y pertinente para estudiar al sujeto académico en coherencia con las transformaciones del trabajo universitario.
Los alcances del libro
Revisando mundos heteronormados, regímenes de impunidad, geometrías adultocéntricas, silenciamientos velados, trabajadores moldeados y cuantificados, más allá de binarismos –niñxs/fármacos, animal/humano, víctima/perpetrador, masculino/femenino, infracción/ley, trabajo/trabajador–, este libro invita a pensar los espacios actuales de aparición de sujeto(s) como ontologías relacionales. ¿Cómo podríamos entender a Antonia –una niña diagnosticada con déficit atencional– separada o recortada de Josefina, su compañera de banco, que sostiene y acoge su “ser traspapelado”? ¿Cómo pensarnos sino en relación a las formas que proveemos para convivir con otras especies? ¿Cómo no pensarnos en el mestizaje, en lo kiltro, en lo trashumante, en lo liminal? ¿Cómo pensar a los desaparecidos sino con sus familiares que les reclaman, y que nos urgen a comprender que la no repetición de aberrantes crímenes de Estado pasa por asumir que sus muertos nos pertenecen a todos? ¿Cómo no asumir que pensar sujetos implica, a veces, mirar de frente a lo inhumano? ¿Cómo registrar los instantes de fuga de las subjetividades ideales?
Así también, las investigaciones aquí reportadas empujan a pensar las fronteras como costuras, a transitar por la norma para disputarla en su ley, a explorar los intersticios, a aceptar la imprecisión de los fenómenos, a seguir la agencia de entidades sutiles y a rastrear la actividad de dispositivos variables y difusos. Empujan, en definitiva, a abrir las ciencias sociales a espacios de indeterminación; a modos friccionados, irritados y discontinuos de aparecer; a prácticas de cuidado, conmiseración y denuncia. A nuestros afectos e irritaciones. Y, por cierto, a seguir disputando modos hegemónicos de ser y aparecer, incluyendo la propia persona del autor. De este modo, el libro intenta contribuir a la práctica de una ciencia social especulativa, abierta a la invención de otros futuros y otras realidades (Wilkie, Savransky y Rosengarten 2017), capaz de ampliar el espacio intelectual y “generar lugar” (Ahmed 2017) para acoger la diversidad de formas de devenir que componen nuestros escenarios sociales contemporáneos.
Indudablemente, una apuesta como la que realiza este libro también actualiza el acercamiento a la ética de la investigación. Abandonar los presupuestos del hombre moderno, del humanismo, de aquellas subjetividades unificadas, centradas y homogéneas implica un desplazamiento a aquello que Elizabeth Grosz (2017) denomina como ontoética. En diversas intensidades y modos, las y los autores se preguntan respecto a lo que el mundo podría ser. Es un modo experimental de investigar, que se orienta a pensar más allá de las relaciones de lo humano con lo humano, o de lo humano en el mundo, y explora las co-afectaciones de lo humano con el mundo y cómo estas vinculaciones pueden florecer en diversos aspectos y cobrar distintas formas. Ontoética en tanto que, como dice Grosz, trata de hacerse cargo de la pregunta respecto a cómo actuar en el presente de modo tal que permita producir un futuro diferente, uno que no replique las limitaciones e injusticias del presente.
Así, una sensibilidad compartida recorre estos capítulos. A través de las diversas investigaciones pueden apreciarse intentos por remendar, atender, sanar, registrar y, en última instancia, cuidar de mundos y formas de vida que requieren de nuestra colaboración para resistir esa lenta violencia y olvido que amenazan constantemente su existencia (Nixon 2019). De este modo, cada intento por producir conocimientos con los diversos actores que en este libro son visitados es, finalmente, una apuesta por producir mundos menos descuidados. Cada aventura emprendida y registrada en estas páginas es, siguiendo a Puig de la Bellacasa (2017), un intento por disputar los valores éticos-hegemónicos que normalmente rigen nuestras investigaciones ya que, después de todo, ¿tiene sentido pensar desde una posición que sea ajena y extranjera a los mundos que nos gustaría ver transformados? Por lo pronto, estos capítulos comparten un modo más explícito de vinculación con las políticas de producción, a la vez que transparentan y se hacen responsables de los efectos políticos, éticos y afectivos de la investigación.