El infinito naufragio. Laura Emilia Pacheco

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El infinito naufragio - Laura Emilia Pacheco Varia

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Galias.

      Atragantados

      de jabalí, perdices y terneras

      dan un sorbo

      de vino siciliano

      para empinar los labios pronunciando

      las más bellas palabras:

      la uuumaaaniiidaad, el ooombreee, todas ésas

      —tan rotundas, tan grandes, tan sonoras—

      que apagan la humildad de otras más breves

      —como, digamos por ejemplo, gente.

      Termina la función. Entran los siervos

      a llevarse los restos del convite.

      Entonces los patricios se arrebujan

      en sus mantos de Chipre.

      Con el fuego del goce en sus ojillos,

      como un gladiador que hunde el tridente,

      enumeran felices los abortos

      de Clodia la toscana,

      la impotencia de Livio, los avances

      del cáncer en Vitelio.

      Afirman que es cornudo el viejo Claudio

      y sentencian a Flavio por corriente,

      un esclavo liberto, un arribista.

      ¶ Luego al salir despiertan a patadas

      al cochero insolado

      y marchan con fervor al Palatino

      a ofrecer mansamente el triste culo

      al magnánimo César.

      CONTRAELEGÍA

      Mi único tema es lo que ya no está.

      Sólo parezco hablar de lo perdido.

      Mi punzante estribillo es nunca más.

      Y sin embargo amo este cambio perpetuo,

      este variar segundo tras segundo,

      porque sin él lo que llamamos vida

      sería de piedra.

      LOS HEREDEROS

      Mira a los pobres de este mundo. Admira

      su infinita paciencia.

      Con qué maestría han rodeado todo.

      Con cuánta fuerza miden el despojo.

      Con qué certeza

      saben que estás perdido:

      tarde o temprano

      ellos en masa heredarán la tierra.

      MAR ETERNO

      Digamos que no tiene comienzo el mar:

      empieza en donde lo hallas por vez primera

      y te sale al encuentro por todas partes.

      IRÁS Y NO VOLVERÁS

      Sitio de aquellos cuentos infantiles,

      eres la tierra entera.

      A todas partes

      vamos a no volver.

      Estamos por vez última

      en dondequiera.

      OTRO HOMENAJE A LA CURSILERÍA

       Dear, dear!

       Life’s exactly what it looks,

       Love may triumph in the books,

       Not here.

      W. H. AUDEN

      Me preguntas por qué de aquellas tardes

      en que inventamos el amor no queda

      un solo testimonio, un triste verso.

      (Fue en otro mundo: allí la primavera

      lo devoraba todo con su lumbre.)

      Y la única respuesta es que no quiero

      profanar el amor invulnerable

      con oblicuas palabras, con ceniza

      de aquella plenitud, de aquella lumbre.

       “BIRDS IN THE NIGHT” (Vallejo y Cernuda se encuentran en Lima)

      Al partir de las aguas peruanas la anchoveta ha puesto en crisis a la industria pesquera y ha provocado en las ciudades del litoral la invasión de las hambrientas aves marinas.

      Excélsior, 1972

      Toda la noche oigo el rumor alado desplomándose

      y, como en un poema de Cisneros,

      albatros, cormoranes y pelícanos

      se mueren de hambre en pleno centro de Lima,

      baudelaireanamente son vejados.

      Aquí por estas calles de miseria

      (tan semejante a México)

      César Vallejo anduvo, fornicó, deliró

      y escribió algunos versos.

      Ahora sí lo imitan, lo veneran

      y es “un orgullo para el continente”.

      En vida lo patearon, lo escupieron,

      lo mataron de hambre y de tristeza.

      Dijo Cernuda que ningún país

      ha soportado a sus poetas vivos.

      Pero está bien así:

      ¿No es peor destino

      ser el Poeta Nacional

      a quien saludan todos en la calle?

      Islas a la deriva

      HORAS

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