Pobre cerebro. Sebastián Lipina

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Pobre cerebro - Sebastián Lipina Singular

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sobre el desarrollo cognitivo y emocional en las distintas etapas de la infancia y la adolescencia y también acerca de las oportunidades de cambio.

      El capítulo 3 examina dos temas centrales que resultan condicionantes y limitan esas oportunidades: la susceptibilidad del individuo ante las demandas que le impone el ambiente en el que lleva adelante su existencia, y los cambios que el contexto puede generar en la constitución de los sistemas nervioso e inmunológico a partir de la modulación de la expresión de los genes que los construyen durante el ciclo vital. El capítulo 4 presenta la evidencia que la psicología del desarrollo y la neurociencia cognitiva han generado durante las últimas tres décadas acerca de cómo la experiencia de la pobreza –la falta de nutrición y estimulación ambiental temprana adecuada, la exposición a drogas y tóxicos ambientales desde la concepción y la activación crónica de los estresores ambientales– impacta sobre la constitución y el desarrollo del cerebro y sobre cómo este conjunto de factores condiciona las posibilidades de las personas para construir proyectos de vida bajo la premisa de la conciencia de ser sujetos de derecho. El capítulo 5 presenta ejemplos y resultados de diferentes iniciativas orientadas a diseñar e implementar acciones para contrarrestar los efectos de la pobreza sobre el desarrollo emocional, cognitivo y social. En las conclusiones proponemos algunas formas de contribuir en el futuro a la construcción de una civilización que garantice la equidad, de manera que todos podamos aspirar a oportunidades de construir proyectos de vida dignos. En esta segunda edición revisada y ampliada, incluimos un epílogo en el que tratamos dos cuestiones centrales. Por un lado, discutimos comentarios e interpretaciones que la lectura de la primera edición del libro motivó en el público general y en algunos comunicadores sociales. Por otro lado, nos detenemos en las implicaciones políticas e ideológicas de las consideraciones que proponemos. En ambos casos, las consideraciones que incluimos intentan contribuir con el debate y el diálogo productivo contemporáneos con respecto al campo de estudio básico y aplicado en el área del desarrollo humano en general y el infantil en particular.

      Es fundamental que el lector recuerde que la agenda de investigación que incluye el estudio de la pobreza desde la perspectiva de la psicología del desarrollo y la neurociencia cognitiva plantea los siguientes tres objetivos generales:

       profundizar la comprensión de cómo el conjunto de adversidades que se verifican en la pobreza afecta la estructura cerebral y el funcionamiento autorregulatorio durante el desarrollo;

       establecer cuál es el costo de esos impactos en la vida de un niño en términos de sus oportunidades de cambio y mejora, y

       analizar en qué medida esos impactos son modificables una vez instalados, y en qué momento de la vida y con qué tipo de intervenciones es posible generar cambios.

      Cada libro tiene un origen particular. En este caso, todo comenzó cuando Yamila Sevilla –colega investigadora y editora de Siglo XXI– me invitó a escribir un ensayo sobre los temas de pobreza y desarrollo infantil en que centro mi trabajo de investigación. Con su guía, buscamos que la escritura fuese un poco más allá del rigor técnico, en clave de ensayo, y priorizamos la inclusión de potenciales lectores no especializados. Confieso que no resultó una tarea sencilla, porque implicó generar un tono muy distinto al que utilizo en mis escritos científicos. Esta invitación a abrir el juego al pensamiento hacia temas críticos de nuestro presente (que nos involucran en cuanto comunidad y civilización), supuso un gran desafío y una oportunidad única para repensarme como escritor y para integrar conocimiento. Y esa experiencia de aprendizaje pasó a ser un plan colectivo: Yamila revisó las primeras versiones, propuso cambios e itinerarios de lectura, luego se sumó el invaluable trabajo de edición y corrección de otros integrantes de la editorial, como el de Luciano Padilla López y Federico Rubi, más la lectura de galeras de Agustina Fracchia. La excelente concepción gráfica fue aportada en sucesivas etapas por Mónica Deleis, diagramadora, artista plástica y eximia lectora. A todos ellos, les agradezco su calidez, profesionalismo, ideas para pulir y potenciar el libro.

      Por otra parte, estas páginas son producto de un recorrido de trabajo y pensamiento que se nutrió de conversaciones y discusiones con mentores, colegas, compañeros, críticos, familiares y amigos: sabiéndolo o no, de formas directas e indirectas, hicieron un gran aporte. Agradezco a Antonio Battro, Jere Behrman, Clancy Blair, Silvia Bunge, Silvina Brussino, Cecilia Calero, Bibiana Carpinella, Manuel Carreiras, Jorge Colombo, Adrián Díaz, Beatriz Diuk, Haydée Echeverría, Kathinka Evers, Marta Farah, Diego Fernandez Slezak, Phil Fisher, Carolina Fracchia, Héctor Garrido, Federico Giovannetti, Juan Carlos Godoy, Andrea Goldin, Marcelo Gorga, Agustín Gravano, María Julia Hermida, Iván Insúa, Luis Jaume, Cristina Juárez, Juan Kamienkowski, Florencia Kratsman, Miki Kratsman, Rita Kratsman, Facundo Lipina, Fernando Lipina, Guido Lipina, Pablo Lipina, Derek Lomas, Jorge López Camelo, Matías Lopez y Rosenfeld, Alejandro Maiche, Claudia Martinez Zárate, Natalia Mota, Robert Myers, Daniela Nahmad, Verónica Nahmad, Lea Novera, Hans Offerdal, Eric Pakulak, Héctor Palma, Kepa Paz Alonso, Marcos Pietto, Michael Posner, Lucía Prats, Sidarta Ribeiro, Mauricio Rohrer, Mary Rothbart, Charo Rueda, Eliana Ruetti, Arleen Salles, Ignacio Santacroce, Soledad Segretin, Brad Sheese, Mariano Sigman, Jennifer Simonds, Mariana Smulski, Juan Carlos Tealdi, Juan Valle Lisboa, Gerardo Weisstaub, J. Leonardo Yánez, Alberto Yáñez y Phil Zelazo.

      También agradezco a las instituciones que apoyan la construcción de conocimiento en nuestra área de investigación, que en definitiva es lo que nos posibilita crear este tipo de instancias de comunicación: Ministerio de Ciencia, Conicet, CEMIC, UNSAM y Fundación Conectar.

      Por último, gracias a los lectores por dedicar tiempo a este libro. Confío en haber logrado una versión que distienda la rigidez del especialista sin restar lugar al feliz extrañamiento. El objetivo estará cumplido si algunas ideas novedosas puedan germinar en nuestras mentes, en un diálogo que contribuya a construir equidad entre todos. Lo precisamos. Lo vamos a precisar siempre.

      [4] La hormona corticotrofina (se la conoce como ACTH, su sigla en inglés) es una hormona que estimula a las glándulas suprarrenales. Es producida por la hipófisis, una glándula endocrina que segrega hormonas encargadas de regular la homeostasis o equilibrio interno (véase nota al pie 30). Entre ellas, las hormonas tróficas que regulan la función de otras glándulas del sistema endocrino.

      [5] La amígdala es un conjunto de núcleos de neuronas ubicadas en los lóbulos temporales que recibe y envía múltiples conexiones a distintas áreas del cerebro y que participa en diferentes aspectos del procesamiento emocional.

      [6] Véanse, respectivamente, <www.younglives.org.uk> y <www.ophi.org.uk>.

      [7] Disponible en <www.uca.edu.ar/index.php/site/index/es/uca/observatorio-de- la-deuda-social-argentina>.

      El mapa no es el territorio

      Si la miseria de los pobres no es causada por las leyes de la naturaleza, sino por nuestras instituciones, cuán grande es nuestro pecado.

      Charles Darwin, Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo (1839)

      La inequidad social y la pobreza son dos fenómenos que caracterizan la humanidad, al menos desde que surgieron las primeras civilizaciones (Pringle, 2014). Sin embargo, los niveles de inequidad y pobreza alcanzados

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