A vuela pluma: colección de artículos literarios y políticos. Juan Valera
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En resolución, y para terminar, en las poesías amorosas mezcle usted algo del cielo con la tierra, á fin de no hallar tétrica la vida cuando está en lo más florido de sus años, y en lo demás procure usted no caer en el pesimismo, y si cae en él, témplele y endúlcele con la risa resignada y con la burla sin acíbar de Cervantes y del antiguo amigo de Espronceda. De esta suerte, ya que no los censores graves; los que no lo son ni tienen autoridad para serlo, en lo amoroso perdonarán á usted las verduras, y en lo pesimista las injurias contra la Providencia, cuyos designios y planes, que ignoramos y debemos acatar, tal vez brillan justificados después de tales ataques.
Y con esto termino, augurando á usted rica cosecha de laureles si sigue mi consejo, y reiterándole que soy su afectísimo amigo.
COLECCIÓN
DE
MANUSCRITOS Y OTRAS ANTIGÜEDADES DE EGIPTO
PERTENECIENTES AL ARCHIDUQUE RANIERO
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NO pocos escritores han dado ya noticia de esta rica y curiosa colección, pero nunca hasta ahora se había expuesto toda ella al público.
A fin de que cualquiera logre enterarse algo de los objetos que la componen, de su mérito y de su rareza, acaba de publicarse, en esta ciudad de Viena, un precioso catálogo ilustrado.
Como los objetos son muchos miles, no es posible que todos estén estudiados y descritos en el catálogo. Este, no obstante, es un tomo en cuarto mayor, de 292 páginas, letra muy metida, con veinte láminas y noventa imágenes y facsímiles intercalados en el texto, y contiene la descripción de más de mil cuatrocientos objetos.
Lejos de ser todos de la misma época, es tan varia su antigüedad, que el origen de algunos se remonta catorce siglos antes de Cristo, mientras que los más modernos son del siglo XIV de la Era cristiana. Todo ello es visible y claro documento de la civilización, no interrumpida por espacio de 2700 años, en el país que riega y fecunda el Nilo.
Como dicha civilización ha adoptado, en el transcurso de los siglos, diversas creencias religiosas, distintos usos, leyes y costumbres y diferentes idiomas en que manifestarse, los objetos, aunque hallados casi todos en el mismo lugar, varían en extremo. Sólo por la lengua ó escritura de los manuscritos pueden éstos clasificarse en hieráticos, demóticos, cópticos, griegos, latinos, arábigos y péhlvicos, ó sea en la lengua oficial de los persas en tiempo de los Sasanidas.
Los últimos vienen á demostrar con evidencia que á principios del siglo VII de nuestra Era, el Egipto fué conquistado por Cosroes II, y que la dominación persa en aquel país se extendió hasta la Nubia.
Por la materia en que los documentos de la colección están escritos, también hay notable diversidad. Lo que más abunda es el papiro, desde los tiempos de Ransés II, el Sesostris de las historias clásicas. Siguen los escritos en papiro, después de la conquista de Alejandro Magno, en el periodo helénico de los Ptolomeos, durante la dominación romana y en la época bizantina.
Cuando los árabes se apoderaron del Egipto, la civilización no se eclipsó ni retrocedió, y el cultivo de la planta de que se saca el papiro y la fabricación del papiro tomaron mayor incremento, proporcionando al Egipto prosperidad y riqueza. Las más importantes fábricas estaban en Wasima y en Bura, cerca de Damieta, desde donde se enviaba esta mercancía á los más distantes y opuestos mercados: á Roma, á Constantinopla, á Bagdad, y á Córdoba.
En la colección del archiduque Raniero hay papiros escritos en lengua arábiga, desde la conquista muslímica, en el siglo VII, hasta bien entrado el siglo X; los hay del tiempo de los primeros sucesores del Profeta, y de las dinastías de los Omiadas, Abasidas y Tulunidas.
En el siglo X, ó tal vez antes, se había ya extendido por el Asia occidental y había penetrado hasta el Egipto mismo un poderoso rival del papiro que había pronto de vencerle y dar con él por tierra. Era este rival el papel de trapo. A lo que parece, el papel se conocía y usaba en China desde la edad más remota. Los árabes le importaron en Occidente. La época de este gran acontecimiento ha venido á fijarse, poco ha, con maravillosa exactitud. Se marca el día, el mes y el año en que fué. Fué el 7 de Julio del año 751 de la Era cristiana. Los anales arábigos y los chinos están contextes en esto. Kao-Hsien-fa, general de Corea, fué vencido por los árabes, que llevaban por auxiliares á los turcomanos, cerca de una ciudad llamada Kangli, en la orilla del río Tharâz. Los vencedores traspasaron las fronteras mismas del Celeste Imperio persiguiendo á los chinos, y les hicieron muchos prisioneros. Entre ellos había, por feliz casualidad, algunos que tenían por oficio hacer papel. Fueron éstos llevados á Samarkanda, donde pronto empezaron á ejercer su industria. Los productos de ella se difundieron, desde Samarkanda, por el Occidente de Asia, por Africa y por Europa. Si tardó casi dos siglos en vulgarizarse el papel y en vencer al papiro, fué porque los primeros fabricantes sólo de algodón sabían hacerle, y les faltaba, ó bien abundaba poco, la primera materia. Al cabo vino á inventarse el hacer el papel de trapos viejos, y pronto entonces se trasplantó esta industria á otros puntos. La segunda fábrica, de que hace mención la historia, se estableció en Bagdad el año de 795, reinando el califa Harun-al-Raschid. No tardó mucho, probablemente, en haber también fábricas de papel en Damasco, y desde allí el papel empezó á conocerse en Europa, tomando el nombre de Charta Damascena.
En Egipto, los árabes emplearon ya el papel desde el siglo IX, y en la colección del archiduque Raniero se ven escritos en esta materia, empezando desde dicha época y continuando durante las dinastías de los Ichschidas, Fatimidas, Aijubidas y Mamelukos.
Y lo más singular, y acaso una de las cosas que dan más precio á esta colección, es que, no sólo hay manuscritos en papel, sino que evidentemente hay también papeles, grabados ó impresos, que datan del siglo X. Los árabes no se limitaron á traer el papel desde la China, si no que, por lo visto, trajeron también el arte de la imprenta antes de que Gutenberg le inventase. Ya se entiende que esto excita la curiosidad y el asombro, pero en manera alguna disminuye la gloria de Gutenberg, como no quita á Colón la gloria de haber descubierto la América el descubrimiento muy anterior y harto infecundo de los islandeses.
Como quiera que sea, en la colección del Archiduque hay no pocos papeles impresos, completamente como los imprimían los chinos, y que son de mediados del siglo X.
El papel manuscrito es en la colección, según es natural, más antiguo que el impreso.
El primero, por orden cronológico, entre los estudiados ya, es una carta, en cuya dirección escrita en el respaldo se lee la fecha correspondiente al año 873 de nuestra Era. Hay después un fragmento de contrato del año 909. La colección, además de papiros y papeles, contiene escritos en madera, en barro, en telas, en tablas de cera, en metal y en varias clases de pergaminos de vaca, de carnero, de becerro y de antílope, que eran los más estimados.
El conocimiento del arte de escribir y de todos los recados y sustancias con y en que se escribe se puede adquirir visitando esta colección, que viene á ser una serie de monumentos de su historia. Y no es el menos notable un cesto, de paja y cáñamo entrelazados, donde hay tres paletas de madera muy dura, en que se frotaba la pastilla ó barra de tinta sólida, humedeciéndola, para que, desleída, sirviese. En cada paleta hay huecos en que se envainaban