La traición en la historia de España. Bruno Padín Portela
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LA MORA ZAIDA
Suele suceder con personajes como Zaida que la leyenda y la ficción tienden a confundirse. Se trata de figuras sobre las que se han escrito numerosas páginas durante mucho tiempo, pero lo cierto es que, como muchas otras cuestiones que tienen como telón de fondo la Edad Media, adolecen de una parquedad de fuentes que no facilita la labor del historiador, sino que la complica enormemente. Desde los primeros cronistas que la mencionan en torno al siglo XII, el de Zaida será un tema recurrente por las implicaciones que encierra, fundamentalmente el hecho de ser una musulmana que se convierte al cristianismo y llega, siempre según diferentes versiones, a ser la esposa legítima del conquistador de Toledo.
Sería útil, pues, un breve análisis cronístico previo para establecer nítidamente la diferencia que se establece en el siglo XIII, momento a partir del cual tenemos noticia de que Zaida pasaría a convertirse en esposa de Alfonso VI. A continuación revisaremos tres historias generales, puesto que consideramos son lo suficientemente representativas como para ofrecer un panorama general de la figura de Zaida dentro de la historiografía española.
El primer cronista conocido que escribe acerca de los amores de Alfonso VI es Pelayo de Oviedo, quien nos informa sin lugar a dudas en su Chronicon Regum Legionensium de que Zaida, hija de al-Motamid Ben Abbad, rey de Sevilla, fue una de las dos concubinas de Alfonso y que tras convertirse tomó el nombre de Isabel: «Habuit etiam duas concubinas, tamen nobilissimas, priorem Xemenam Munionis, ex qua genuit Geloiram, uxorem comitis Raimundi Tolosani, patris ex ea Adefonsi Iordanis, et Tarasian, uxorem Henrici comitis, patris ex ea Urrace, Geloire et Adefonsi; posteriorem nomine Ceidam, filiam Abenabeth Regis Yspalensis, que babtizata Helisabeth fuit vocata; ex hac genuit Sancium, qui obiit in lite de Ocles»[90].
La Najerense sigue literalmente a Pelayo al reconocer que Alfonso tuvo dos concubinas, «la primera fue Jimena Muñoz (…) La segunda fue Zaida, hija de Abenabeth, rey de Sevilla, quien bautizada fue llamada Isabel, de la que engendraría a Sancho, quien murió en la batalla de Uclés en la era 1146»[91]. Esta versión se vio refrendada en el siglo XIII por Lucas de Tuy en su Chronicon mundi:
Y ouo tanbien dos nobles mancebas, [la primera, Ximena Muñoz,] de la(s) qual(es) engendró a Geloria, muger de Raymundo, conde de Tolosa, y Raymundo engendró de Geloria a Alfonso Ordoñez. Y ouo tanbien el sobredicho rey Alfonso de la dicha Ximena Muñoz vna fija que auia nombre Teresa, muger del conde Enrrique, de la qual engendró Enrrique a Orraca y Geloria y [a] Alfonso, que fue rey de Portugal. Y este rey Alfonso ouo a Sayda por muger, fija de Benabeth, rey de Seuilla, de la qual engendró a Sancho, que murio en la batalla de Vcles[92].
Rodrigo Jiménez de Rada trata de las esposas de Alfonso en dos capítulos diferentes del libro VI de su Historia de rebus Hispaniae. En el primero el arzobispo Toledano, además de mencionar brevemente el episodio de la jura de Santa Gadea del Cid, describe que el monarca tuvo cinco esposas legítimas y «dos amantes nobles: una se llamaba Jimena Núñez»[93]. Jiménez de Rada solo cita una, no siendo hasta diez capítulos después cuando, al repasar las esposas fallecidas de Alfonso, desaparece Beatriz e incluye en el quinto lugar a Zaida:
Una vez fallecidas sus sucesivas esposas, a saber, Inés, Constanza, Berta e Isabel, casó con Ceyda, hija del rey Abenabeth de Sevilla, que, tras ser bautizada, cambió de nombre por el de María. Esta, que había oído de las grandes hazañas de Alfonso, aunque no lo conocía en persona se enamoró perdidamente, hasta el extremo de abrazar la fe cristiana y entregar en poder de Alfonso los castillos que su padre le había regalado. Los castillos que dio a su marido son éstos: Caracuel, Alarcos, Consuegra, Mora, Ocaña, Oreja, Uclés, Huete, Amasatrigo y Cuenca. Y tuvo de ella un hijo llamado Sancho, al que había confiado al conde García de Cabra para que lo criase[94].
Este breve repaso cronístico es útil porque se puede percibir claramente la transformación que en apenas un siglo sufre la condición social de Zaida. Partiendo de la estructura que facilita el obispo don Pelayo se va creando un relato que con el paso de los siglos, y como hemos visto en el capítulo anterior, se enriquece con distintas tradiciones que hacen que, en este caso, cambie la posición de Zaida, proceso que la condujo de ser una concubina en la corte de Alfonso a una más de las esposas legítimas del monarca.
Ahora bien, ¿es lógico que las crónicas hablen abiertamente de las concubinas del rey? O dicho de otro modo, ¿no sería más adecuado que tratasen por todos los medios de ocultarlas para preservar de ese modo la dignidad, en este caso, de Alfonso? La respuesta es negativa, y ello, según María del Carmen Pallares y Ermelindo Portela, se debe a las leyes de la sociedad feudal, pensadas y aplicadas por hombres. La amante del rey, a pesar de que su relación se sitúe al margen de las normas, alcanza honra y protección. La tolerancia adquiriría en esta época, que es la del tránsito del siglo XI al XII, tintes de legitimación[95]. Se justifica porque prevalecen las necesidades del rey, que pretende un hijo varón, que será el que le dé Zaida en la figura de Sancho.
En la Estoria del rey Sabio el relato que tiene como protagonista a Zaida ocupa dos capítulos. En el primero, el 847, titulado «El capitulo de las mugeres et de los fijos que ouo este rey don Alffonso», se defiende la existencia de «cinco mugieres a bendiciones» y dos concubinas que, en este caso, son denominadas «amigas»: «Las II amigas deste rey don Alffonso fueron estas: la una ouo nombre donna Xemena Munnoz (…) La otra amiga que el rey don Alffonso ouo fue la Çayda, fija de Abenhabet rey de Seuilla. Mas esta, como quier que lo digan algunos, non fue barragana del rey, mas mugier uelada»[96].
Continúa la Estoria describiendo la conversión de la musulmana al cristianismo. El rey solo puso a su nueva esposa la condición de que no adoptase el nombre de María, «porque nasciera della Dios (…) et los clérigos que la batearon pusieronle nombre Maria, pero dixieron al rey que Helisabeth auie nombre»[97]. En el segundo capítulo, el 883, que lleva por título «El capitulo de la razon por que los almorauides pasaron a Espanna et de la muerte de Abenhabeth rey de Seuilla», se relata que Zaida, definitivamente, se casa con el rey Alfonso y, en consecuencia, pasa a desempeñar el papel de esposa legítima[98].
Lo cierto es que durante muchos siglos se pudo decir, en relación con la vida amorosa y matrimonial del rey Alfonso VI, aquello que el padre Henrique Flórez dejó por escrito en sus Memorias de las Reynas Catholicas:
El Tratado de las mugeres del Rey D. Alfonso VI es una especie de Laberinto, donde se entra con facilidad, pero es muy dificultoso acertar á salir mientras no se descubra alguna guía, que hasta hoy no hemos visto, siendo asi, que han entrado muchos á reconocer el terreno: y aun oyéndolos, no se vencen las dudas: antes parece que mientras mas hablan, menos nos entendemos[99].