¿Por qué los buenos soldados hacen cosas malas?. Giovanni Alberto Gómez Rodríguez

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу ¿Por qué los buenos soldados hacen cosas malas? - Giovanni Alberto Gómez Rodríguez страница 10

¿Por qué los buenos soldados hacen cosas malas? - Giovanni Alberto Gómez Rodríguez Ciencias Humanas

Скачать книгу

militar respecto a su entorno como recurso de autopreservación y la preocupación exclusiva por la competencia técnica militar eran obstáculos—.

      No tiene demasiado sentido que una profesión proclame que está al servicio del bien público. Para estarlo, se requiere una buena comprensión de la sociedad, de su sistema político y de una ideología que asegure actuaciones políticas coherentes. Ninguna profesión puede comprender y desempeñar adecuadamente su propio papel social sin comprender primero el contexto sociopolítico dentro del cual este debe desarrollarse.11

      Un hallazgo del estudio de Sarkesian que merece especial mención es haber pronosticado el efecto negativo de la tecnología sobre la institución militar; la disputa a favor y en contra acerca de los referentes que deberían prevalecer en la educación profesional se tensaba entre la experticia técnica y la capacitación militar orientada exclusivamente a obtener éxito en el campo de batalla. Sarkesian se plantea que, si aceptamos la premisa de que el empleo de la fuerza en el futuro será altamente complicado y difícil de administrar, y que la habilidad de los seres humanos para manejar una gran variedad de procesos será limitada, entonces se puede aceptar fácilmente la necesidad de mayor formación técnica. No obstante, le preocupa que, en este ambiente, el juicio humano sea fácilmente relegado por la toma de decisiones mecánica —administrada por computadora— y se cree una brecha entre la élite militar y los elementos humanísticos dentro de las fuerzas y respecto a la sociedad. En sus palabras:

      La pericia del profesional militar cuya principal preocupación es la supremacía tecnológica y la aplicación eficaz de la fuerza es fundamentalmente antagónica a los impulsos humanistas de una democracia, incluso en el contexto de la era tecnológica. La pregunta es si la profesión puede servir adecuadamente al Estado democrático con tal orientación. Creemos que no puede.12

      Hoy sabemos que altos niveles de tecnología han sido apropiados por los ejércitos con bastante éxito, pues indudablemente han mejorado su eficacia y letalidad. Sin embargo, ello también generó ambigüedades éticas, como la dispersión de la responsabilidad en el uso de aeronaves remotamente controladas, drones armados con capacidad de hacer blanco en personas, instalaciones y vehículos. El problema no fue que la tecnología relegara al elemento humano en la toma de decisiones o hiciera posible la muerte a distancia, sino la dependencia que la absoluta conectividad generó en los escalones tácticos de combate para la toma de decisiones. Cuando el teatro de operaciones y la forma de operar cambiaron, las decisiones no podían seguir atravesando la cadena de mando —salvo en el uso de drones y armas de acción remota—.

      La tecnología de uso militar alcanzó un nivel marginal hasta el punto de llegar a ser contraproducente. A diferencia de lo que Sarkesian pensaba, los hombres capacitados técnicamente no dominaron la élite militar, sino que prevaleció la figura del líder heroico; la tecnología dio paso a nuevos cargos en los Estados y Planas Mayores, pero los comandantes de pequeñas unidades perdieron autonomía y se redujo su capacidad de respuesta espontánea y su iniciativa, en momentos en que justamente estos atributos de liderazgo eran prioritariamente requeridos. Sin duda, esto devino en un riesgo de transgresión moral: los hombres se veían cada vez más inmersos en una cadena de procedimientos y, por ende, menos responsables de las acciones propias, es decir, tenían escasos estímulos para detenerse a pensar, a hacer juicios morales acerca de sus acciones. Se podrá refutar: ¿en qué momento hay lugar para ello? Y sería correcto replicar: en los momentos previos, de pausas, de letargia,13 en los cuales el militar reflexivo14 debe plantearse preguntas: ¿si estuviera en determinada situación, qué haría?, y la institución debería promover y facilitar esta actividad,15 particularmente en la ejecución de operaciones postmodernas que, además de verse afectadas por el impacto de la variable tecnológica, presentan ambigüedades y mayores desafíos.

      El trabajo de Sarkesian fue replanteado por Don M. Snider, John A. Nagl y Tony Pfaff en 1999, en un trabajo titulado Army Professionalism. The Military Ethic, and Officership in the 21st Century, en el seno del entonces recién creado Centro para la Ética Militar Profesional del Ejército de Estados Unidos. Estos autores tomaron el planteamiento de Sarkesian como marco de referencia para analizar la profesión militar de forma sistemática y ordenada. En ese sentido, propusieron una matriz de 3 × 3 de interacciones sociales, políticas y funcionales inherentes a la relación entre una sociedad democrática y su ejército. Así, cada uno de los componentes puede ser analizado en tres niveles o perspectivas: la sociedad estadounidense, la institución militar y el soldado dentro de la institución. Estas relaciones y asuntos presentes en la agenda pública del momento, señalan los autores, crean tensiones saludables y disfuncionales entre las diferentes perspectivas; estas interacciones son las que nos interesa resaltar, es decir, cómo en un momento coyuntural de la pos Guerra Fría los autores antes mencionados analizaron las mismas relaciones que Sarkesian había examinado casi dos décadas antes, sin perder de vista que, más que el contenido de los argumentos, nos proponemos llamar la atención sobre la estructura metodológica.

       Tabla 1. Componentes

Componentes
Nivel de análisis Técnico-militar Ético Político
Sociedad Prohibición de minas terrestres, operaciones militares diferentes a la guerra Ética egoísta o postmoderna Aversión a las casualidades, intervencionistas
Institución militar Autorización de devolución de mercancía, recursos, reclutamiento, profesionalismo en declive La ética profesional militar y la fuerza de protección Doctrina Powell y fuerza de protección
Soldado individual Habilidades individuales, retención Valores individuales Políticas individuales, brecha cívico militar

      Fuente: American Military Professionalism.16

      No incluiremos referencias del componente funcional (técnico-militar) ni del político, pues nos parece pertinente centrar la atención en el ético. Los autores explican que este componente busca en cada nivel de análisis dar respuesta a las siguientes preguntas: ¿qué deben hacer el oficial y el soldado?, ¿qué clase de líderes debe tener el ejército? Las respuestas a estas preguntas establecen normas de comportamiento individual y colectivo, en función de los cursos de acción y resultados que el oficial está obligado a buscar; es decir, constituyen una ética militar profesional, definida por los autores como “el cuerpo de principios morales o valores que gobiernan una cultura particular o grupo”.17

      En el nivel de la sociedad, a pesar de reconocer que la sociedad estadounidense es ecléctica y abraza una variedad de creencias éticas, esas tendencias han sido etiquetadas incorrectamente como postmodernas. Los autores sostienen que el término alude más bien a una compleja colección de creencias y teorías que en esencia rechazan la idea de que haya una verdad objetiva, ética o de otra índole. Sin un estándar objetivo de verdad, los individuos y grupos eligen qué es la verdad, es decir, que esta es relativa a sus deseos y creencias. Otra manifestación de esta suerte de relativismo es el egoísmo irreflexivo, el cual promulga que lo moralmente bueno es “lo que es mejor para mí”. Los autores separan la tendencia ética postmoderna de la ética fundada en el egoísmo, y sostienen que esta última, a diferencia de la primera que apela al absoluto relativismo, se constituye

Скачать книгу