Educar o reeducar al perro. Franco Fassola
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El juego es el instrumento principal de su desarrollo psicológico, porque jugando el perro aprende a expresarse utilizando el lenguaje del cuerpo.
En este periodo cualquier expresión de la vida cotidiana es útil para adiestrar a los cachorros. Por ejemplo, la madre enseña la jerarquía del grupo a los cachorros cuando les controla el acceso a la comida, impidiendo que los hambrientos se abalancen sobre la comida sin respetar un orden preciso – como hacían cuando mamaban— y les enseña quiénes tienen derecho a comer los primeros, que son los que están en la parte alta de la escala social (véanse las reglas sobre el territorio y la caza).
La mejor edad para adoptar un perro es la octava semana, cuando su desarrollo psíquico y físico se encuentra en un buen punto.
El periodo juvenil va desde la décima semana hasta la madurez, y no es más que la prolongación de la socialización. El cachorro continúa su proceso de maduración, convirtiéndose en un adulto más o menos integrado en la sociedad canina y en la humana. Durante el periodo juvenil, el cachorro es receptivo a las enseñanzas y puede aprender comportamientos complejos, por lo que este es el mejor momento para empezar a educarlo, presentándole los ejercicios como un juego divertido.
La elección del cachorro
La elección del cachorro significa el inicio de una relación con un ser vivo que, a partir de ese momento, pasará su vida junto a nosotros. Es una decisión importante, que debe ser valorada y para la que deben tenerse en cuenta muchos factores.
Las motivaciones
Un propietario sensato debe tener presente las motivaciones que lo llevan a decidir la compra de un determinado animal.
Se puede querer un perro para:
1. Tener a alguien a quien canalizar el deseo de dar y recibir cariño.
2. Establecer un contacto directo con el mundo animal.
En la elección del cachorro hay que tener en cuenta muchos factores. (Fotografía de Balistreri)
3. Obtener un compañero para personas solas o para un niño.
4. El deseo de rescatar a un ser vivo de la perrera, o salvarlo de la eutanasia.
5. El deseo de criar un perro de una raza concreta.
6. Participar en muestras caninas.
7. Seguir la moda, es decir, poseer un perro que los amigos envidiarán.
Son muchas las razones para compartir la vida con un perro, unas más nobles, otras menos: lo importante es ser sincero con uno mismo y renunciar si no se está convencido de lo que se hace.
Toda la familia debe ponerse de acuerdo
Además de saber claramente el motivo que nos ha inducido a adoptar un perro, es importante que la elección satisfaga a todos los miembros de la familia. Si no se está de acuerdo con la necesidad de tener un animal en casa, si uno quiere un perro de raza grande y otro lo quiere pequeño, si uno quiere que sea de raza y otro lo prefiere mestizo, si uno cree que debe ser educado y otro considera que tiene que vivir siguiendo su instinto, si uno es partidario de tenerlo dentro de casa y otro en el jardín… Por ello, es fundamental tratar el tema en familia y buscar un compromiso que contente un poco a todos, para estar en condiciones de acoger al cachorro en un ambiente tranquilo.
La raza
La elección de la raza debe tener en cuenta algunos factores:
* La valoración estética: debemos escoger la raza que más nos guste o, en el caso de un mestizo, que tenga un aspecto que nos resulte agradable, pero sin olvidar el carácter.
* El uso que se le va a dar: si queremos un perro de guarda, deberemos orientarnos hacia razas grandes, fieles y obedientes. Es preferible seleccionar las más conocidas y empleadas para esta función; si nos decantamos por una raza menos conocida, es fundamental informarse sobre sus aptitudes (defensa, utilidad, pastor, caza, etc.) y el uso al que se destina en su país de origen.
* El lugar en donde deberá vivir: por ejemplo, no es aconsejable un perro de pastor en un piso, porque estas razas necesitan espacios abiertos para moverse.
* El tiempo que podremos dedicar a su higiene: si trabajamos todo el día y disponemos de poco tiempo no deberemos elegir razas de pelo largo, que deben ser cepilladas diariamente.
* La composición del núcleo familiar: si tenemos niños pequeños escogeremos una raza paciente y con tendencia a la sumisión.
* El dinero que podemos gastar: los perros de raza son caros, no olvidemos este aspecto.
* El tiempo que podremos dedicarle: los perros, y esto es válido para todas las razas, son animales sociables, que viven en grupo y colaboran entre sí; por esto es fundamental dedicar tiempo a nuestro amigo de cuatro patas. No basta con llevarlo a pasear cinco minutos tres veces al día, sino que hay que jugar con él y encontrar la manera de hacer que participe en nuestra vida.
Hechas estas premisas, ya se puede considerar qué raza se adapta mejor a nuestras exigencias familiares. Respecto a las actividades físicas, hay razas más sedentarias que otras, o que, debido a su talla, pueden hacer ejercicio en casa. Otras necesitan correr al aire libre (perros de caza, de pastor, etc.); antes de elegir la raza conviene informarse sobre sus aptitudes y sobre el uso al que está destinada, para saber cómo repercutirá en términos de tiempo la llegada de nuestro nuevo amigo.
Para facilitar la elección hemos elaborado dos clasificaciones que agrupan las distintas razas de perros según sus cualidades psicológicas. La primera es el resultado de un estudio llevado a cabo por dos especialistas americanos en comportamiento animal, Benjamin y Lynette Hart, que clasificaron 56 razas caninas (las más conocidas en Estados Unidos) pidiendo a 48 veterinarios y 48 jueces sus opiniones respecto a trece comportamientos típicos del perro, como el dominio sobre el dueño, la predisposición a la guarda, etc., cuyas respuestas finalmente ordenaron en tres categorías: la agresividad, la reactividad y la predisposición al adiestramiento.
1. Agresividad muy alta – reactividad muy baja – predisposición al adiestramiento muy baja: pastor alemán, dobermann, rottweiler.
2. Agresividad muy alta – reactividad alta – predisposición al adiestramiento media: fox terrier, teckel, chihuahua, schnauzer, scottish terrier.
3. Agresividad alta – reactividad baja – predisposición al adiestramiento baja: san bernardo, dálmata, dogo alemán, boxer, lebrel afgano.
4. Agresividad media – reactividad alta – predisposición al adiestramiento muy alta: caniche toy, caniche pequeño, caniche, springer spaniel.
5. Agresividad media – reactividad alta – predisposición al adiestramiento baja: pequinés, cocker spaniel, setter irlandés, beagle.
6. Agresividad baja – reactividad baja – predisposición al adiestramiento alta: labrador, golden retriever, terranova.
7. Agresividad muy baja – reactividad muy baja – predisposición al adiestramiento baja: bobtail, baset.
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