Retos y aprendizajes para el turismo de naturaleza en Colombia. Daniel R Calderón Ramírez
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4. PLANIFICACIÓN DEL TURISMO DE NATURALEZA
Las actividades alrededor del turismo de naturaleza, por estar estrechamente relacionadas con los espacios naturales y, en muchas ocasiones, por llevarse a cabo dentro de áreas naturales protegidas, requieren de una planificación y de un ordenamiento que prevengan cualquier tipo de impacto negativo que pueda ir en contravía de los objetivos de conservación de los espacios naturales (Fundación Reserva Natural La Palmita, Centro de Investigación, 2016). De esta manera, se ha avanzado en crear instrumentos de planificación cuidadosos, que aseguren la sostenibilidad de la actividad.
López (2007) relaciona la planificación del turismo como una acción de ordenar el territorio para que pueda cumplir con dicha finalidad dentro de un marco de sostenibilidad. La planificación turística puede ser entendida como el instrumento de una política pública capaz de dar una orientación hacia cómo desarrollar el turismo sin que este genere impactos negativos irreversibles sobre el ambiente y la sociedad.
La planificación territorial del turismo es una de las nuevas herramientas, tal como se deduce del análisis de la evolución de las políticas territoriales y turísticas y también de la producción científica reciente sobre dichas políticas y sobre la innovación en la gestión pública. (López, 2007, p. 52).
El paradigma de la sostenibilidad ha dirigido el objetivo de realizar una planificación turística en la que se considera que el territorio es el espacio utilizado y transformado para el desarrollo turístico, el cual debe ser orientado desde la sostenibilidad. Como ya se explicó, el término “sostenibilidad” no es homogéneo, así como el concepto de “planificación turística” tampoco lo es. Esta es una gran ventaja a la hora de proponer medidas de planificación para las características y especificidades territoriales, que no admiten la homogenización de estructuras metodológicas que encaucen la complejidad territorial. Pero, por otro lado, la amplia gama de interpretaciones de lo que es sostenible y aquello que no lo es hace que el concepto, que orienta la planificación, sea cada vez más difuso.
Sin embargo, la planificación turística adopta, de algún modo, el concepto de desarrollo turístico sostenible
como un proceso de cambio cualitativo producto de la voluntad política que con la participación imprescindible de la población local adopta el marco constitucional y legal, así como los instrumentos de planificación y gestión a un desarrollo turístico basado en un equilibrio entre la preservación del patrimonio natural y cultural, la viabilidad económica del turismo y la equidad social del desarrollo. (Vera, 2001, p. 9, citado en López, 2007, p. 54).
Para que la planificación turística pueda cumplir su objetivo, debe tener un marco jurídico legal que le permita ser una intervención administrativa por medio de la cual las administraciones públicas, junto con la participación de los actores interesados, puedan dictar las orientaciones para el turismo sostenible. Por esta razón, la planificación turística puede ser considerada como una intervención del Estado para regular la actividad con el fin de que esta se desarrolle de forma sostenible. El Estado puede tener la voluntad política de generar arreglos institucionales, como la gobernanza, para que este proceso se realice de una manera participativa (López, 2007).
Por otra parte, se considera que la planificación del turismo de naturaleza debe estar acorde con una planificación territorial. El diagnóstico de la potencialidad del territorio y la identificación de impactos negativos y positivos al desarrollar un turismo de naturaleza son excelentes puntos de partida para determinar los atractivos naturales y culturales que forman parte de la oferta de un producto turístico (Díaz et al., 2013).
Una correcta ordenación de las diversas actividades/servicios que puede acoger el territorio debe basarse, por un lado, en la capacidad del medio construido y/o natural, y, por otro, el impacto que puedan llegar a causar las mismas [sic], buscándose la utilización óptima de los siempre escasos recursos existentes y una adecuada distribución de estas actividades/servicios en función de las características de oferta y demanda del espacio. (Fuenzalida et al., 2013, p. 121).
Según Fuenzalida et al. (2013), la evaluación multicriterio (EMC) que tiene en cuenta diferentes variables sociales y ambientales es parte del mejor método para la realización de una cartografía que pueda establecer un concienzudo diagnóstico que permita establecer el potencial territorial para el desarrollo del turismo de naturaleza. Para poder completar una planificación territorial para el turismo de naturaleza, los autores enfatizan en que además son necesarios
la formulación de políticas públicas y [el] diseño de nuevos planes de ordenamiento de los territorios urbanos y rurales, que orientarán el desarrollo en función de las capacidades de uso de los territorios y de las aspiraciones locales y facilitará[n] co-construir instrumentos normativos que aseguren a las poblaciones un desarrollo más sostenible. (Fuenzalida et al., 2013, p. 135).
En este sentido, por ejemplo, los estudios de Rivera-Hernández et al. (2018) han utilizado la identificación de los atractivos relacionados con el turismo de naturaleza para evaluar el potencial territorial de la oferta de actividades asociadas con el ámbito cultural, principalmente aquellas vinculadas al turismo rural. El trabajo de los autores ha podido profundizar sobre los retos y las realidades del turismo de naturaleza, en especial en México, en donde la planificación y el ordenamiento deben estar primordialmente enfocados en trabajar con la comunidad para fortalecer sus niveles de organización comunitaria y trabajo en equipo, lo que permite el empoderamiento de la comunidad para lograr una óptima gestión y regulación del turismo de naturaleza.
Otros autores han recalcado como ejes centrales de la planificación y del ordenamiento del turismo de naturaleza los procesos de zonificación a partir de la identificación y del análisis del uso y potencial de determinados espacios de un territorio con esta vocación turística. Según Hermosilla et al. (2011), la zonificación para el turismo de naturaleza requiere la delimitación inicial de unidades turísticas, entendidas como espacios homogéneos en donde es posible realizar esta actividad en el territorio. Los principales criterios utilizados para la zonificación son la delimitación de subcuencas, el uso de suelo, las principales unidades geomorfológicas, la división predial, los centros poblados, los atractivos y la planta turística.
Según los autores, la zonificación proporciona una visión particular de diferentes unidades geográficas donde es posible establecer los potenciales usos para realizar una actividad turística. También la zonificación brinda la posibilidad de hacer otras actividades productivas que puedan ser complementarias al turismo, como la ganadería o la agricultura, o la definición de áreas de uso mixto (Hermosilla et al., 2011).
Otras propuestas consideran analizar el turismo de naturaleza desde un enfoque sistémico complejo, con el objetivo de poder abarcar de una manera amplia las interrelaciones e interdependencias que se establecen entre todos los componentes que lo conforman (Montaño-Arango et al., 2012; Ochoa y Morales, 2016; Ramírez, 2006).
El solo conocimiento de que el fenómeno turístico no es un fenómeno simple y aislado, sino que responde a todo un sistema integral de fuerzas socioeconómicas, fuerzas sociales, necesidades y requerimientos, aspectos técnicos y humanos, obliga a considerar toda una serie de factores inherentes al mismo [sic], así como su entorno, de manera que la conducción de la actividad turística en un país cuente