Los almogávares. David Agustí

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Los almogávares - David Agustí

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en la corte aragonesa para conocer las costumbres de su nuevo hogar hasta la consumación del matrimonio. Pero pronto Jaume II tiene que cumplir con el segundo de los pactos: su suegro le pide ayuda para reconquistar Tarifa. Así lo hace el rey aragonés, y Berenguer de Montoliu, persona de con fianza del rey, dirige varias galeras castellanas en la guerra de Tarifa.

      Pero durante todo este periodo la Corona de Aragón continúa desgastándose con el conflicto mediterráneo. El ansia de retener Sicilia obliga a Jaume II a enfrentarse –otra vez la eterna cuestión– con Francia y con el papa. Pero esta vez Jaume da un giro a su modo habitual de hacer y aprueba que todas las negociaciones diplomáticas las dirija su suegro, Sancho IV. Este asume con gran firmeza la propuesta de su yerno con la intención de potenciar, a su vez, su reino internacionalmente. Sancho IV entra de lleno en esta historia: su ambición y la situación geográfica de Castilla hacen que Sancho no quiera enfrentarse a Francia, aunque la paz firmada con Aragón no le ayude mucho. Tiene que convencer al rey francés de que la paz con Jaume II de Aragón es totalmente necesaria para mantener los reinos cristianos intactos, ya que cabe la posibilidad de que los musulmanes ataquen Castilla y que Aragón se alíe con ellos. Felipe de Francia plantea entonces la posibilidad de que Sicilia vuelva a manos papales, y así Carlos de Anjou renunciaría a sus pretensiones aragonesas. Con este pacto, Sancho reforzaría su amistad con Francia, ésta recuperaría Sicilia, y Aragón no tendría conflictos en el Mediterráneo. Pero Jaume sigue con el empeño de retener la isla.

      Sancho de Castilla consigue reunir a Jaume y a Carlos de Nápoles para llegar a un acuerdo. Antes de la reunión, y para mayor seguridad, Sancho ha dispuesto que los hijos de Carlos estén en manos de Jaume hasta la consecución de un pacto. La cita es en Logroño a finales de julio de 1293. Jaume II no se fía en absoluto de su suegro y entre vacilaciones sobre el pacto redacta un escrito secreto en el que cuenta que accede a todo lo que proponga Sancho debido a que se encuentra bajo coacción, pero que lo estipulado no tendrá ningún valor. Asimismo, se da cuenta de que tiene posibilidades de pactar con Carlos sin la molesta presencia de su suegro.

      El monarca aragonés se reúne en diciembre de 1293, en la localidad de La Jonquera, con Carlos el Cojo, hijo de Carlos I de Anjou, con el que llega al acuerdo de que él renuncia a Sicilia y a cambio se casa con la segunda hija del rey francés, Blanca de Anjou, ya que el primer matrimonio con la hija de Sancho IV no se ha consumado. El pacto incluye también que su hermano Federico tenga una compensación territorial. Pero el cumplimiento de este acuerdo sufre continuos retrasos por los cambios constantes en el Papado, hasta que en diciembre de 1294 es nombrado pontífice Bonifacio VIII, gran precursor de la paz.

      Meses más tarde el pacto de paz se hace realidad. El 25 de junio de 1295, en la ciudad de Anagni, cercana a Roma, se llega a un acuerdo de paz entre la Santa Sede, Nápoles, Francia y la Corona de Aragón. Durante la reunión en Anagni el papa anula el anterior matrimonio, de Jaume con la infanta Isabel de Castilla, al no consumarse el matrimonio y acepta el compromiso entre Blanca de Anjou y Jaume II de Aragón. La dote que Carlos da a su hija es de cien mil marcos. Jaume II devuelve a manos pontificias el Reino de Sicilia, re tira a todos sus súbditos de la isla y libera a los hijos de Carlos el Cojo. Para compensar a Aragón de la pérdida de Sicilia, el papa entrega Cerdeña y Córcega a Jaume II. El pacto se extiende a la paz con Francia; Carlos de Anjou renuncia a sus pretensiones a la Corona de Aragón y el reino balear de Mallorca es devuelto al tío de Jaume II, el rey Jaume de Mallorca, pero con la condición de que este último acepte el vasallaje a la Corona aragonesa.

      El pacto resulta insultante para los sicilianos, que se reúnen en su Parlamento e intentan convencer al monarca aragonés que se desdiga del tratado. Pero el monarca está más pendiente de resolver su futuro matrimonio con Blanca de Anjou. Finalmente, después de las nupcias celebradas el 25 de octubre de 1295, el monarca decide recibir a los embajadores sicilianos, que le trasladan las resoluciones acordadas en el Parlamento. Los embajadores protestan las decisiones tomadas por el rey, pero este les hace caso omiso. Por esta razón deciden regresar a Sicilia, sabiendo que ahora están dirigidos por sus antiguos enemigos, los Anjou.

      Bonifacio VIII, al darse cuenta de lo sucedido, decide enviar a Jaume II una carta recordándole que debe cumplir los pactos y, además, lo nombra capitán general de la Santa Iglesia Romana (2 de enero de 1296). El papa envía una embajada pontificia a Sicilia para empezar a gobernar, pero los sicilianos les niegan la entrada y son expulsados de mala manera solo con pisar puerto. El papa no puede controlar la situación y escribe una carta al hermano de Jaume, Federico, para reiterarle su voluntad de casarlo con Catalina de Courteux, emperatriz de Constantinopla. Todo ello no sirve para nada: el único camino que deciden tomar los sicilianos, y con ellos Federico, es el enfrentamiento abierto. Los sicilianos rechazan de pleno el tratado de Anagni y coronan rey a Federico el 25 de marzo de 1296. Este, mediante una misiva a su hermano Jaume, le solicita la adhesión a su nombramiento. Pero Jaume, demasiado atado por el tratado de Anagni, no puede ayudarle y reitera su compromiso a Bonifacio VIII. Es el inicio de una cruenta guerra entre hermanos y gentes de una misma nación.

      Federico inicia su reinado con pretensiones expansionistas y un fuerte ejército que comienza a cosechar éxitos. El papa advierte del peligro a Jaume II y le presiona para que colabore en una guerra contra Sicilia. Al principio Jaume se niega alegando el coste del conflicto armado que aún mantiene con Castilla. Pero el papa le hace una oferta que no puede rechazar: aprovechando el enlace matrimonial de Roberto de Anjou con la infanta Violante, hermana del monarca aragonés, le corona rey de Córcega y Cerdeña (4 de abril de 1297) y le obliga a participar en la contienda contra los sicilianos. Finalmente, Jaume accede a un pacto de paz con Castilla para así poder enfrentarse a su hermano. A pesar de ello, el papa no se fía de las verdaderas intenciones de Jaume. El soberano aragonés, bajo la bandera de la Santa Sede, se prepara para atacar a Federico, pero este, anticipándose, ataca las galeras de su hermano. Durante el verano de 1298, Federico consigue grandes victorias y que las tropas catalanoaragonesas se retiren. Pero Jaume de Aragón no es un monarca que se rinda fácilmente y un año más tarde decide volver a la acción. Junto a los genoveses, consigue rápidas victorias, siendo la definitiva la de cabo de Orlando (julio de 1299). Pero pese a ser el vencedor, Jaume II de Aragón se limita a realizar un canje de prisioneros con Federico y abandona la isla. Esta postura abona la idea de Bonifacio VIII de que el rey catalán es un traidor.

      Por su parte, Federico reanuda la contienda, pero ahora se enfrenta a un antiguo colaborador, Roger de Llúria. Este, de origen siciliano, se había de cantado del lado papal en el momento en que el Parlamento de Sicilia no aceptó el tratado de Anagni. Roger de Llúria inflige una severa derrota a Federico en Ponza (1300). Sin embargo, Federico no se rinde, decide impulsar un nuevo ejército y contrata a personajes de relevancia militar y de experiencia marítima. Uno de ellos es Roger de Flor, que pocos años después se con vertirá en el protagonista de la mayor aventura militar catalana. El rey Carlos intenta reunir más fuerzas para atacar Sicilia y pone al frente del ejército a su hijo Felipe, príncipe de Tarento. Felipe recibe un duro castigo en Falconara (diciembre de 1300) por el ejército capitaneado por Roger de Flor y cae mal herido y prisionero de los sicilianos. La guerra continua con sucesivos fracasos y victorias de ambos lados, pero sin perfilarse un horizonte final.

      La larga guerra de casi seis años consigue que los dos monarcas enfrenta dos, Federico de Sicilia y Carlos de Nápoles, piensen en establecer un tratado de paz. Aunque también es posible que ambos lados ya hubieran mantenido contactos con anterioridad, lo cierto es que ambos monarcas se reúnen en Caltabellota (Italia). El 31 de agosto de 1302 se firma el tratado de paz. Por este acuerdo, Carlos de Nápoles renuncia a sus pretensiones sobre Sicilia, reconoce a Federico como rey de la Trinacria (antiguo nombre de Sicilia), pero –según una fórmula de Bonifacio VIII– solo en vida de éste, ya que luego el reino pasará a manos de Carlos II de Nápoles, hijo de Federico con Eleonor, hija de Carlos de Nápoles; mientras, Federico debe abandonar las tierras ocupadas en Calabria.

      La paz de Caltabellota deja sin ocupación a un joven guerrero cuya ambición será la que logre la verdadera expansión

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