La traición en la historia de España. Bruno Padín Portela

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La traición en la historia de España - Bruno Padín Portela Universitaria

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habría convertido al cristianismo. El jesuita incluye una razón que hasta ese momento no conocemos para justificar la conversión de Zaida, y narra que durante un sueño se le apareció san Isidoro «y con dulces y amorosas palabras la persuadio pusiese en execucion con breuedad aquel santo propósito»[100]. Reconoce el jesuita, llegados a este momento, que existe divergencia de opiniones entre los autores antiguos. Algunos señalan, como Pelayo de Oviedo, que Zaida no fue mujer de Alfonso, sino amiga. Pero Mariana, que evidentemente también conoce lo que Lucas de Tuy y Jiménez de Rada escribieron, se inclina por emplear la típica expresión que ya habíamos visto al tratar la leyenda de la condesa traidora: «La verdad quien la podrá aueriguar? ni quien resoluer las muchas dificultades que en esta historia se ofrecen a cada paso?». Lo que consta, en opinión de Mariana, «es que esta conuersion de Zayda sucedio algunos años adelante»[101].

      Modesto Lafuente sitúa a Zaida, hija del rey árabe Ebn Abed de Sevilla, tras la muerte de Berta. Propone Lafuente que Zaida fue entregada a Alfonso como prenda de amistad y con cierto número de ciudades en modo de dote, en una época marcada por los pactos que entre monarca cristiano y musulmán caracterizaban sus relaciones. Cuando Alfonso recibe y acepta la oferta por mediación de un negociador, Aben Omar, se encontraba casado en segundas nupcias con Constanza de Borgoña. Pero Lafuente defiende a Alfonso ante posibles críticas derivadas de su sospechosa relación con la joven Zaida. Así, afirma:

      Muy jóven en aquel tiempo la hermosa Zaida, habia continuado en poder de Alfonso, segun unos como consorte, segun otros en concepto mas equívoco y menos honroso. Ni lo uno ni lo otro creemos fundado. Ni las crónicas insinúan que Alfonso quebrantára la ley de los cristianos que prohíbe la bigamia, ni hay documento que indique que tuviera con la bella musulmana relaciones de naturaleza de producir escándalo[103].

      El único impedimento que se imponía entre los dos era la religión. Se haría ciertamente difícil explicar que un rey cristiano como Alfonso, que, además, fue el héroe que liberó Toledo erigiéndose en un bastión contra los infieles, cediese ahora y aceptase casarse con una musulmana. En este sentido, según subraya Lafuente, el rey sevillano tuvo que aguantar cierto escándalo, porque había sido acusado de pactar una alianza bochornosa para sus intereses y que conllevaría fatídicos presagios. Por tanto, es Zaida quien se convierte y toma «en el bautismo el nombre de María Isabel, con el segundo la nombraba siempre Alfonso, y es conocida en los documentos»[104].

      En cuanto a la naturaleza de la relación entre Alfonso y Zaida, Lafuente explica en una nota el conflicto que suponía intentar arrojar luz sobre las esposas legítimas y las concubinas del monarca castellano. Se inclina Lafuente por considerar que la primera Isabel, a la que Lucas de Tuy y otros hacen hija de Luis, rey de Francia, no existió[105]. Según él, es incierto que el rey de Francia al que alude el Tudense tuviese una hija que se llamara Isabel, lo que lleva a Lafuente a determinar que «no hubo mas Isabel que Zaida, la hija del rey moro de Sevilla, que tomó aquel nombre al hacerse cristiana, que fue muger legitima de Alfonso, y que de ese matrimonio nació Sancho, el que pereció en Uclés, heredero legítimo que era del reino»[106].

      En último lugar, Miguel Morayta refleja de nuevo las etapas que Zaida hubo de pasar para convertirse en mujer legítima del rey. Viviría como concubina de Alfonso, como dicen el resto de historias de España, desde que es ofrecida por su padre, estando el monarca castellano casado con Constanza y después con Berta. Tras la muerte de esta última, Zaida se convierte al cristianismo y toma el nombre de María Isabel, llegando así «por fin á legalizar, por un matrimonio legítimo, su situación de concubina (…) Por esta y otras muchas cosas, habíase dicho de Alfonso VI, que fué casi árabe»[107]. Zaida se integra, por tanto, como concubina y posteriormente como esposa legítima. Morayta argumenta que es probable que Alfonso determinase su matrimonio con Zaida al haber tenido su primer hijo varón de ella, con el fin de legitimarle. Ello explicaría, según Morayta, que la amara tanto y que incluso se mencione en documentos oficiales como «queridísima», «amadísima» y hasta «divina»[108].

      Convendría analizar ahora qué hay de cierto en todo lo que hemos dicho. Un buen punto de partida sería indicar que Zaida de ninguna forma había sido hija del rey de Sevilla. Así lo puso de manifiesto Evariste Lévi-Provençal gracias a un texto del Al-Bayan al-mugrib de Ibn Idari al-Marrakusi que había descubierto en una biblioteca privada de Fez. Lévi-Provençal sostuvo, contradiciendo a toda la historiografía cristiana que durante más de siete siglos se había interesado por este tema, que Zaida era, en realidad, nuera del rey de Sevilla como viuda de su hijo, el rey taifa de Córdoba, al-Mamun[109].

      La historiografía moderna ha discutido largamente sobre este tema y todavía ahora encontramos hipótesis divergentes que tratan básicamente de identificar quién fue Zaida. Destaca la discusión mantenida entre Jaime de Salazar y Alberto Montaner. Salazar había identificado a Isabel, la cuarta esposa de Alfonso, con Zaida[110]. Basa Salazar su hipótesis, sobre todo, en tres documentos. En el primero aparece la pareja real suscribiendo un documento que también confirma Sancho con fecha 25 de febrero de 1103. Cree Salazar que si esta Isabel no fuese Zaida de ningún modo permitiría la presencia de Sancho pretendiéndose heredero. El segundo es el Tumbo de Lorenzana, de fecha 27 de marzo de 1106. Alfonso confirma una donación de la condesa Aldonza Muñoz «eiusdemque Helisabeth regina sub maritali copula legaliter aderente»; en otras palabras, pone de manifiesto que Isabel se encontraba unida con el monarca mediante legítimo matrimonio. Razona Salazar que esa fórmula solo podría tener sentido en el caso de que «esa reina con anterioridad no hubiese estado unida al rey de modo legal». La última prueba es un documento de la Catedral de Astorga, fechado en 14 de abril de 1107, donde Alfonso «cum uxore mea Elisabet et filio nostro Sancio», concede fueros a los pobladores de Riba de Tera y Valverde. Este sería el documento definitivo que probaría, según Salazar, que Zaida e Isabel, cuarta esposa de Alfonso, eran la misma persona.

      Montaner hace depender la primera prueba de Salazar del peso que se le quiera otorgar a Isabel en la política regia y añade que sería poco probable que «las aspiraciones personales de la reina pudiesen contrapesar la oportunidad política de la decisión»[111]. Invalida Montaner, asimismo, el documento de Lorenzana porque lo considera una simple «amplificatio retórica de los habituales coniux, uxor o dilectissi mauxor empleados por la cancillería regia, y cuyo único objetivo sería solemnizar la intervención de los monarcas en los documentos». Montaner, en fin, se apoya en Pelayo de Oviedo, contemporáneo de Alfonso VI que, recordemos, cuenta entre las concubinas del monarca a Zaida.

      En lo que parece haber acuerdo entre los investigadores es en el modo en que Zaida llega a la corte de Alfonso. Los almorávides habían sitiado Córdoba, al mando de la cual se encontraba al-Mamun. En pleno asedio, el gobernante cordobés habría mandado, como medida de precaución, a Zaida y a sus hijos a Almodóvar del Río. Zaida, después, debió buscar protección, junto con sus hijos, en la corte de Alfonso VI, donde se convertirían al cristianismo y ella

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