Democracia y desplazamiento durante la guerra civil colombiana. Abbey Steele
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Las amenazas también son un componente importante del proceso de selección de objetivos militares colectivos, pues dan a entender que las matanzas no terminarán hasta que un grupo determinado abandone la comunidad. También, tienden a señalar que el propósito no es matar a todos los integrantes de un grupo, a menos que la violencia tenga carácter genocida. Un reporte sobre el desplazamiento en Colombia señala que “con frecuencia … los desplazamientos masivos son anunciados con anticipación, [y] quienes desatienden la orden de marcharse se ponen en riesgo de ser masacrados o a otras agresiones graves contra su integridad física” (UNHCR 2003). Sobre Myanmar, Cusano (2001, 148) reporta que “las tácticas contrainsurgentes del ejército birmano, por lo general, tienen el mismo patrón: después de poner en el punto de mira una zona con el propósito de despoblarla, el ejército ordena a los habitantes que deben irse, a través de un comunicado escrito, en el que se convoca a una reunión de los líderes locales o se programa una visita del ejército a la aldea”. En Colombia, los grupos paramilitares han preferido los grafitis para anunciar su llegada y para avisar a los habitantes que deben marcharse con la debida anticipación (Amnistía Internacional 1997).
Otra estrategia es quemar casas para desalojar a sus habitantes, como hicieron los paramilitares en el municipio de Ituango, en Colombia (por ejemplo, El Tiempo 2000). En Turquía, la fuerza pública quemó cientos de asentamientos “renuentes” (IDMC 2009):
Helicópteros, vehículos blindados, tropas y guardias locales rodearon una aldea tras otra. Quemaron productos almacenados, maquinaria agrícola, cosechas, huertas, bosques y ganado. Quemaron casas, a menudo sin dar a los habitantes la oportunidad de recoger sus posesiones … Para 1994, más de 3.000 aldeas habían sido prácticamente borradas del mapa y más de un cuarto de millón de campesinos había quedado sin techo.
Por último, las personas que hacen parte de grupos que se encuentran en el punto de mira pueden optar por abandonar la comunidad debido a que han recibido amenazas directas. O pueden irse porque tienen miedo o porque prefieren vivir en una comunidad más segura, en donde se reduce la probabilidad de sufrir el impacto de la violencia. El motivo específico puede variar, pero sostengo que los grupos armados crean situaciones que impulsan a los civiles a marcharse y que poner en el punto de mira a los integrantes de una comunidad de esta manera –lo cual denomino identificación de objetivos militares colectivos– aumentará la probabilidad de que los miembros de la comunidad señalada se vayan por cualquier razón.25
Cuando los civiles se marchan como respuesta a su condición de objetivo militar colectivo, el grupo armado ha conseguido, en la práctica, “limpiar” el territorio. El término resulta familiar, aún cuando se usa solamente para aludir a la violencia étnica. Las estrategias que los grupos armados emplean para expulsar grupos que no tienen un carácter étnico, sin embargo, se asemejan bastante a lo que ocurre con la limpieza étnica. En ese sentido, la “limpieza política” es la expulsión de un grupo particular al que se desaloja de su territorio.26 Se trata de un fenómeno generalizado que ocurre en diferentes niveles durante las guerras y que depende de los diferentes grupos señalados como objetivo militar en ese contexto. El concepto de limpieza política, en otras palabras, abarca la categoría de limpieza étnica. Si bien la situación puede varias de acuerdo con la disputa central que subyace a la guerra, considero que el indicador de lealtad puede ser la base de la identificación de objetivos militares colectivos y de la limpieza resultante. Cuando la condición étnica es politizada y convertida en la disputa básica de la guerra, es más probable que los grupos armados pongan a los integrantes de un grupo étnico en el punto de mira. Los seguidores de los partidos políticos pueden ser caracterizados de modo similar, como pone en evidencia este libro. Sin importar el motivo de la identificación de un objetivo militar colectivo, la limpieza política puede ocurrir.
Las formas de limpieza se diferencian, en especial, porque, en algunos casos, la limpieza es una opción política que se toma desde un centro y adquiere la forma de una campaña generalizada. Con bastante frecuencia, esas campañas están dirigidas contra grupos étnicos (Bulutgil 2016). El tipo de limpieza que conceptualizo y explico en este libro es una estrategia puesta en marcha durante la guerra, cuyo propósito es asegurar control territorial, y no se trata de una campaña masiva orquestada desde un centro.
Resistencia ante la limpieza política
En algunos casos, las comunidades se las arreglan para quedarse, a pesar de haberse convertido en objetivo militar colectivo. Esta situación es relativamente poco común, porque requiere coordinación para evitar que se marche una cantidad mínima de las personas que pertenecen al grupo que está en el punto de mira. De esta manera, se disminuye de forma relativa el riesgo interdependiente entre las familias, en comparación con el peligro que correrían yéndose a otro lugar. En situaciones como esa, la decisión de quedarse con la comunidad reduce el riesgo de cada familia de enfrentarse al impacto de la violencia directa, debido a que, por lamentable que pueda parecer, la cantidad de víctimas posibles aumenta. Esa comunidad tendrá una probabilidad mayor de estar conformada por habitantes que se encuadran dentro de un umbral alto de violencia, para usar la expresión de Granovetter (1978). También, puede ser factible que las comunidades adelanten acciones específicas que conduzcan a aumentar los umbrales de violencia entre los habitantes. A partir de mi trabajo de campo, considero que existen dos elementos esenciales: primero, la comunidad debe tener o adoptar un bloque estable de normas o reglas internas para evitar la “deserción” de los habitantes.27 Si algunas personas comienzan a marcharse (lo cual constituiría una deserción), quizás otros los sigan, como expliqué antes. Las reglas que prohíben o incentivan a las personas a quedarse pueden postergar esa reacción en cadena (describiré esta situación con más detalle en el capítulo 5). La aplicación de esas reglas o normas puede ser anterior a la violencia o puede darse como reacción cuando la comunidad ha adquirido la condición de objetivo militar. También, puede ser fomentada por organizaciones externas. Por ejemplo, varios consejeros y la Organización Indígena de Antioquia (OIA) trabajaron con una comunidad indígena de Apartadó, en donde adelanté trabajo de campo, para activar la participación de instituciones relacionadas con control interno y neutralidad externa en las que la comunidad aún no confiaba.28
Lo anterior lleva a la segunda condición: en un contexto de violencia, un grupo externo puede ofrecer algún tipo de protección o respaldo que permita reafirmar la decisión de la comunidad sobre quedarse. El grupo externo puede ser una organización no gubernamental, como en el caso de la OIA, Justicia y Paz y el CINEP (Masullo 2015), o grupos extranjeros como Fellowship of Reconciliation –FOR– (Hermandad para la Reconciliación) o Peace Brigades International –PBI– (Brigadas Internacionales