Educar o reeducar al perro. Franco Fassola
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La segunda clasificación fue elaborada por Stanley Coren, un investigador americano que tomó en consideración tanto la inteligencia relativa al trabajo como la obediencia de un centenar de razas. Puesto que, debido a su extensión, no es posible resumirla, remitimos al lector que tenga interés en consultarla al texto que figura en la bibliografía.
El sexo
Una vez elegida la raza, el siguiente paso es decidir el sexo, ya que machos y hembras tienen sus ventajas e inconvenientes.
* La hembra es más afectuosa y dócil; normalmente no tiende a ser dominante y no se escapa en época de celo o para vagabundear. Es la opción obligada para quien quiere dedicarse a la cría. En cambio, la hembra presenta inconvenientes ligados a su ciclo sexual: las pérdidas de sangre durante el celo, la aglomeración de «aspirantes» al cortejo cuando sale de paseo, las falsas gestaciones y las diferentes patologías uterinas y mamarias.
* El macho tiende a escaparse y a comportarse como un individuo dominante, es excelente para la guarda, y un poco menos para la compañía.
Perros sueltos en una perrera
Aconsejamos a los indecisos que se decanten por una hembra, que la esterilicen y se limiten a tener un solo perro. La convivencia de dos o más ejemplares en un mismo lugar podría originar problemas, sobre todo cuando se inicia la época de celo en las hembras, y después de que el macho alcance la madurez sexual. Manejar un grupo requiere mucha experiencia y disponer de mucho tiempo, sobre todo si los animales son del mismo sexo, para controlar las inevitables luchas por el territorio y por el dominio.
Dónde comprarlo
Una vez decidida la raza y el sexo del cachorro, habrá que encontrar el criadero, el particular, la tienda o la perrera en donde compraremos o adoptaremos al animal. Si queremos un perro de raza, con genealogía, para participar en exposiciones, o simplemente para satisfacción propia, el criadero es el lugar más adecuado para comprarlo.
Para obtener más información sobre los criadores y las razas se puede acudir a la delegación de la Real Sociedad Canina Española (RSCE). Los buenos criadores dan todo tipo de detalles y consejos a los clientes potenciales, siempre que tengan la intención real de adquirir un perro y ofrezcan garantías de criarlo debidamente. Para visitar un criadero y escoger un cachorro habrá que concertar una cita con el titular, para que nos pueda atender con tiempo suficiente. Además, aprovecharemos para ver cómo tiene los animales y para conversar sobre el carácter de la raza que nos interesa.
Todo lo dicho es válido también cuando se negocia con un particular, pero en este caso las posibilidades de elección son más limitadas, ya que sólo habrá una camada. En este caso, habrá que confiar en la persona o pedir consejo a un experto (el veterinario, el criador si es el propietario del padre de los cachorros, o un cinófilo experto).
La tienda de animales es una alternativa al criadero y al particular. Tiene la ventaja de ofrecer una gran posibilidad de elección, y en ella normalmente se venden perros de razas, edades y precios diferentes. Es de lamentar que no siempre es posible documentarse sobre los padres del animal que uno se dispone a adquirir, y que, por lo tanto, se compra un poco a ciegas. Es importante tratar con un comerciante fiable, que cuide a los animales que vende, que tenga las jaulas limpias, que los proteja del sol y de las corrientes de aire y que los tenga vacunados contra las enfermedades víricas.
Normalmente, se va a una perrera cuando no importa tanto la raza y el aspecto físico del perro como el hecho de sacar a un animal de una vida solitaria y carente de afecto. Pero cuidado, se pueden encontrar perros desgraciados, abandonados sólo por egoísmo de su propietario, pero también perros con problemas de comportamiento más o menos graves.
Por consiguiente, si adoptamos un perro de una perrera debemos intentar saber quién era su antiguo propietario y pensar que el animal necesitará un periodo de adaptación a su nueva casa; durante este, deberemos ser comprensivos y estar dispuestos a entender sus problemas, pero actuando siempre con determinación en las correcciones. Si optamos por un cachorro, deberemos comprobar que haya sido vacunado por lo menos diez días antes y que no tenga parásitos intestinales.
Un test para elegir al cachorro
Este test, conocido con el nombre de su creador, el doctor William E. Campbell, fue estudiado expresamente para la persona que compra un perro. Su objetivo es valorar las cualidades psíquicas, y sirve para escoger el cachorro más adecuado para la casa en la que deberá vivir.
Se puede comprobar la atracción social del cachorro agachándose y dando unas palmadas para llamar su atención. (Fotografía de Visintini)
Para probar la aptitud para el seguimiento del cachorro, se debe caminar sin incitar al perro a que nos siga. (Fotografía de Visintini)
Son suficientes 30 segundos boca arriba para ver cómo responde a la constricción. (Fotografía de Visintini)
La tendencia a la dominación del perro se valora levantando al cachorro pasándole las manos por la barriga. (Fotografía de Visintini)
Test de Campbell
PREPARACIÓN
El test debe ser realizado entre las seis y las ocho semanas de edad, por una persona que el cachorro no conozca, en un lugar nuevo para él y que no le ofrezca posibilidades de distraerse (por ejemplo, en un cercado). Mientras dure el test no hay que hablar nunca al cachorro, ni felicitarlo o acariciarlo.
El pequeño debe ser manejado siempre con cuidado, y no nos preocuparemos si orina o defeca (si lo hace, no limpiaremos hasta que hayamos finalizado la prueba).
Identificaremos cada cachorro con una letra (A, B, C, etc.). En la columna correspondiente a cada letra marcaremos la valoración obtenida en cada prueba (md = muy dominante; d = dominante; s = sumiso; ms = muy sumiso; i = inhibido).
DESARROLLO
1. Atracción social: apenas hayamos entrado en el recinto, nos alejaremos del cachorro en la dirección opuesta a la que hayamos llegado, nos agacharemos y daremos una palmada para llamarle la atención, sin llamarlo. En una tabla anotaremos la respuesta más o menos rápida con la que acuda – o no— hacia nosotros.
2. Facilidad para el seguimiento: partiendo de un punto próximo al cachorro, nos alejaremos de él a un paso normal, sin hacer nada que pueda incitarlo a ir detrás de nosotros. Anotaremos su reacción en la tabla.
3. Respuesta a la obligación: nos arrodillaremos, colocaremos el cachorro boca arriba y lo mantendremos en esta posición (aguantándolo suavemente por el pecho con una mano) por espacio de 30 segundos. Anotaremos su reacción en la tabla.
4. Dominio social: nos agacharemos para acariciar tranquilamente al cachorro, empezando por la cabeza y avanzando hacia el cuello y el lomo. Anotaremos su reacción en la tabla.
5. Consentimiento a ser levantado: nos agacharemos,