La traición en la historia de España. Bruno Padín Portela
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[76] J. A. Brundage ha puesto de manifiesto que, según la legislación germánica, el marido que descubriese a su mujer cometiendo adulterio tenía el derecho de matar a ambos sin sanción legal, Law, Sex and Christian Society in Medieval Europe, Chicago, Chicago University Press, 1987, p. 132.
[77] Lacarra ha mostrado que las mujeres presentadas en estos textos épico-legendarios responden a la ideología dominante, tanto eclesiástica como nobiliaria, véase M.a E. Lacarra, «Los paradigmas de hombre y mujer en la literatura épico-legendaria medieval castellana», en M.a T. López Beltrán (ed.), Estudios históricos y literarios sobre la mujer medieval, Málaga, Diputación de Málaga, 1990, p. 33.
[78] V. Castro Lingl, «The Two Wives of Count Garçi Fernández: Assertive Women in La condesa traidora», en A. M. Beresford (ed.), «Quien hubiese tal ventura». Medieval Hispanic Studies in Honour of Alan Deyermond, Londres, Queen Mary and Westfield College, 1997, p. 16.
[79] Ibid., p. 16.
[80] A. Deyermond, «La sexualidad en la épica medieval española», Nueva revista de Filología Hispánica 2 (1989), p. 768.
[81] Alfonso X, Primera Crónica, p. 428.
[82] R. Pastor, «Mujeres en los linajes y en las familias. Las madres, las nodrizas. Mujeres estériles. Funciones, espacios, representaciones», en C. Trillo San José (ed.), Mujeres, familia y linaje en la Edad Media, Granada, Universidad de Granada, 2004, p. 32-34.
[83] Ibid., p. 47.
[84] J. A. Brundage, Law, p. 132.
[85] J. Vives (ed.), Concilios, pp. 12-13.
[86] J. A. Brundage, Law, p. 153.
[87] Brundage hizo notar que en las Sagradas Escrituras se condenaba la porneia, palabra que contó con diferentes significados. En unos tiempos se refería a la prostitución y en otros al sexo fuera del matrimonio. Es difícil saber si la porneia se aplicaba a las relaciones sexuales premaritales entre personas prometidas o a cualquier tipo de relación sexual, llamada «fornicación». Brundage se inclina por considerar que, en su sentido primitivo, el término porneia hacía alusión al sexo con prostitutas, al adulterio y a otras relaciones promiscuas, ibid., p. 58.
[88] S. Barton, Conquerors, Brides, and Concubines. Interfaith Relations and Social Power in Medieval Iberia, Philadelphia, University of Pennsylvania Press, 2015, p. 145.
[89] Ibid., p. 145.
[90] Pelayo de Oviedo, Crónica del Obispo don Pelayo, B. Sánchez Alonso (ed.), Madrid, Imprenta de los Sucesores de Hernando, 1924, p. 86.
[91] J. A. Estévez Sola (ed.), CrónicaNajerense, III, 22.
[92] L. de Tuy, Crónica de España, IV, 69.
[93] R. Jiménez de Rada, Historia, VI, 20.
[94] Ibid., VI, p. 30. Menéndez Pidal justifica que el Toledano asigne esta calidad de mujer legítima a Zaida guiado por el Cantar de la mora Zaida que sin duda conocería, ver Ramón Menéndez Pidal, La España del Cid, vol. 2, p. 777. Sostiene Pidal, asimismo, que el nombre de María respondería a un origen juglaresco, ibid., p. 779.
[95] M.a C. Pallares y E. Portela La reina Urraca, San Sebastián, Nerea, 2006, p. 19.
[96] Alfonso X, Primera Crónica, p. 521.
[97] Ibid., p. 521.
[98] Ibid., pp. 552-554. Si leemos lo que remite la Crónica de Veinte Reyes veremos que se sigue en parte lo dicho por la Estoria, pero obviando el episodio del casamiento: «Tornóla christiana, e mandó a los clérigos quel non pusiesen nombre quando la bateasen, ca dixo que non queria aver conpaña con muger que asy ouiese nonbre, porque Dios quiso naçer de Santa Maria. E ella dixo quel pusiesen nombre Ysabel», J. M. Ruiz Asencio y M. Herrero Jiménez (eds.), Crónica de Veinte Reyes, Burgos, Ayuntamiento, 1991, p. 203.
[99] H. Flórez, Memorias de las Reynas Catholicas, vol. 1, Madrid, Antonio Marín, 1770, p. 163.
[100] J. de Mariana, Historia, vol. 1 p. 417.
[101] Ibid., p. 417.
[102] Ibid., p. 459. Menéndez Pidal, en la línea de Mariana, otorga credibilidad a Pelayo y parece contradecir la tendencia que veía en él a uno de los falsarios más notorios de la historia: «Pelayo de Oviedo (…) merece entera fe, pues fué coetáneo de Alfonso VI», véase La España del Cid, vol. 2, p. 777. Lo cierto es que lo transmitido por el obispo de Oviedo siempre estuvo en entredicho por parte de la historiografía española. Decía Ferreras que Pelayo «fue el que empezó á trastocar nuestras Historias, llenándolas de conocidos engaños», véase J. de Ferreras, Synopsis, vol. 4, p. 385. Salazar le concedió también poca credibilidad, véase J. de Salazar y Acha, «De nuevo sobre la mora Zaida», Hidalguía 321 (2007), p. 232.
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