Violencia contra los periodistas. Marisol Cano Busquets

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Violencia contra los periodistas - Marisol Cano Busquets

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de interés nacional en momentos o procesos que requieran el apoyo a autoridades civiles o militares en la defensa del orden social ante las amenazas del crimen, las guerras, el terrorismo, la insurgencia, o en situaciones de emergencias y desastres naturales. Se da en procesos de construcción y desarrollo de las naciones o en momentos de transición política. Implica una relación de los medios con distintos centros de poder, sin devaluar los valores de la libertad y la autonomía de los periodistas y de los medios.

      Se expresa de diversas maneras y dependiendo de los contextos y las circunstancias. Puede suponer que se acepten determinadas condiciones de censura. Desde un punto de vista normativo, el rol colaborativo se basa en acuerdos sobre el significado y los fines de la colaboración, que deben ser transparentes y conllevar un proceso deliberativo.

      En la práctica, y de acuerdo con la manera como deciden operar los medios y desempeñar su labor los periodistas, se presenta una superposición entre los diferentes roles, así como oposiciones y conflictos.

      Los más distantes entre sí son el rol colaborativo y el rol radical. Así como la crítica es en algunas ocasiones constructiva, el rol radical usualmente conlleva una postura de oposición a la autoridad establecida. Lo anterior es un recordatorio de que los medios no operan en una sociedad vacía y que están continuamente comprometidos con otros actores sociales así como con sus audiencias. Como se ha anotado, los medios pueden diferenciarse tanto por sus relaciones con el poder en la sociedad (dependientes u opositores) como por su grado de participación en tanto actores en actividades políticas y sociales (Christians et al., 2009, p. 32).

      La anterior propuesta de análisis enriquece los tratamientos teóricos de la manera como tradicionalmente se ha abordado la defensa de las libertades de expresión, de prensa y de información, en la medida en que aporta elementos que, desde perspectivas filosóficas, políticas y mediáticas, permite hacer evaluaciones más complejas sobre su manifestación en determinadas sociedades y circunstancias. Vistas estas libertades en contexto, con los aportes de este enfoque contemporáneo de las teorías normativas es posible encontrar recursos explicativos y conceptos más variados y profundos que en el pasado.

      De igual forma, enriquece la comprensión de las opciones que los medios y los periodistas asumen sobre sus roles y comparten como puntos de vista profesionales —lo que se conoce como milieus (Hanitzsch, 2011, p. 481)—, así como de las demandas que la propia sociedad hace a los medios de acuerdo con sus raíces y tradiciones culturales, su historia política o el momento histórico por el que pasa.

      Las relaciones entre medios informativos, periodismo y democracia han sido descritas tradicionalmente en términos de un contrato social; eso quiere decir que se requieren mutuamente. El periodismo necesita a la democracia para tener libertad e independencia y la democracia necesita al periodismo para que haya flujo de información, para que pueda darse el debate público sobre asuntos políticos y para que el periodismo tenga la posibilidad de actuar como “perro guardián” frente a los abusos del poder (Strömbäck, 2005, p. 332).

      La noción que comprende el periodismo en su rol crítico e independiente del Estado se basa en el papel que desempeñó en momentos determinantes al comienzo del siglo XVII en la guerra civil inglesa, en el siglo XVIII durante la Revolución Francesa o en la guerra de independencia de los Estados Unidos (McNair, 2009, p. 237). De igual forma, la defensa que hizo John Milton del pensamiento y la libertad de prensa en Areopagítica, al que ya se hizo referencia, estableció algunos de los postulados clásicos del periodismo moderno, dejando las raíces de una larga tradición de relaciones entre periodismo y democracia y los fundamentos para el surgimiento de una cultura de la crítica y la legitimación ideológica en la formación de la esfera pública emergente.

      El desarrollo de la cultura de las noticias está entonces estrechamente ligado al proceso de construcción de sociedades democráticas. Si la democracia es, en palabras de Abraham Lincoln, “el gobierno de la gente, por la gente, para la gente”, entonces, el periodismo, en su mejor realización, desde la tradición liberal, se alimenta de esa misma inclinación pluralista. Es recurrente, por ello, encontrar citada la frase de James Carey (1999, p. 51): “Sin periodismo no hay democracia, pero sin democracia tampoco hay periodismo”.

      Ahora bien, ¿cuáles son en concreto esas aportaciones del periodismo a la democracia? McNair (2009, pp. 239-240), teniendo en cuenta tanto las perspectivas normativas como las pragmáticas, realiza una buena síntesis del papel desempeñado por el periodismo —en especial del periodismo político—, en sociedades democráticas a lo largo de la historia:

      i. El periodismo ha sido fuente de información para la democracia deliberativa, en la medida en que el éxito de la democracia radica en la existencia de información de calidad, fiable y precisa para el ciudadano. Desde una perspectiva normativa, el ideal democrático es el de la toma de decisiones informadas, de ahí que la labor del periodismo sea una contribución fundamental para la marcha de la democracia.

      ii. El periodismo ha sido “perro guardián” en su rol de monitoreo y escrutinio crítico de quienes detentan el poder en los gobiernos, los negocios y otras esferas influyentes de la sociedad. Esta función la ha cumplido en representación de la ciudadanía.

      iii. El periodismo ha sido mediador entre los políticos y los ciudadanos como instancia que asegura que la voz de estos últimos sea escuchada. A su vez, ha alentado el acceso directo de las personas a la esfera pública.

      iv. El periodismo ha sido actor participante y defensor de determinadas posiciones en el debate público, buscando influir sobre las personas en relación con un determinado punto de vista.

      McNair recoge allí aspectos coincidentes con la perspectiva de Christians et al. (2009), de tal manera que los estudios en comunicación van mostrando que en la base de las relaciones entre democracia, sociedad y periodismo está la capacidad del periodismo de suministrar información y comentarios de calidad, de abrir espacios para el debate público, de cumplir con el rol de monitoreo y de proveer un canal de doble vía entre ciudadanos y gobierno. Como se irá viendo a lo largo de este trabajo, los conceptos que aparecen estrechamente asociados a estas relaciones son la libertad, el pluralismo y la participación, en tanto resultan vitales de igual forma para el proceso democrático y para el ejercicio periodístico.

      El periodismo, a lo largo de su historia, ha estado orientado por diversos tipos de motivaciones, entre otras, el sentido de responsabilidad pública, la defensa de alguna causa, la relación con partidos políticos o alguna ideología, la atracción por el arte de escribir y publicar, el objetivo de generar beneficios económicos y empleo. Al mismo tiempo, la actividad de publicar ha estado con frecuencia acompañada de restricciones y riesgos, por el potencial daño a los intereses de otros o de la sociedad en general (McQuail, 2013, p. 27).

      En este ámbito aparecen como una dimensión de análisis los requerimientos informativos de la democracia en general, pues, como se verá más adelante, estos pueden cambiar de acuerdo con el modelo o la concepción de democracia desde la que se esté hablando. Estos requerimientos tienen que ver, entre otros aspectos, con el acceso y la circulación de información confiable y relevante sobre asuntos de actualidad y problemas de la sociedad; sobre partidos políticos, sus programas y sus líderes, o sobre medios y posibilidades para expresar las ideas de forma abierta y diversa. Con ello se logra un público informado, interesado y motivado para actuar con el fundamento que le da la información (McQuail, 2013, p. 39).

      McQuail (2013) asegura que durante el siglo XX los medios de comunicación tradicionales proporcionaron posibilidades efectivas para satisfacer los requerimientos anteriores, demostrando su capacidad de propiciar que las sociedades y las personas se expresaran y pusieran en un espacio común sus diferencias, contribuyendo así a conformar una opinión pública abierta, pluralista

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