Un Rastro de Asesinato . Блейк Пирс

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Un Rastro de Asesinato  - Блейк Пирс Un Misterio Keri Locke

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      —Un secuestrador de niñas me dio una paliza.

      Los ojos Becky se abrieron impactados.

      —Oh, no se preocupe —Keri la tranquilizó—. Lo maté a tiros después de eso.

      Confiando ahora en que Becky había bajado la guardia, fue directo al punto.

      —Le dije por teléfono que necesitaba hablar con usted sobre Kendra Burlingame. Ella está desaparecida. ¿Alguna idea de dónde podría estar?

      Aunque parecía imposible, los ojos de Becky se agrandaron aún más.

      —¿Qué?

      —No se ha sabido de ella desde ayer en la mañana. ¿Cuándo fue la última vez que habló con ella?

      Becky intentó responder, pero comenzó a toser y a respirar con dificultad. Al cabo de unos instantes, se recuperó lo suficiente como para hablar.

      —Fuimos de compras el sábado por la tarde. Ella estaba buscando un vestido nuevo para la gala benéfica de esta noche. ¿Está realmente segura de que ella está desaparecida?

      —Estamos seguros. ¿Cómo se comportó el sábado? ¿Parecía ansiosa acerca de algo?

      —Realmente no—contestó Becky,mientras resoplaba y buscaba un pañuelo desechable—. Quiero decir, estaba lidiando con unas pequeñas dificultades relacionadas con la recaudación de fondos, las llamadas a los proveedores de catering y todo lo demás. Pero no eran cosas con las que ella no hubiera lidiado un millón de veces. No parecía demasiado agobiada.

      —¿Cómo era para usted, Becky, escucharla hacer esas llamadas sobre una gala fabulosa mientras se compraba un costoso vestido?

      —¿Qué quiere decir?

      —Quiero decir, tú eres su mejor amiga, ¿correcto?

      Becky asintió. —Por casi veinticinco años —dijo.

      —Y vive en una mansión allá arriba, en las colinas, y tú estás en este apartamento de un solo dormitorio. ¿Nunca te sientes celosa?

      Observó detenidamente a Becky mientras respondía. La otra mujer tomó un sorbo de agua, pero tosió como si se le hubiera ido hacia los pulmones. Al cabo de unos segundos, respondió.

      —A veces me siento celosa. Lo admito. Pero no es culpa de Kendra que las cosas no hayan ido tan bien para mí. A decir verdad, es difícil enfadarse alguna vez con ella. Es la persona más agradable que conozco. Me las he tenido que ver con algunas… dificultades y ella siempre ha estado allí cuando las cosas se han puesto difíciles.

      Keri sospechaba cuáles podían ser esas —dificultades—pero no dijo nada. Becky continuó.

      —Además, ella es muy generosa sin hacerme sentir menos por ello. Esa es una línea muy delgada. De hecho me compró vestido que voy a usar en la gala de esta noche, suponiendo que se vaya a celebrar. ¿Sabe si será así?

      —No lo sé—replicó Keri con brusquedad—. Cuéntame de su relación con Jeremy. ¿Cómo era su matrimonio?

      —Era bueno. Son grandes socios, un equipo realmente efectivo.

      —Eso no suena muy romántico. ¿Es un matrimonio o una corporación?

      —No creo que alguna vez hayan sido una pareja superapasionada. Jeremy es de un tipo muy conservador y realista. Y Kendra pasó en sus veintes por su etapa sexy, de chicos salvajes. Yo creo que ella era feliz al tener a un chico dulce, estable, con el que pudiera contar. Yo sé que le ama. Pero no es Romeo y Julietani nada de eso, si eso es a lo que se refiere.

      —Okey, entonces, ¿alguna vez anheló esa pasión? ¿Pudo haber ido en su busca, digamos en el viaje de reunión de la secundaria? —preguntó Keri.

      —¿Por qué pregunta eso?

      —Jeremy dijo que ella lucía un poco agitada a su regreso de tu reunión.

      —Oh, eso—dijo Becky, resoplando otra vez antes del inicio de otro ataque de tos.

      Mientras trataba de controlarse, Keri vio a una cucaracha escurrirse por el piso e intentó ignorarla. Cuando Becky se hubo recuperado, continuó.

      —Créame, ella no estaba tonteando en el viaje. De hecho, fue lo contrario. Un ex-novio de ella, un chico llamado Coy Brenner, se la pasó haciendo avances con ella. Ella fue educadapero muy firme.

      —¿Cómo firme?

      —Hasta el punto de sentirse incómoda. Él era uno de los chicos salvajes que le mencioné. En cualquier caso, él no se conformaba con un no. Al final de la reunión, dijo algo de buscarla allá en la ciudad. Yo creo que realmente la encontró.

      —¿Vive él aquí?

      —Vivió en Phoenix por largo tiempo. Donde se hizo la reunión. Todos crecimos allá. Pero él mencionó algo de que se había mudado a San Pedro recientemente, dijo que estaba trabajando allá en el puerto.

      —¿Hace cuánto fue la reunión?

      —Dos semanas—dijo Becky—¿Realmente piensa que él tuvo algo que ver con esto?

      —No lo sé. Pero lo investigaremos. ¿Dónde puedo encontrarte si necesito contactarte de nuevo?

      —Trabajo en una agencia de casting en Robertson, frente a The Ivy. Está a diez minutos caminando desde aquí. Pero siempre cargo mi celular. Por favor, no vacile en llamar. Cualquier cosa que pueda hacer para ayudar, solo pídalo. Ella es como una hermana para mí.

      Keri miró severamente a Becky Sampson, tratando de decidir si debía mencionar el elefante que tenía en la habitación. La tos y el resoplido constante, su negligencia para mantener un hogar decente, el residuo blanco y el billete enrollado en el suelo, todo sugería que la mujer estaba hundida en la adicción a la cocaína.

      —Gracias por tu tiempo —dijo finalmente, habiendo decidido dejarlo por ahora.

      La situación de Becky podría resultar útil más adelante. Pero todavía no había necesidad de usarla, porque no daba ninguna ventaja táctica. Keri abandonó el apartamento y bajó las escaleras, a pesar de las chirriantes punzadas en su hombro y costillas.

      Se sintió ligeramente culpable por guardar el problema de Becky con la cocaína como una carta potencial a usar en el camino. Pero la culpa se desvaneció con rapidez al dejar el edificio y aspirar el aire fresco. Ella era una detective de la policía, no una consejera de drogas. Cualquier cosa que pudiera ayudarla a resolver el caso era juego limpio.

      Mientras se incorporaba al tráfico y enfilaba a la autopista, llamó a la oficina. Necesitaba todo lo que tenían sobre el agresivamente interesado ex-novio de Kendra, Coy Brenner. Estaba por hacerle una visita no anunciada.

      CAPÍTULO SIETE

      Keri procuró mantenerse serena aunque sentía que su tensión arterial estaba subiendo. La hora punta estaba entrando en su apogeo, mientras avanzaba hacia el sur por la 110 rumbo al Puerto de Los Ángeles

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