Cómo entender tu género. Alex Iantaffi
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2.2. Estereotipos de género
Una vez que hemos hablado de la diversidad de género en otros tiempos y lugares, pensemos un poco más en las expectativas sobre el género aquí y ahora. En la sección 2, como ya hemos dicho, nos centraremos en la cultura angloamericana. Esto se debe en parte al lugar donde vivimos nosotres, en parte a la zona geográfica a la que se dirige inicialmente este libro y en parte a que —por todo tipo de razones que no dejan de ser problemáticas— esta cultura tiene un impacto global significativo y, por tanto, vale la pena prestarle atención desde una perspectiva crítica.
Figura 2.1. Representaciones de género en los medios de comunicación
Sin embargo, es importante tener en cuenta que tú, que ahora nos lees, puedes conocer otros contextos culturales. Si es así, reflexiona también sobre ellos con total libertad. Además, como veremos con mayor detalle en la sección 3, incluso dentro de una misma cultura hay una gran diversidad en cuanto a expectativas sobre el género que dependen de factores como la clase, la raza, la edad, la generación, la fe y la ubicación geográfica.
Así pues, ahora haremos un boceto a grandes rasgos de lo que hemos denominado cultura dominante: aquella que tiende a imponer los relatos más resonantes y autoritarios sobre el género. Después exploraremos algunas de las historias más tímidas, que también se pueden oír si escuchamos con atención.
Actividad: estereotipos de género
Completa la siguiente tabla anotando, en forma de lista, lo que se considera «femenino», «masculino» y «andrógino» en la cultura dominante en la que te encuentras. Lo que te pedimos aquí es que pienses en los estereotipos sobre el género en un contexto cultural amplio, no en lo que crees tú personalmente. Ten en cuenta los roles, las conductas, las emociones y la apariencia que se consideran apropiados para cada una de estas expresiones de género. Si te resulta difícil empezar, piensa en cómo la feminidad, la masculinidad y la androginia aparecen representadas en las revistas más populares, en los anuncios, las películas, los programas de televisión y otros medios de comunicación. También puedes reflexionar sobre cómo la gente que te rodea habla de estas cosas en el día a día.
FEMENINO | MASCULINO | ANDRÓGINO |
En la sección anterior mencionamos que los estereotipos de género empiezan a aplicarse muy temprano y, por lo general, en torno a un concepto binario basado en suposiciones sobre la masculinidad y la feminidad. Un estudio que destacó muy bien este punto fue el de «Bebé X», en los años setenta1. A las personas que participaron se les pedía que cogieran a un bebé en brazos, que iba vestido de rosa o azul. Se observó que quienes cogían a los bebés vestidos de azul jugaban con ellos de una forma más brusca que quienes tenían a los bebés vestidos de rosa. También tendían a dar a los bebés vestidos de rosa una muñeca para jugar y a los bebés vestidos de azul un camión. Si el bebé lloraba, la gente también tendía a asumir que estaban enfadados si iban vestidos de azul y disgustados si iban vestidos de rosa. Otro grupo de investigación hizo el mismo estudio unos años después y los resultados fueron similares2.
Con frecuencia se etiqueta y se estigmatiza desde una edad muy temprana a las personas que no se ajustan a los estereotipos que se presuponen para alguien de su sexo asignado al nacer. Por ejemplo, aquellas a las que se les asigna el sexo «mujer» pueden recibir calificativos como «chicazos» o «poco femeninas» si son personas activas, directas o entusiastas, o si les interesan cosas como el deporte, las actividades al aire libre o la mecánica. A las personas a las que se les asigna el sexo «varón» pueden llamarlas «mariquitas» o dirigirles insultos homófobos si son dulces, si no les gusta el deporte o si evitan el riesgo, o si les interesan cosas como su aspecto, bailar o cuidar de otras personas. Dada la sensibilidad que se tiene a esa edad con el mundo que nos rodea —y lo mucho que, en general, deseamos pertenecer al grupo y sentir su aprobación, sobre todo de quienes nos cuidan—, estas etiquetas pueden ser muy difíciles de soportar y la vergüenza que conllevan puede perseguir a una persona durante toda su vida.
Momento para la reflexión: el impacto personal de los estereotipos de género
¿Alguna vez te han afectado personalmente estos estereotipos? Piensa, por ejemplo, en experiencias como el acoso escolar, cuánto te pagan en comparación con tus colegas o si te dejaron practicar el deporte que querías durante tu infancia. Estas reflexiones pueden ser difíciles, así que, por favor, recuerda tratarte bien y abordar con curiosidad cualquier emoción que aflore en ti. Si te resulta difícil rememorar estas cosas, tal vez prefieras dejar el libro un rato y hacer algo que te tranquilice y te haga sentirte bien: tal vez estirarte un poco o tomarte una taza de tu bebida caliente favorita.
Como hemos visto, los estereotipos de género están por todas partes en el mundo que nos rodea, cada día de nuestras vidas. Vemos imágenes de hombres y mujeres «ideales» en vallas publicitarias y revistas. Las películas y los programas de televisión intentan hacernos reír mostrándonos a personas que no están a la altura de esas figuras de «hombres varoniles» y «mujeres femeninas» a las que se nos ha enseñado a aspirar. Las conversaciones en el patio del colegio o alrededor de la máquina del café suelen girar en torno a personas que soslayan o quebrantan las normas de género: niñas que juegan con los niños, niños que no juegan al fútbol, mujeres que son «demasiado» activas sexualmente, hombres que prestan «demasiada» atención a su apariencia o cualquiera que se desvíe en cualquier sentido de lo que se espera de su sexo asignado al nacer.
Ahora que has pensado en tus propias experiencias, lee los siguientes ejemplos de cómo otras personas viven su género en un mundo hiperestereotipado.
Experiencias múltiples: vivir mi género en un mundo estereotipado
«Para mí es muy sencillo. En el colegio me acosaban por no encajar en el tipo de feminidad que se esperaba de mí. Nunca me vestía como debía, ni leía las revistas apropiadas ni me gustaban los grupos de música que me tenían que gustar… y lo del maquillaje me superaba por completo. Pronto aprendí que tenía que doblegarme si quería tener amigas o un novio.»
«Como enfermero, he tenido muchos problemas de género. Incluso el término “enfermero” sigue sonando raro porque todo el mundo asume que la enfermería es una profesión femenina. Hay pacientes que suelen dar por hecho que soy médico y se ríen o parece que se decepcionan cuando descubren que no lo soy. En algunos departamentos, otras enfermeras me han mirado con recelo. En otros, hay quien ha pensado que podía estar siempre haciendo comentarios sexuales sobre mí.»
«Siempre he disfrutado de mi feminidad. De pequeña, me gustaban las cosas “de niñas” y ahora me encanta comprar ropa, arreglarme y salir a bailar. Sin embargo, soy consciente de la enorme diferencia que supone mi género en el trabajo, en comparación con mis colegas hombres. A menudo me tratan como si fuera menos inteligente. Si propongo una idea durante una reunión, se ignora hasta que uno de los tíos dice exactamente lo mismo y entonces todo el mundo lo escucha. Y no me hagas hablar de lo difícil que es ascender.»
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