Nuevos signos de los tiempos. Varios autores

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Nuevos signos de los tiempos - Varios autores страница 15

Nuevos signos de los tiempos - Varios autores Caminos

Скачать книгу

compromiso con la reforma de la Iglesia y la transformación del mundo desde el Evangelio requiere una teología que se renueve desde sus fuentes y en un diálogo con la historia. Francisco, «el hombre de la reforma práctica», como dice Benedicto XVI37, nos anima a avanzar por aquel camino de fidelidad creativa al introducir su Exhortación Amoris laetitia. Allí explica que las complejas cuestiones que aborda deben seguir siendo profundizadas por «la reflexión de los pastores y los teólogos» en la medida en que ella «es fiel a la Iglesia, honesta, realista y creativa» (AL 2). Luego señala que, a partir de una unidad doctrinal y pastoral fundamental, «en cada país o región se pueden buscar soluciones más inculturadas, atentas a las tradiciones y a los desafíos locales» (AL 3). Estas palabras invitan a seguir pensando el Evangelio en y desde la historia.

      Desde el Vaticano II, la teología pensada, escrita y publicada en castellano y en portugués, desde América Latina, presenta una rica gama de expresiones. La teología de la liberación, simbolizada en Gustavo Gutiérrez, responde a la interpelación del Cristo en el pobre, expresa el amor gratuito de Dios y potencia el compromiso por la liberación integral de personas y pueblos. La teología del pueblo de Dios, los pueblos/culturas y la pastoral popular, tuvo grandes exponentes en los argentinos Lucio Gera (1924-2012) y Rafael Tello (1917-2002), hoy estudiados en relación a Francisco38. Su principal representante vivo es Juan Carlos Scannone. En 1974 Juan Luis Segundo la llamó teología del pueblo39. Hoy, la gran novedad del pontificado de Francisco, incluye la pequeña primicia del conocimiento de nuestra incipiente teología, como reconoce Walter Kasper40.

       4. El desafío de hacer teología en castellano o español

      En el mundo íbero-americano las lenguas nos vinculan. Íbero-américa comparte valores culturales que tienen su raíz profunda en la fe cristiana y se expresan en diversas lenguas41. El desafío de intensificar el intercambio incumbe a los pueblos, las Iglesias y la Iglesia católica en especial, la más numerosa en América y en Europa. La fe, pensada y expresada en castellano y en portugués, pertenece a nuestra honda tradición cultural; fortalece la amistad en la fraternidad; amplía y purifica la razón, en particular la razón política; brinda valores que enriquecen la ética social; es una fuente mediata de una legislación humanista; se perfecciona en la caridad que une. La fe puede seguir inspirando las culturas con su «plus» de humanidad en una sociedad plural.

      En el mundo iberoamericano hay diversas lenguas. Me limito a señalar la historia, la vigencia y la proyección del castellano. Para Andrés Bello la lengua fue el medio providencial de comunicación fraterna entre las naciones de los dos continentes. El paso del castellano a América le aseguró su destino universal, como ya se advierte en la obra del inca Garcilaso de la Vega, mestizo cusqueño (1539-1616), autor de los Comentarios reales de los incas (y su segunda parte, La Historia general del Perú). Él reivindicó su doble condición de inca y español, combinó la crónica con la ficción y escribió en castellano desde la Córdoba andaluza. Desde entonces esa lengua se volvió americana, como reconoció Pablo Neruda en sus memorias. Expresando el drama constituyente, dijo:

      Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos [...]. Por donde pasaba quedaba tierra arrasada. Pero a los bárbaros se les caían [...] como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedan aquí resplandecientes [...] el idioma. Salimos perdiendo [...]. Salimos ganando [...]. Se llevaron el oro y nos dejaron el oro [...]. Se lo llevaron todo y nos dejaron todo [...]. Nos dejaron las palabras42.

      El castellano es una de las lenguas más cohesionadas del mundo, abarca la unidad plural de todas sus formas locales y tiene una enorme expresividad para traducir el misterio. Para Carlos Fuentes, «no hay lengua más constante y más vocal: escribimos como decimos y decimos como escribimos»43. Nuestra lengua manifiesta su valor poético y místico desde Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, Ignacio de Loyola, Luis de León, Calderón de la Barca, Lope de Vega y Tirso de Molina.

      En América Latina nos separan las distancias, pero nos une la lengua: «Si algo debemos celebrar en 2010 es la unidad inicial, esencial, que el castellano nos procura [...]. Solo el castellano nos reúne a todos nosotros, los latinoamericanos»44. América Latina es plurilingüística. Hay lenguas de muchas etnias que deben ser protegidas por respeto a sus culturas. Pero el castellano tiene la capacidad de reunir a muchos. La mayoría de los miembros de pueblos originarios son bilingües por hablar español o portugués. Dos latinoamericanos de distintas etnias pueden comunicarse en castellano.

      Después del inglés, el castellano es el segundo idioma en la comunicación internacional por su número de hablantes, su peso cultural específico y la demanda de aprendizaje. Tuvo el mayor crecimiento en el siglo XX y no se limita a una sola región45. Es la segunda lengua del mundo por el número de personas que la hablan como lengua materna, después del chino mandarín. Tiene 427 millones de hablantes nativos. Alcanza los 567 millones con los hablantes con competencia limitada en los cinco continentes, de modo que es la tercera lengua del mundo por el total de hablantes, después del mandarín y el inglés. En Estados Unidos, los hispanos son un 17% de la población y, según los datos a mano, casi un 20% de la población habla castellano. Este es el segundo idioma en Occidente y el primero hablado en el catolicismo. Francisco es el primer papa cuya lengua materna es el castellano. Lo habla con la tonada argentina propia de la ciudad de Buenos Aires. El portugués ocupa el octavo lugar entre las lenguas vivas con más de 200 millones de lusohablantes.

      El castellano y el portugués no son las únicas lenguas derivadas del romance, pero tienen la mayor cantidad de hablantes. Ellas son factores de integración porque españoles y portugueses, e hispanoamericanos y brasileños, nos entendemos en la lengua de nuestros vecinos y muchos tienden al bilingüismo. Los latinoamericanos podemos entendernos en español, portugués o portuñol. El 90% de los hispanohablantes vivimos en América y nuestra lengua sigue un itinerario de inculturación en cada país. Un 95% de los lusohablantes viven en el Brasil. Ambas lenguas nos seguirán vinculando e incluso algunos anuncian un reencuentro entre el castellano y el portugués.

      Hacer teología «desde una experiencia particular» (LC 70) incluye la particularidad de cada idioma. La Iglesia está llamada a alabar a Dios y proclamar el Evangelio a todos los hombres para que cada uno (lo oiga y anuncie) en su propia lengua (He 2,6) y, así, toda lengua proclame que Jesucristo es el Señor para gloria de Dios Padre (Flp 2,11). El Espíritu mueve a creer, rezar, pensar y predicar en su propia lengua. En la comunidad pentecostal todos quedaron llenos del Espíritu Santo y hablaron en sus lenguas «según el Espíritu les permitía expresarse» (He 2,4). Eran las lenguas de pueblos interiores y exteriores al Imperio romano (He 2, 9-11), que representaban a «todas las naciones del mundo» (v. 5). Esa multitud multicultural y plurilingüística se asombró al escuchar las maravillas de Dios «cada uno en su propia lengua» (vv. 6.8.11). Entonces comenzó a cumplirse la misión dada por Jesús de ir «a todos los pueblos» (Mt 28,19), «a todas las naciones» (Lc 24,47). «La lección es clara: la Iglesia vuelve a confirmar todas las lenguas de los hombres»46.

      La palabra «lengua» se entiende no solo en un sentido semántico y literario, sino con un significado antropológico y cultural. La lengua es la primera expresión de la cultura de un pueblo. El misterio del Pentecostés permanente mueve a insertar y reexpresar el kerigma de la sabiduría cristiana en las culturas para que el pueblo escatológico de Dios se realice en «toda lengua, raza, pueblo y nación» (Ap 7,9), acogiendo a los que «vienen del este y el oeste, del norte y el sur» (Mt 8,11).

      Quiero destacar el valor de la lengua para pensar la fe de una forma inculturada, recordando que, hasta el Vaticano II, la teología y la liturgia se decían en latín. El Concilio impulsó el uso de la lengua vernácula en la liturgia, lo que también se extendió a la teología. En la actualidad nuestra lengua es relevante para

Скачать книгу