Nuevos signos de los tiempos. Varios autores

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Nuevos signos de los tiempos - Varios autores Caminos

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es importante recalcarlo porque una nota común a todos los populismos, que son alternativas baratas y por eso no superadoras de este orden injusto, es la dejación de la responsabilidad, el facilismo, el entregarse al líder y la causa, y esperar todo de ellos como por arte de magia.

      ¿Qué decir de este punto de entregarnos a la polifonía de la vida? En primer lugar, que las personas religiosas y los estudiosos de la religión y la antropología religiosa tendrán dificultades para reconocer que este modo de vida supera lo que se opone a Dios, tanto en el mundo globalizado como particularmente en Nuestra América, y lo hace presente y por tanto participar de esta vida es un modo de encontrarse con Él. Es que no se tiene en cuenta que el cristianismo, aunque en todo caso tiene una dimensión religiosa, de suyo no es una religión, aunque por inculturación a la cultura neolítica y, no menos por aculturación a ella, recortando aspectos medulares, ha adquirido históricamente la forma de una religión. No se puede perder de vista que Jesús fue condenado por los representantes oficiales de la religión judía, y que era cierto que nunca aparece participando personalmente en ningún acto de culto, ni cumpliendo aspectos específicos del código legal que se atribuía a Moisés. Es cierto también que en todo lo que nos propuso para encontrarnos con Dios el templo no ocupaba ningún lugar, así como tampoco la ley de pureza que tendencialmente cubría todas las facetas de la vida. Jesús llevó a cabo su misión en la vida. En ella sintió la gente que mediante sus palabras y sus obras e incluso su presencia, Dios estaba visitando a su pueblo (Lc 7,16). Ya hemos insistido en que Jesús vivió la vida en todas sus facetas y la convivió como Hermano desde su condición de Hijo. También nosotros tenemos que trasparentar a Dios en nuestra vida, vivida en la pluriformidad de la realidad. De este modo superaremos también la unidimensionalización del circuito producción-consumo que nos propone e impone el orden establecido como el único modo estimable de vivir.

      ¿Cabe cobrar esperanza por lo que hemos conseguido en ese modo pluriforme de vivir? Lo característico de la cultura de barrio es la convivialidad. Van aumentando los trabajos sociales en los que la relación horizontal y mutua, humanizadora, da la pauta. Los que viven con consistencia humana, entre ellos, sobre todo, los pobres con Espíritu, sí son capaces de vivir la polifonía de la vida y de hecho la viven. Este modo de vida está bastante diseminado en Nuestra América hasta dar el tono a muchos ambientes.

      Pero la sociedad de consumo ha deteriorado el cultivo de la polifonía de la vida. No pocos se matan a trabajar para consumir, con lo que desechan la primacía de las relaciones. En otros el problema es la necesidad de vivir casi solo para trabajar, por lo cuesta arriba que se lo pone el mercado totalitario; aunque bastantes de estos sí son capaces de buscar tiempo para convivir e incluso celebrar, ya que eso les da vida. Por eso hay que afirmar que sí existe base para la superación de esta unidimensionalización tan empobrecedora. Debemos cultivarla y estimular a otros para que entren por ese camino. En este empeño hacemos presente a Dios y otros se pueden encontrar con Él.

       Organizaciones de vida buena y solidaridad, que cultivan la dimensión política sin politizarse, ayudan a superar lo que se opone a Dios y lo hacen presente, porque la caridad

      Desde el trabajo por la personalización y el cultivo de la polifonía de la vida, hay que constituir una red de organizaciones de vida buena y solidaridad, que no busquen salvarse de la masa, sino permearla no militantemente25. Estas organizaciones pueden contrarrestar la presión del capital sobre los gobiernos; son capaces de crear una opinión pública alternativa, que ponga al descubierto la realidad violentada y señale pistas para que dé de sí superadoramente, y son el caldo de cultivo en el que muchos ciudadanos pueden ejercitar y adensar su consistencia personal al emplearla en el fomento de la vida buena, en vez de darse la buena vida. Esta labor de solidaridad es obediencia al impulso del Espíritu y por eso, al entregarse a ella, estas personas se encuentran con Dios y son un lugar donde otros pueden encontrarse con Él.

      Esta dirección es la que se expresa en la enseñanza social de la Iglesia con el nombre de «subsidiariedad»: lo que pueden conseguir los sujetos asociados no debe realizarlo el Estado, porque imaginarlo, actuarlo y gerenciarlo constituye un ejercicio de creatividad y de convivialidad y cooperación: de amor del bueno. Hay que insistir porque una tendencia de las izquierdas es copar estas organizaciones con lo que son privadas de su subjetualidad y por tanto de su carácter crítico26. No habrá posibilidad de superar la cautividad de los gobiernos respecto del gran capital ni, en el otro polo, de la tendencia a la estatización de los gobiernos de izquierda, si no existe una red tupida de estas organizaciones y no conservan su carácter deliberante y de base.

      Así como creemos que sí existe una base de personas densas con libertad liberada que viven agónicamente, aunque en paz, la polifonía de la vida, no creemos que exista una masa crítica de esas organizaciones, aunque en este siglo ha habido un incremento de ellas y las que existen, por ejemplo, de derechos humanos y muchas otras –por ejemplo, las indígenas y las de defensa de las aguas, las tierras y la misma existencia de las comunidades, en grave peligro de envenenamiento, degradación y disolución por causa de las empresas mineras, irresponsablemente habilitadas por los gobiernos–, hacen ver la fecundidad de la propuesta y son fuente de esperanza.

      Estas organizaciones se oponen al totalitarismo del mercado y a su lógica, que es lo que se opone radicalmente a Dios en el mundo y en nuestra región. Pero para una mirada convencional no aparece claro cómo en ellas se hace presente Dios, si se mantienen superando la militancia y el doctrinarismo, la lucha interna por el poder y el dirigismo, y si están abiertas al grupo humano más amplio en el que se incardinan y entablando con los adversarios del establecimiento injusto una contienda justa.

      No son organizaciones religiosas, ¿cómo se hace presente Dios en ellas? Ya hemos insistido en que Jesús fue una persona religiosa, pero hizo presente a Dios en la vida, instaurando la reciprocidad de dones como modo primario de relación y de personalización. Encontró su propio bien haciendo el bien a los demás, sin sustituirlos sino activando sus mejores energías. Por eso provocó un movimiento de reunión. Lo que vivió fue manifestación de amor. Esto es lo que intentan estos grupos, organizaciones y movimientos, cuando se mantienen en los parámetros antedichos.

      Por eso la Enseñanza Social de la Iglesia sostiene que una manifestación eximia de la caridad es la caridad social. La razón es que el bien cuanto más universal es más divino27. Ese amor es el que recibimos incesantemente y el que actuamos cuando damos de nosotros mismos, aunque no hagamos explícitamente estos análisis. Por eso, buscando la vida buena conjuntamente actuamos el amor, en definitiva el amor en que Dios consiste, del que participamos, y por eso hacemos presente a Dios, y por eso de ese modo, digamos atemático, podemos encontrarnos con la sustancia de Dios.

       Una política realmente democrática es indispensable para superar el totalitarismo de mercado que es lo que se opone frontalmente a Dios en el mundo y en nuestra región

      Dios quiere que la política no siga siendo expresión del poder despótico del capital sobre los ciudadanos, sino de la gestión de los ciudadanos en pro del bien común, que no sacrifique el de cada componente de la nación, pero que los concilie en torno al bien común, en el que están resguardados los bienes privados legítimos.

      Pero la política no es absoluta; vale tanto cuanto exprese en la práctica los mínimos de buena vida pactados por los ciudadanos y expresados en la Constitución: la seguridad de los ciudadanos y sus propiedades; la posibilidad real de medios de vida para todos; servicios de educación y salud, en gran medida gratuitos y a la altura del tiempo; un sistema de tributación en gran parte directo, tanto a las ganancias como al patrimonio28, y no casi todos indirectos, como viene sucediendo; el salario congruo y regulado por la ley, la participación de la empresa en la seguridad social de los trabajadores, que incluye el seguro de enfermedad y la jubilación; la división efectiva de poderes, la independencia del poder judicial respeto del ejecutivo y de los poderes fácticos; la competencia

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