Fidelidad, guerra y castigo. Sergio Villamarín Gómez
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73. La petición es de 30 de septiembre, y la orden se recibe el 4 de octubre. José Vicente Ortí y Mayor, Manifiesto…, op. cit., BUV, Mns. 17.
74. ARV, Generalidad. 3274. 22 de octubre y 7 de noviembre.
75. ARV, Generalidad. 3274. 6, 10 y 22 de octubre. 7 de noviembre, el memorial de gasto presentado por Mathías Villacampa nos muestra la existencia de correos enviados el 14 y el 30 de octubre.
76. José Vicente Ortí y Mayor, Manifiesto…, op. cit., BUV, Mns. 17. María Carmen Pérez Aparicio, «Las relaciones entre el rey…», pp. 468-469.
77. ARV, Generalidad, 3274. 7 y 16 noviembre.
78. Vamos a recordar brevemente los pasos que se han seguido para llegar a esta situación. La declaración de caso inopinado se produce el 20 de agosto. La asignación de fondos para cubrirlo asciende a la cantidad de 4.000 libras procedentes de los derechos nuevos. El 29 de agosto entregan a los tres estamentos 300 libras con cargo a esos fondos. El 8 de octubre se entregan 2.000 libras a Torres Eximeno. Las 1.700 libras restantes se entregan en la fecha señalada.
79. El 10 de octubre se señalan 5.000 libras para cubrir el caso inopinado de Tortosa y Vinaroz. El 7 de noviembre entregan 1.500 libras a Monflorit por encargo del virrey. La petición del virrey ascendía a la suma de 3.000 libras, pero sólo entregan las comentadas 1500 libras. El 19 de noviembre entregan todos los fondos que poseen de derechos nuevos para tratar de satisfacer las 1.500 libras que no pudieron pagar el 7 de noviembre.
80. Sobre la junta de la costa en el momento de su creación y las bases de la defensa del litoral valenciano, Peligros Belchí Navarro, Felipe II y el virreinato valenciano (1567-1578). La apuesta por la eficacia gubernativa, Valencia, 2006, pp. 217 y ss. Sobre la convivencia de esta junta con la Generalidad en materia defensiva en la época de este trabajo, Sergio Villamarín Gómez, La Generalitat valenciana…, op. cit., pp. 39-40.
81. ARV, Generalidad, 3274, 25 de noviembre. José Vicente Ortí y Mayor, Manifiesto..., op. cit., BUV, Mns. 17. «Pues con los rumores aunque distantes de la guerra, se deliberó por el Reyno un tercio (que así se llamavan los que aora regimientos) de seiscientos infantes pagados por tiempo de seis meses de tiempo (sic) con solo la noticia que participó su Magt. de su salida para la campaña de Portugal, se dilató el regimiento para dos años continuos que el día 19 de abril de 1702 se entregaron todos los seiscientos completos…»
82. José Vicente Ortí y Mayor, Manifiesto..., op. cit., BUV, Mns. 17. Recoge esta situación en un mensaje que se envía al virrey mostrando el peligro de traición del regimiento de Nebot. La misiva lleva fecha de 2 de diciembre. El nombramiento de virrey sí se recoge en el Ayuntamiento de Valencia. AMV, Lletres Misives, g3-63, p. 246. La carta viene fechada el 17 de noviembre de 1705. «La més gochosa notícia que podia esperar esta ciutat en les ocurrències presents, y o, seria en tots temps és la que V. Exa. se ha servit participar-nos de haver Sa Magestat (que Déu guarde) fet elecció de V. Exa. Per a nostron virrey, y capità general…»
83. José Vicente Ortí y Mayor, Diario..., op. cit., 11 de diciembre de 1705.
84. ARV, Generalidad, 3274, 12 de diciembre.
85. Vicente Graullera Sanz, Los notarios de Valencia y la guerra de sucesión, Valencia, 1987, pp. 31-32.
86. ARV, Generalidad, 3274, 14 y 15 de diciembre. José Vicente Ortí i Mayor, Diario…, op cit., p. 88.
2. EL GOBIERNO AUSTRACISTA
1. BASSET RESPONSABLE DEL REINO
La mañana del 15 de diciembre presenció los desvelos y afanes de una parte importante de la nobleza y el grueso de los representantes institucionales ante la amenaza austracista sobre la ciudad. Los diferentes relatos que tenemos sobre las horas previas a la rendición de la ciudad –del austracista Castellví, a los borbónicos Miñana, Ortí o Planes– se muestran coincidentes en lo esencial. Por un lado, el enorme desconcierto de las instituciones –y de los grupos sociales allí representados– ante la pasividad de las autoridades militares borbónicas por la indefensión absoluta de la villa; y por otro la querencia popular hacia los sublevados bien por odio a los franceses, bien por amor dinástico, o bien por el efecto de las prometidas exenciones de Basset. Si a esto le unimos la condición campesina del grueso de los rebeldes que se presentaron ante la ciudad, comprendemos la rápida rendición ante el temor a levantamientos similares dentro de sus muros.1
Tal vez el relato de Ortí pese a su declarado borbonismo posterior –presentando un apoyo monolítico de los grupos rectores ciudadanos a la causa borbónica frente a una plebe enfebrecida por la revuelta– sea la mejor guía de los acontecimientos previos a la capitulación. Tras múltiples visitas a Villagarcía y al duque de Cansano –superintendente militar enviado por el gobierno– concluidas sin resultado alguno, los nobles constituyeron dos compañías que patrullarían la ciudad en previsión de incidentes. Las horas transcurrieron con la temida confirmación del avance sin obstáculo de los rebeldes y con ello el regreso de las las cuitas entre nobles e instituciones. En lo que respecta a la generalidad, se redoblaron los centinelas en la casa de las armas, donde acudieron personalmente los diputados acompañados de Tomás de Anglesola y otros 16 nobles. Según Ortí, tras comprobar el reducido número de efectivos del que disponían fue uno de los diputados a solicitar ayuda al virrey, que envió a la compañía de notarios. Pero tan reducida aportación poco o nada podía hacer para alterar la inexorable rendición de la ciudad ante el multitudinario avance popular austracista. Así,
Allá a las 5 de la mañana, desde el baluarte mismo, se oyeron a los lejos tambores y clarines, y se descubrieron unas hogueras, lo que confirmó ser verdaderos los rezelos de la noche antecedente. Acercóse tanto el enemigo, que llegó hasta el convento de Jerusalén, que está fuera del portal de San Vicente. Hizo sus llamadas y, por último, se llegó a capitular, porque aunque para los que venían eran bastantes los de Valencia y aún sobravan, pero como alguna parte de el pueblo estaba inclinado a seguir su partido, fue precisso que los magistrados cediesen por miedo de las inquietudes y motines, lo que no hubiera sucedido si viessen unión en todos; siendo tan general la aclamación y el afecto al señor archiduque, que así que se divisaron a las puertas de la ciudad, como todos los portales estaban cerrados, la gente de dentro se descolgava por el muro y el portal de Ruçafa para salir a incorporarse con la que venía, lo que se observó desde el baluarte de la casa de las Armas donde yo estaba desde la una de la noche, martes, hasta las primeras oraciones de los miércoles. Desde allí se observó también las tropas y quadrillas de los labradores de la huerta, que ivan armados a incorporarse con los enemigos…2
Únicamente faltaba el incendio de la cárcel de la torre de Serranos y la fuga de sus presos, para acelerar la capitulación de una ciudad cuyas instituciones estaban aterrorizadas.
Tras su rendición a una multitud escoltada por las tropas de Juan Bautista Basset y Rafael Nebot, Valencia pasó a ser gobernada directamente por el general valenciano, con calidad y poderes parecidos a los del virrey.3 Al menos hasta que Carlos III reconstruya su administración. La primera medida de los recién llegados se encaminó a asegurar su recién conquistada capital. El 17 de diciembre, Basset estableció dos compañías para que defendiesen la casa de las armas.4 El arsenal del reino quedaba así a salvo tanto de posibles agresiones de los ejércitos borbónicos que campaban por los alrededores de la ciudad, como de la población que pretendiera armarse. Y no necesariamente para oponerse a Basset. En momentos tan delicados y frente a unos apoyos tan marcados