A vuela pluma: colección de artículos literarios y políticos. Juan Valera

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A vuela pluma: colección de artículos literarios y políticos - Juan Valera

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style="font-size:15px;">      Los escritos demóticos son pocos en la colección, al menos los descifrados hasta ahora. Aunque se llaman demóticos, ó sea populares, son, á lo que parece, harto difíciles de leer, á causa de las abreviaturas y enlaces y de lo cursivo de las letras. En tiempo de los Ptolomeos fué el mayor florecimiento de este género de literatura, cuyo más brillante fruto es la Historia de Xamris y Neferchoptah. En la colección del Archiduque hay, en escritura demótica, conjuros para evocar á Osiris, á Chu, dios del Oriente, y á Amón, dios del Mediodía.

      La magia y la teurgia eran ciencias muy cultivadas en Egipto, y con cuyo auxilio se atraía á la luna desde el cielo, se aprendía el lenguaje de los pájaros, se transformaban las varas en serpientes y se hacían otra multitud de milagros. Las fórmulas, por cuya virtud se hacían, estaban custodiadas en los colegios sacerdotales y en los Palacios de los Faraones. Los profanos ó no iniciados no podían valerse de estas fórmulas, ni poseerlas escritas, sin exponerse á muy severos castigos. Hasta el mismo Faraón, si tenía el antojo de hacer algún milagro valiéndose de las tales fórmulas, se exponía á que el cielo le castigase enviando á su reino las más espantosas plagas. Así, pues, los conjuros demóticos que en la colección se ven, deben de ser una divulgación sacrilega, plebeya é incompleta, de la alta y noble ciencia de los sacerdotes y príncipes.

      Posee también la colección extraordinaria cantidad de escritos cópticos (pasan de 4.000), en papiros, pergaminos y otras materias. A pesar de la influencia cristiana, tan poderosa en esta literatura, que consta principalmente de traducciones de textos griegos de la Biblia y de los Santos Padres, la afición á la magia persiste aún, y hay no pocos conjuros y fórmulas que servían de amuletos. Entre ellos se ven combinaciones de palabras, que forman lo que, para diversión y adivinanza, ha estado últimamente en moda con el nombre de cuadrado de letras. Así, por ejemplo:

s a t o r
a r e p o
t e n e t
o p e r a
r o t a s

      y este otro, hecho con palabras y letras griegas:

α λ φ α
λ ε ω ν
φ ω ν η
α ν η ρ

      En la lengua cóptica se contaban muchos dialectos y habían entrado palabras extrañas, ya del griego, ya del latín, ya del árabe. Se empleaba el alfabeto griego, con la adición de algunos signos para expresar sonidos que con las letras griegas no podían expresarse.

      Paciencia será menester para descifrar los cuatro mil manuscritos cópticos de que hemos hablado, y de los cuales sólo una vigésima parte explica el Catálogo. Hay cartas particulares y de negocios, cuentas, recibos, vidas de santos, la epístola del rey Abgar de Edesa á Jesucristo, y la contestación de éste, homilías, plegarias y evocaciones de varios linajes de seres sobrenaturales; del demonio Tamsari, del gran querubín Asaror, de los espíritus de los patriarcas Adán, Noé y Matusalén, y del ángel Chrufos.

      Posible es que de tamaño caos, después de estudiar mucho y devanarse los sesos, saquen los sabios alguna luz para la historia de las supersticiones, ritos, doctrinas, cultura y modos de vivir, en los tiempos más obscuros, sobre todo para la Europa latina, ó sea desde el siglo v al x.

      En la sala segunda están expuestos los manuscritos griegos, que son los más lujosos, elegantes y de mejor gusto artístico. Los hay con dibujos y letras de varios colores, y de plata y de oro. Todos son enrollados y no en la forma moderna del libro. También estos manuscritos son los más interesantes para la historia, porque, ya son ejemplo único ó casi único de algo, ó ya dilucidan puntos obscuros, que á la mayoría de la gente no les importan nada, pero que llenan de entusiasmo á los historiadores y arqueólogos y hacen que prorrumpan en el eureka de Arquímedes. Brillante ejemplo del primer caso presta el pedazo de papiro señalado con el número 531, donde se lee un coro del Orestes de Eurípides, con la música con que se cantaba, y también con la música instrumental del acompañamiento. Este papiro es casi contemporáneo del nacimiento de Jesucristo: debe de tener mil novecientos años de antigüedad.

      Yo no sé en qué consiste, ni me parece que el Sr. Wessely lo explica, pero lo cierto es, que, fuera de este coro con música y quizá de algún otro papiro, conteniendo amuletos, conjuros ó fragmentos literarios y sin fecha cierta, no hay entre todos los papiros griegos descritos uno solo anterior á la Era cristiana. Los más antiguos son de fines del primer siglo de dicha Era, esto es, cuando ya la dominación helénica y su cultura y sus letras prevalecían en Egipto hacía cuatrocientos años.

      Desde el de 83 hasta el de 735 ó dígase mucho después de la conquista de Egipto por los árabes, que tuvo lugar en 642, hay papiros griegos en la colección del Archiduque. La cultura helénica persistió después de dicha conquista. En todo, duró en Egipto más de mil años.

      Las noticias de la vida pública y privada que contienen estos papiros, son en extremo curiosas y pueden producir al que las recoja una abundante cosecha de datos para la historia y para las ciencias auxiliares de ella, como la cronología, la lingüística, la arqueología y la economía social. Así, v. gr.: un papiro de la colección es el único documento escrito del reinado de noventa días de los emperadores Pupieno y Balbino. En otro papiro se declaran los títulos de la reina de Palmira, Zenobia, y de su hijo, que reinó á par de ella, y que se llamaba y titulaba Aurelio Septimio Vabalato Atenodoro, vir clarissimus, Rex, Imperator, dux Romanorum. Otros papiros dan muestra de la decadencia literaria, de la corrupción que se fué introduciendo en el idioma, del mayor número de extravagancias, supersticiones y tristezas que conturbaron los espíritus, de la poderosa reorganización del imperio por Diocleciano y Constantino, del triunfo de la religión cristiana, y de la vergüenza de la universal bancarrota del Estado y del rebajamiento en la ley de la moneda.

      Todo esto lo ve sin duda pasar ante sus ojos, como si estuviera viviendo entonces, el que sabe leer los papiros y los lee. A veces conoce, no ya la vida de una sola persona, sino la historia de toda la familia y de sus bienes de fortuna durante algunas generaciones.

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