Manual de historia de las ideas políticas - Tomo IV. Enrique Ferrer Corredor

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servía para obtener los mayores honores y ganancias de manos de la Corona. Ahora la regla es la contraria: el favor de la corte es el único modo seguro de obtener y conservar esos honores que deben estar a disposición del pueblo (Burke, 2008, p. 53).

      - Reflexiones sobre la revolución en Francia (1790)

      Y sobre los procedimientos de ciertas sociedades de Londres en relación con dichos acontecimientos, escritas con la intención de haber sido enviadas a un caballero de París.

      La publicación en 1790, con los acontecimientos de la Bastilla frescos en el debate público, Burke publica su texto con 11 reediciones en su primer año. Como fue su costumbre, utiliza la estructura de carta a un ciudadano que le indaga sobre los hechos en París, lo que establece un soliloquio, el otro es apenas una figura para una mirada oblicua de los hechos. Un recorrido por la lista de contenido de Reflexiones sobre la revolución en Francia nos arroja varios hechos ya en el horizonte: a) el autor hace un recorrido por los temas neurálgicos alrededor de la revolución francesa: políticos, económicos, ideológicos; b) sus convicciones planteadas en todos sus textos e intervenciones anteriores guardan unidad de pensamiento entre otros aspectos como su defensa de la religión anglicana (pero incluso de los valores católicos), su recurrencia a la tradición como referente de los valores y de las decisiones sociales y políticas; c) en definitiva, cada acápite lo estructura con la perspectiva de mostrar los errores de la revolución en Francia y el temor por el apoyo que esta ha recibido de algunos intelectuales y políticos ingleses. Presentamos la tabla de contenido de este texto, central para este ensayo, a manera de recorrido entre sus apuestas temáticas:

      Primera parte

      Los amigos ingleses de la revolución en Francia.

      Los verdaderos principios constitucionales de la monarquía inglesa.

      Sobre el derecho del pueblo a destituir a sus gobernantes.

      Sobre el derecho del pueblo a formar un gobierno por sí mismo.

      Los errores de la revolución francesa.

      El verdadero significado de los derechos del hombre.

      Análisis crítico de la revolución francesa.

      Tradición inglesa versus Ilustración francesa.

      La Iglesia es uno de los fundamentos del Estado británico.

      La política confiscadora de la Asamblea Nacional.

      Defensa de la monarquía y aristocracia francesas.

      La Iglesia en Francia bajo el nuevo orden.

      Segunda parte

      La Asamblea Nacional bajo examen.

      La nueva constitución de la legislatura.

      Francia considerada como confederación, y los intereses comunes de sus miembros.

      El poder ejecutivo bajo el nuevo orden.

      La política fiscal.

      Burke presenta en este libro el compendio de sus reflexiones sobre la complejidad de todo lo que involucra la estructura del Estado, el papel del Parlamento y los intereses cruzados de todos los estamentos sociales. Su primera conclusión fundante en sus reflexiones es afrontar que los gobiernos simples son fundamentalmente deficientes, por no decir ahora nada peor de ellos (Burke, 2003, p. 106).

      Ante los hechos de la Bastilla y la arremetida de la revolución en medio de la confusión, las contradicciones y los abusos, Burke confirma una y otra vez su desconfianza por los cambios bruscos, violentos y ajenos al legado de las instituciones y de la historia. No encuentra fundamentos en los procedimientos de la Asamblea proclamada en París, los hechos inmediatos a 1789 le van a confirmar su profunda desconfianza respecto a unos revolucionarios inexpertos, apenas envalentonados por un poder fortuito producto de su atrevimiento. Burke se anticipa a la sangre y a los caminos oscuros de la época del terror, igualmente se anticipa a la incapacidad de los revolucionarios para reconstruir el balance entre los estamentos nacionales de la naciente república y la presión internacional de las monarquías europeas dispuestas a restablecer el orden nobiliario en Francia.

      La inexperiencia de los revolucionarios franceses es presa de un modo definitivo de los ataques de Burke, para quien la teoría tiene el tiempo que no tiene la experiencia. ¿Qué es la libertad sin conocimiento y sin virtud? La libertad no es para él una mera abstracción, es un derecho construido y sancionado por el tiempo, es algo a lo que tenemos derecho por nuestra virtud para disfrutarlo. La ignorancia y la carencia de tratos con la libertad impiden la capacidad para actuar de un modo libre, no bajo la servidumbre de sus propias falencias. Burke representa de este modo la tendencia anglosajona de concebir el mundo político desde el concepto de la libertad negativa.

      Los efectos de la incapacidad que han mostrado los líderes populares en todos los departamentos del Estado quieren cubrirse con el “todo poderoso nombre” de libertad. En algunos individuos veo una gran libertad; ciertamente; en muchos otros, si es que no en la mayoría, una opresiva y degradante servidumbre. Pero ¿Qué es la libertad sin conocimiento y sin virtud? (Burke, 2008, p. 352).

      La perspectiva capitalista de la política en Burke no arroja dudas sobre su capacidad intelectual ni sobre su experiencia como tecnócrata para resolver asuntos prácticos. Sus grietas argumentativas tampoco provienen de una ignorancia del derecho o de una incapacidad para respetar y debatir los argumentos del contrario. Tampoco podemos reducirlo a ser un anti-ilustrado. Burke teme a la poca experiencia de una razón abstracta aplicada a la sociedad como si fuera la naturaleza, por ello hace una gran ironía en Vindicación de la sociedad natural. En lo que no confía Burke es justamente en la naturaleza humana para la convivencia pacífica, altruista y justa. En este aspecto se anticipa a varios debates de la modernidad: uno, al debate sobre la complejidad de la metodología científica en las ciencias sociales; dos, a que no siempre hay homología entre los métodos de las exitosas ciencias de la naturaleza (no humana), aplicados en algunos casos de modo mecánico para resolver preguntas a relaciones entre seres humanos subjetivos, individuales, impredecibles; tres, asume y critica la modernidad, pero no desde la actual posición posmoderna, Burke no lucha contra la razón sino contra quienes sin experiencia la usan en nombre de una libertad esclava. Cuando Burke se enfrenta a la necesidad de referentes fundacionales de una constitución, no recurre a una democracia ateniense porque no encuentra en su tiempo la madurez para el debate público, se ancla en la religión, en la corte y en la tradición como asidero, pero las somete a la práctica y por ello a la aprobación del pueblo.

      No sin razón, por tanto, la ciencia de las finanzas prácticas y especulativas, la cual se ve obligada a llamar en su ayuda a tantas otras ramas del conocimiento, tiene tanto prestigio, no solo entre la gente ordinaria, sino también entre los hombres más sabios y mejores. Así como esta ciencia ha crecido con el progreso del objeto de su estudio, así también la prosperidad y mejora de las naciones han aumentado proporcionalmente al aumento de sus rentas públicas. Y tanto aquella como estas continuarán creciendo y floreciendo en la medida en que exista un equilibrio entre lo que se les deja a los individuos para dar un incentivo a sus esfuerzos, y lo que se recauda para financiar las empresas públicas del Estado, de tal modo que aquellos y este se hallen en recíproca proporción y se mantengan en estrecha correspondencia y comunicación (Burke,

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