Derecho administrativo y ciudades inteligentes. Grenfieth de J. Sierra Cadena

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decidido apartarse de la línea ‘tradicional’ de Obama, que da el mismo peso a los tres llamados pilares del gobierno abierto. Así, estos han optado por describir a la Administración Pública propia del gobierno abierto a partir de sus otros dos pilares (participación y colaboración) y de la dinámica relacional y de doble vía que se genera a partir de estos.

      Por ejemplo, López (2014) se enfoca en lo que él llama la dimensión práctica del gobierno abierto, siendo esta la que tiene que ver con los componentes de participación y colaboración. Según él, son estos dos componentes los que retan a la Administración Pública a cambiar radicalmente, pues implican un cambio en el eje de poder de los Estados democráticos. De conformidad con López (2014), a partir de las políticas de gobierno abierto el poder ya no lo ejercen solamente los Gobiernos, sino también el ciudadano, quien no solo pasa de ser ciudadano-receptor a ciudadano-gestor, sino también a copartícipe y coresponsable de la creación de valor público.

      Por su parte, Johnston (2010) plantea que la política de gobierno abierto lleva a que se genere una infraestructura de gobernanza definida por interacción y basada en la participación (interaction-defined, participation-based governance infraestructure). En palabras del autor, “instead of controlling the behaviour of individuals, leaders release power back to the community through the use of an incentive-centered design to create conditions for people to choose how they want to participate in their communities, work together, and interact with their environment. This is a shift from a command and control to a coordinate and cultivate style of management” (p. S126). En ese orden de ideas, se pasa de un gobierno de instituciones a un gobierno plataforma, que maneja información para facilitar la interacción entre diversas personas y coordinar la participación y la co-producción de contenido generado por el usuario para manejar las tareas del Gobierno.

      En forma similar, Ramírez-Alujas (2011) propone la configuración del concepto de gobernanza abierta y colaborativa. Según este autor, este tipo de gobernanza se apoya en el ofrecimiento de datos abiertos para crear espacios de contacto directo con la ciudadanía (mediante la Web y otros medios), que en últimas buscan promover la coproducción de valor público, social y económico. De esta manera, el Gobierno se transforma de proveedor de servicios a gestor de plataformas, “permitiendo que otras entidades y/o usuarios, utilizando los datos públicos liberados, puedan crear nuevas prestaciones en la Web y agregar valor público” (p. 115).

      Siguiendo a Ramírez-Alujas (2011), Mariñez (2016) habla de un gobierno abierto relacional, entendido como “el conjunto de innovaciones que tienen por objeto la participación y la colaboración para dar cabida a nuevas formas de articulación entre la sociedad y el Gobierno” (p. 54). En otras palabras, se trata de un modelo de Administración Pública basado tanto en las relaciones de colaboración que se dan entre el Gobierno y los ciudadanos y el sector económico, como en la gestión pública participativa que se sustenta en lo que Mariñez (2016, p. 54) llama los “saberes cívicos”4. Según el autor, tanto en uno como en otro caso son las TIC las que permiten el intercambio de experiencias y conocimientos. Por eso, Mariñez (2013) habla de los gobiernos como plataformas de democracias participativas.

      Valenzuela (2013), por su parte, también hace énfasis en el pilar de colaboración. Sin embargo, a diferencia de los demás autores mencionados, que suelen referirse a la colaboración entre el Gobierno y los ciudadanos, este autor llama la atención sobre la colaboración intergubernamental. En consecuencia, propone que las Administraciones Públicas propias del gobierno abierto se inserten en un “marco de renovado federalismo, más cooperativo, comunicativo y colaborativo” (p. 39), que les permita gestionar asuntos públicos complejos que involucran la acción de diversos órdenes gubernamentales.

      Por último, las organizaciones Access Info Europe y Open Knowledge Foundation (2011) señalan que las políticas de gobierno abierto permiten transitar de la transparencia a una gobernanza participativa, en la que no solo se pueden leer contenidos, sino también gestionar conversaciones. Es decir, permiten alcanzar lo que en su documento han llamado “a full—read/write society” (p. 79).

      En conclusión, los autores que hacen parte de esta primera corriente teórica —que toma como objeto de estudio a las políticas de gobierno abierto— seleccionan a la transparencia, a la participación y a la colaboración como los valores principales del nuevo modelo de Administración Pública. Del mismo modo, hacen alusión a las nuevas tecnologías, al uso de datos abiertos y a la interacción que se logra a través de la Web 2.0, como las principales herramientas que han permitido generar esa transformación de la Administración. Al respecto, llama la atención la relativa unanimidad y ausencia de controversia que parece existir en la materia. Así, a pesar de que las distintas tendencias analíticas aquí estudiadas proponen énfasis diferentes, todos los autores reconocen de una u otra medida la presencia de todos esos elementos. Del mismo modo, resulta interesante notar que, sin importar el énfasis adoptado (ya sea en la transparencia, en la participación y colaboración o en las tres), varios autores llegan a describir a la nueva Administración Pública con el mismo término de “gobierno como plataforma”, inicialmente introducido por O’Reilly (2009).

      2. El impacto de las políticas de ciudades inteligentes sobre el modelo de Administración Pública local

      Así como no existe una definición unánime sobre el concepto de ciudad inteligente, las posiciones también varían en relación con el impacto de su implementación en el modelo de Administración Pública. Al hablar de ciudades inteligentes se habla de integración de servicios, conectividad, sostenibilidad, eficiencia, participación, innovación, entre otros. De la misma manera, al referirse a sus efectos sobre el modelo de Administración Pública, los estudiosos sobre el tema aportan varias tendencias. Algunos autores hablan sobre un modelo de gobernanza urbana participativa, en el que se privilegia la interacción con el ciudadano. Otros se refieren a la gobernanza procrecimiento, en donde lo que resulta relevante son las relaciones con el sector económico, pues es el que impulsa el desarrollo de las ciudades. En tercer lugar, existen académicos que llaman la atención sobre la forma en la que las políticas de ciudades inteligentes han desembocado en una especie de gobernanza tecnocrática, en la que se apunta principalmente a formular políticas públicas basadas en los datos que las TIC nos proveen. Por último, se encuentran los autores más innovadores, que tratando de adelantarse a su tiempo hablan de la gobernanza urbana de datos.

      2.1. Gobernanza participativa

      Algunos autores (Patiño, 2014; Ministerio de Industria, Energía y Turismo de España, 2014; Townsend y Lorimer, 2015) plantean que a partir de las políticas de ciudades inteligentes el modelo de Administración Pública ha virada hacia la gobernanza participativa, en la que diversas soluciones pueden surgir de diferentes fuentes y sin el control de las autoridades locales.

      Para Patiño (2014), por ejemplo, el efecto más importante de las ciudades inteligentes es lo que él llama un “enfoque de gobernanza multiparticipativo”. Según él, “una ciudad abierta probablemente no podría aspirar a tener un centro de control y mando desde donde dirigir qué servicios se crean y cómo. No obstante, tiene la posibilidad de influir en la agenda, permitiendo a la sociedad civil y el sector privado producir nuevos servicios o modificar los actuales con base en datos abiertos” (p. 20).

      En forma similar, el Ministerio de Industria, Energía y Turismo de España (2014) considera que “en un ecosistema de datos abiertos la ciudad se beneficia de una aproximación más abierta donde distintas soluciones pueden surgir sin el control directo de las autoridades, evolucionando hacia nuevas formas de gobernanza dónde, aunque exista una autoridad central que guíe el proceso, podrán ser también muchos otros los actores implicados” (p. 10) (cursiva añadida).

      En consecuencia, lo relevante para estos autores es la participación que se genera por parte de actores diferentes al Gobierno local. A partir de la apertura de los datos de las ciudades inteligentes, el sector privado y la sociedad civil pueden contribuir en el desarrollo de las ciudades, al aportar

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