Retos y aprendizajes para el turismo de naturaleza en Colombia. Daniel R Calderón Ramírez
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Según Ochoa y Morales (2016), poder entender el turismo de naturaleza desde un enfoque sistémico permite establecer un modelo de planificación que incluya la gestión de cada uno de los elementos que lo componen. “El turismo se entiende como un fenómeno integral y multidimensional surgido como resultado de las interacciones de múltiples actores en diversos contextos espacio-temporales” (Campodónico y Chalar, 2013, citados en Ochoa y Morales, 2016, p. 26).
Ochoa y Morales (2016) proponen dentro del modelo sistémico la participación integral de todos los actores interesados por medio de una gobernanza. Si la toma de decisiones es parte de los beneficios del turismo, ¿cómo gobernar el turismo en los territorios? Desde la apuesta hacia una gobernanza que incluya diferentes tipos de actores no gubernamentales en la toma de decisiones, se debe realizar cualquier estrategia de planificación turística, principalmente aquellas de turismo especializado, como el turismo de naturaleza.
Una propuesta de los autores sobre la interacción de los actores es la creación de redes de complementariedad y colaboración que permitan crear estructuras horizontales para la planeación turística. Por otro lado, Montaño-Arango et al. (2012) proponen que una estrategia de desarrollo sistémico del turismo de naturaleza es la generación de un clúster regional en el que se establezcan interdependencias y complementariedades a partir de una planificación turística regional que pueda determinar el aprovechamiento de ventajas comparativas y competitivas en el establecimiento de la cadena de valor.
En Colombia, la entidad pública que más ha contribuido en la propuesta de instrumentos de planificación del turismo de naturaleza es Parque Nacionales Naturales de Colombia (PNNC), que está a cargo de la gestión y del manejo del ecoturismo en 27 áreas protegidas que han declarado tener una vocación ecoturística. El desarrollo del ecoturismo en estas áreas protegidas (AP) solo es permitido siempre y cuando el área posea un plan de ordenamiento ecoturístico (POE).
El POE es un documento técnico orientado a identificar y analizar las potencialidades, limitantes, amenazas y los retos alrededor del desarrollo del ecoturismo en las AP. A partir de dicha identificación y de ese análisis, enmarcados en una etapa diagnóstica, se evalúan posibles alternativas de control y manejo del turismo por medio de medidas restrictivas y de regulación de las actividades. Esta etapa se denomina ordenamiento. Finalmente, y a partir de la evaluación de la etapa de diagnóstico y la identificación de limitantes que puedan afectar la sostenibilidad de la actividad, se propone una etapa de plan de acción, en la que se asignan metas, objetivos, responsables y estrategias que permitan asegurar la sostenibilidad de la actividad ecoturística (Parques Nacionales Naturales de Colombia [PNNC], 2013).
Esta hoja de ruta hacia la planificación y el ordenamiento del ecoturismo se condensan en la Guía para la planificación del ecoturismo en Parques Nacionales Naturales de Colombia (2013). Esta guía, construida con el apoyo de entidades internacionales de cooperación, es el principal documento que orienta el POE de cada una de las áreas protegidas administradas por Parques Nacionales Naturales de Colombia. Acompañando al POE están los documentos de monitoreo y evaluación de impactos negativos, los cuales forman parte de la estrategia de ordenamiento. El POE de cada una de las AP es un excelente referente diagnóstico del desarrollo del ecoturismo para cada AP.
5. CONSIDERACIÓN FINAL. EL TURISMO DE NATURALEZA: OPORTUNIDADES Y RETOS PARA LA SOSTENIBILIDAD
Como ya se ha mencionado, el turismo de naturaleza es reconocido como una modalidad que está estrechamente relacionada con el desarrollo sostenible, y su campo de actuación se circunscribe a los hábitats naturales y a su biodiversidad, lo cual es una oportunidad para su conservación. Sin embargo, sobre la base de diferentes estudios realizados a nivel mundial, se ha podido probar que la actividad turística en general puede llegar a contribuir al deterioro medioambiental, incidir de forma negativa en un territorio y generar problemas socioculturales y económicos, lo cual es un reto para la sostenibilidad (Martínez y Blanco, 2013).
Sin lugar a duda, las diferentes conceptualizaciones y los distintos abordajes que se han tenido en cuenta para definir el turismo de naturaleza hacen que esta modalidad de turismo especializado tenga varios retos por superar. La sostenibilidad es uno de sus principales desafíos, ya que cualquier actividad que se realice en ambientes naturales puede generar fácilmente diferentes impactos negativos que en muchas ocasiones son difíciles de evitar. A esto se suma que la participación y el involucramiento de las comunidades locales no son tareas sencillas, pero tampoco imposibles, puesto que requieren de un esfuerzo y de voluntad para generar los canales de participación y empoderamiento de las comunidades.
La participación y el empoderamiento de las comunidades locales conforman uno de los beneficios que puede traer el turismo de naturaleza y que es evidente desde las diferentes perspectivas y alternativas del desarrollo que han podido ser posibles por medio de esta actividad. Por otro lado, la planificación y el ordenamiento del turismo de naturaleza se establecen como dos de las estrategias más necesarias para reducir cualquier tipo de impacto negativo y permitir una gobernanza que involucre a los diferentes tipos de actores, sus necesidades y percepciones sobre la forma como se debe gobernar el territorio y cómo gestionar a partir del turismo de naturaleza.
El turismo de naturaleza como oportunidad para la conservación puede servir de estímulo para adoptar medidas de mejora y conservación del ambiente. “Las actividades de ocio producen un incremento de los ingresos económicos que puede permitir realizar mayores inversiones en la conservación de los espacios naturales” (Martínez y Blanco, 2013, p. 37). Según los estudios de Martínez y Blanco (2013), cuanto mayores sean los recursos económicos obtenidos por el desarrollo turístico, mayor podrá ser la inversión en planificación y gestión del turismo que haga posible reducir los impactos negativos que afectan la conservación de los recursos.
De este modo, una alta inversión en infraestructura que reduzca los potenciales daños negativos sobre el ecosistema es lo que posibilita la conservación de los recursos. Sin embargo, esto puede plantear algunos interrogantes relacionados con la sostenibilidad. Por un lado, esto supondría altos niveles de turistas en las áreas protegidas, lo cual masificaría el turismo; por otro lado, los recursos también se pueden obtener con un alto costo en los servicios turísticos, con lo cual el turismo de naturaleza estaría enfocado en un sector económico alto.
Por otra parte, Martínez y Blanco (2013) enumeran algunos retos del turismo de naturaleza para la conservación: (a) se hace necesaria la articulación de una política de turismo en tres niveles: nacional, regional y local; (b) la política de turismo debe ser el resultado de un proceso participativo; (c) se requiere adoptar un enfoque integrador, en el cual el turismo sea parte de un desarrollo global; (d) debe existir una evaluación de impactos ambientales; (e) ha de existir una política de conservación ambiental; (f) el crecimiento del turismo de naturaleza debe ser limitado.
A pesar de la buena voluntad del turismo de naturaleza de ser fuente de conservación, los retos para la sostenibilidad deben enfocarse en superar la visión economicista y de racionalidad económica que en muchas ocasiones es imposible dejar de lado.
Las relaciones entre visitantes y espacios dedicados a la conservación de la naturaleza pueden entenderse como interdependencias en territorios con una vocación para el turismo de naturaleza. Inevitablemente, estas interdependencias se establecen en un contexto en el cual el mercado del turismo puede guiar los objetivos de conservación con una finalidad principalmente económica, con el riesgo de seguir encasillando la naturaleza de forma utilitarista, enmarcada dentro de los paradigmas del desarrollo.
El análisis del turismo de naturaleza desde un enfoque sistémico complejo permite abarcar las interrelaciones e interdependencias de cada uno de los elementos que constituyen la actividad, y esto hace posible plantear estrategias contundentes hacia un aprovechamiento sostenible.