Violencia contra los periodistas. Marisol Cano Busquets

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Violencia contra los periodistas - Marisol Cano Busquets

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teórico que conjuga, a su juicio, cuatro dimensiones significativas para tal fin:

      i. El rol de los medios informativos y del periodismo en la sociedad y en la construcción de una esfera pública deliberativa.

      ii. El entramado de relaciones de poder y presiones en el que se desarrolla el trabajo periodístico y lo convierte en un campo en disputa.

      iii. La comprensión del derecho a la libertad de expresión como cimiento de sociedades plurales y diversas.

      iv. El entendimiento de las dimensiones de la violencia y de su significación social.

       Rol de los medios informativos y del periodismo en la sociedad

      La indudable importancia de los medios de comunicación para la vida en sociedad radica en haberse convertido en un recurso de poder como instrumentos potenciales de influencia, control e innovación, y en el modo primario de transmisión de información esencial para el funcionamiento de las instituciones sociales (McQuail, 2010, p. 28). Los medios trazan un mapa del mundo a través de las noticias y de los comentarios, interpretan la marcha de la sociedad en forma de marcos explicativos y estructuran conocimiento público, con lo cual influyen sobre la comprensión que las personas tienen del mundo por medio de los marcos cognitivos que proporcionan (Curran, 2005, p. 169). Así mismo, constituyen un ámbito en el que se despliegan múltiples asuntos públicos y son un espacio destacado para la construcción, el almacenamiento y la expresión de la cultura y los valores de las sociedades y los colectivos humanos y, por tanto, el origen de un sistema de significados que aporta patrones a los individuos y a los grupos (McQuail, 2010, p. 28).

      Como productores, difusores y depositarios de significados sobre los acontecimientos, los medios están profundamente implicados en la vida en sociedad (McQuail, 2010, p. 29), con sus inherentes tensiones y conflictos de carácter político, económico, social o cultural. Son muy pocas las cuestiones sociales significativas que se abordan sin algún tipo de consideración del papel de los medios de comunicación.

      La honda imbricación de los flujos de información, noticias y comentarios en la vida de las sociedades sugiere un espacio de potencial desencuentro entre las expectativas de los diferentes grupos sociales sobre el rol que desempeñan los medios en general, y el periodismo en particular, y las propias percepciones e ideas de los periodistas en relación con sus tareas y responsabilidades sociales. El reclamo de libertad y de independencia del Estado, de los gobiernos y de otros poderes por parte de quienes ejercen el periodismo contribuye a una dinámica y un clima de discrepancia permanente donde ellos deben actuar. Si bien es cierto que en sociedades libres el periodismo no debería tener obligaciones con el Estado o con otro cuerpo externo, gracias a la extendida doctrina de la libertad de prensa, sí se espera que los periodistas no hagan daño y obedezcan la ley (McQuail, 2013, p. 20). Sin embargo, los medios informativos y los periodistas generalmente resienten que se les intente prescribir algún rol, excepto el que ellos mismos se autoimponen.

      Aun así, resulta inaceptable admitir que es posible desatender los reclamos que la sociedad hace al periodismo. Basta tener en cuenta tan solo el hecho de que quienes controlan algunos medios de comunicación basados en el mercado pueden coartar su independencia y amordazar la vigilancia que están llamados a hacer de los gobiernos, bien sea porque son sus defensores o porque esperan beneficiarse en las regulaciones (Curran, 2005, p. 250). No menos significativas son todas aquellas influencias que pueden condicionar la labor de los medios, entre las que se encuentran los compromisos políticos y los intereses privados de los accionistas o las que se derivan del poder ideológico de los principales grupos de la sociedad (Curran, 2005, p. 246).

      Como lo explica McQuail (2013, p. 5), aunque la práctica del periodismo vista desde dentro no requiere justificación o explicación teórica, inevitablemente alguna forma de teoría se desarrolla fuera acerca de la interacción entre el periodismo y su entorno social, en especial a medida que el periodismo gana en complejidad y sus consecuencias se hacen más significativas. Desde la perspectiva de este autor, los periodistas pueden no necesitar una teoría para guiar sus actividades cotidianas, pero la teoría es esencial cuando median propósitos como explicar o justificar acciones de quienes ejercen el periodismo que resultan controvertidas o en procesos de rendición de cuentas que involucran responsabilidades frente a la sociedad, a la legislación y la autorregulación profesional. En particular, lo que sostiene McQuail es que el reclamo de la libertad periodística como principio no puede fundamentarse sin una justificación teórica, además de los argumentos pragmáticos que también lo sustentan (2013, p. 5).

      Los acercamientos teóricos a la relación entre sociedad y periodismo se enmarcan en la tradición más amplia de los estudios sobre los medios de comunicación, en los que se identifican dos enfoques diferenciados: el mediacéntrico, que se orienta a los propios medios y a su actividad, y el sociocéntrico, más centrado en la sociedad, que entiende a los medios como reflejo de fuerzas políticas y económicas (McQuail, 2010, pp. 30-32).

      Si lo que se observa son los intereses y las convicciones de los teóricos, McQuail ve otra línea divisoria donde identifica dos tendencias: los que pertenecen al ámbito de la cultura y de las ideas, y los que privilegian las fuerzas y los factores materiales. Este teórico caracteriza, entonces, la existencia de otros cuatro enfoques principales en los estudios sobre los medios de comunicación: el mediaculturalista, que da mayor importancia al contenido y a la recepción de los mensajes teniendo en cuenta la influencia del entorno individual; el mediamaterialista, en el que los aspectos político-económicos y tecnológicos de los medios reciben la mayor atención; el socioculturalista, que recalca la influencia de los factores sociales en la producción y recepción de los medios y sus funciones en la vida social y, finalmente, el sociomaterialista, que considera que los medios son más un reflejo de las circunstancias económicas y materiales de una sociedad que una de sus causas primarias (McQuail, 2010, p. 32).

      Lo que subyace en general en los diferentes enfoques en cuanto a la relación entre medios de comunicación y sociedad es la premisa de los medios como una “institución social establecida, con sus propios conjuntos de normas y prácticas, pero cuyo ámbito de actividades queda sujeto a definición y limitación por toda la sociedad” (McQuail, 2010, p. 29).

      Ya no en lo concerniente a los enfoques de los estudios, sino a los tipos de teorías existentes sobre los medios de comunicación, el mismo McQuail (2010, pp. 32-34) advierte la existencia de cuatro tipos de teorías principales: de las ciencias sociales, normativas, operativas y del día a día, de las cuales al investigar un fenómeno como el de la violencia contra los periodistas son relevantes las teorías operativas y, en especial, las normativas, es decir, aquellas que prescriben cómo deberían operar los medios si tuvieran que ser defendidos o alcanzados determinados valores sociales. Las teorías se entienden aquí no solamente como un sistema de postulados parecidos a las leyes, sino también como cualquier conjunto de ideas que contribuya a comprender un fenómeno, guiar una acción o predecir una consecuencia (2010, p. 32).

      Las teorías normativas aportan a la configuración y legitimación de las instituciones mediáticas y las teorías operativas conciernen a las ideas prácticas reunidas y aplicadas por los profesionales de los medios en el curso de su labor y contribuyen a organizar aspectos de la experiencia y a mantenerse dentro de lo que permite la sociedad. En asuntos de ética periodística, por ejemplo, estas últimas se superponen a las teorías normativas (McQuail, 2010, pp. 32-33). Lo que interesa en este trabajo es, entonces, esa compleja y sugerente tensión, pero a su vez conexión, entre aproximaciones normativas y aproximaciones operativas al periodismo.

      De este modo, el punto de partida se fundamenta en la premisa de la existencia de dos tipos de teorías de la prensa, más que de los medios de comunicación en general: las que prescriben sus tareas en la sociedad y las que describen la práctica real de esas tareas; de esta

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