Democracia y desplazamiento durante la guerra civil colombiana. Abbey Steele
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Segundo, formulo una teoría acerca de los momentos y los lugares en que, con mayor probabilidad, los grupos armados seleccionan objetivos militares colectivos con el fin de limpiar un territorio y, de esa forma, ganar ventaja sobre un rival. Cuando los grupos compiten por el control de una comunidad, buscan desplazar a los civiles desleales debido a que ese desplazamiento socava la presencia del grupo armado rival y resulta más efectivo que asesinar o intentar convertir a los desleales. Para eliminar a los detractores, los grupos armados requieren identificar a las personas leales y a aquellas que no lo son. Si bien la información sobre las preferencias de los civiles es difícil de obtener en el contexto de las guerras civiles (en especial, en aquellas guerras que carecen de una disputa derivada de diferencias entre grupos), las elecciones celebradas antes o durante un conflicto violento constituyen un mecanismo que los grupos armados emplean para identificar a los desleales. La política contemporánea de democratización promueve la celebración de elecciones a la primera oportunidad, lo cual puede conducir a que los civiles queden expuestos a la violencia. El caso colombiano sugiere que el análisis cuidadoso de las leyes e instituciones electorales se hace necesario para prevenir ese impacto.
Una definición del desplazamiento asociado con la guerra
La cantidad de gente desplazada en las guerras ha venido aumentando de manera constante desde que millones de personas tuvieron que abandonar sus hogares durante y después de la Segunda Guerra Mundial.3 En la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados, de 1951, Naciones Unidas definió al refugiado como la persona que “debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentre fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de tal país” (ACNUR 2010, art. 1). La Convención no incluyó, en un comienzo, a los desplazados internos (DI), aquellos que no atraviesan una frontera internacional. Con el tiempo, en 1998, Naciones Unidas implementó “principios rectores” sobre el desplazamiento interno, que definen a los DI como refugiados que se han reasentado por fuera de su lugar de residencia habitual dentro de sus estados originarios.4 Entre 1980 y 1990, la cifra mundial de DI, por un lado, y refugiados, por otro, estuvo cerca de triplicarse “a 22 millones de 23 países y cerca de 17 millones de 50 países, respectivamente” (Vincent 2001).5 Este libro esboza y explica el desplazamiento en tiempo de guerra, entendido como la migración de civiles provocada, de forma directa o indirecta, por uno o varios grupos armados.6 Este término se diferencia de la definición jurídica escogida por Naciones Unidas, que se centra en la identificación de personas desplazadas. Por el contrario, la definición en la que se sustenta este trabajo es desplazamiento, que es, ante todo, una interacción entre grupos armados y población civil. El libro se centra en la interacción más que en el destino final de los desplazados, bien sea dentro de su propio país o en uno distinto. Se parte del supuesto de que los esquemas de desplazamiento en su fase inicial tienen bases similares, independientemente del destino final de los desplazados.7
El contexto: guerras civiles irregulares
Los contextos en los que interactúan los grupos armados y la población civil son cruciales para entender la naturaleza de esas interacciones y sus consecuencias. Las guerras civiles son los contextos analizados en este libro. Desde luego, el aumento de refugiados y DI ha coincidido con el incremento de la cifra de guerras civiles en la segunda mitad del siglo XX. Las dinámicas de la Guerra Fría condujeron a un aumento de una forma de guerra conocida como “guerra de guerrillas” o “insurgencias”, al tiempo que los Estados Unidos y la Unión Soviética apoyaban rebeldes con los que compartían afinidad política, que de otra manera habrían sido derrotados por estados fuertes (Kalyvas y Balcells 2010; Hobsbawm 1996). Estas guerras civiles “irregulares” (Kalyvas 2005) representan cerca de la mitad de todas las guerras.8
Este libro tiene como propósito conceptualizar y explicar la variación en las formas del desplazamiento en el marco de las guerras civiles irregulares, más que el grado general de desplazamiento producido por esas guerras. El objetivo de este libro es distinto de aquellos estudios que abordan operaciones de gran envergadura, como asesinatos en masa (Valentino 2004), deportaciones (Greenhill 2010), limpiezas étnicas (Bulutgil 2016) o genocidios y politicidios (Harff 2003; Strauss 2006).9 Si bien esos tipos de victimización con frecuencia se traslapan con formas de desplazamiento, requieren explicaciones diferentes, debido a que se basan en decisiones que por lo general tienen carácter centralizado. En contraste, las formas de desplazamiento que documento y explico aquí están relacionadas con las estrategias de grupos armados dentro de guerras en curso, lo cual, cabe esperar, varía de acuerdo con la comunidad y el tiempo.
En el contexto de las guerras civiles, es difícil recopilar información confiable acerca de las comunidades afectadas por el enfrentamiento y la elaboración de esta es, a menudo, una prioridad secundaria con respecto a la necesidad de atender a las víctimas de la violencia. Como resultado, es difícir dimensionar con claridad la manera en la que se produce el desplazamiento, en especial, en guerras civiles que no tienen un carácter étnico. Con el fin de abonar el terreno para entender el desplazamiento, primero necesitamos entender las características de esos tipos de guerra y la forma en que tales características inciden en la manera en que interactúan grupos armados y población civil.
Las guerras civiles irregulares se caracterizan por una relación de desequilibrio entre militares que hacen parte de estados fuertes, y cualquier milicia aliada, e insurgentes débiles. En algunos contextos, las milicias que combaten a los rebeldes también son importantes (Jentzsch, Kalyvas y Schubiger 2015). Los grupos armados, incluyendo la fuerza pública, son “organizaciones formales que emplean la fuerza armada para incidir en el resultado de una incompatibilidad política declarada”.10 Los insurgentes evitan confrontaciones militares con el estado y, como resultado, sus frentes armados son configurados con dificultad (Kalyvas 2006). Esta dinámica tiene implicaciones graves para los civiles: los grupos armados enfrentados buscan su apoyo y les piden que participen en la guerra. Los insurgentes acosan a la población civil en busca de recursos y refugio (es bastante conocido que Mao bromeaba sobre el hecho de que las guerrillas nadan en un mar de civiles). El reto principal para los contrainsurgentes es el “problema de la identificación”, es decir, diferenciar a los civiles y a los insurgentes. Para resolver el problema, deben pedir información a los civiles (Kalyvas 2006). Ambos bandos procuran establecer control territorial en los lugares en que son el único actor al mando. Con ese propósito, los grupos armados emplean diversas tácticas para obtener o mantener el control, o para socavar la presencia o el control de un rival, lo cual incluye varias formas de violencia en contra de la población civil (Kalyvas 2006, 124-132).11 Si bien insurgentes y contrainsurgentes tienen motivaciones similares para el uso de la violencia, difieren con respecto a cuándo, dónde y cómo la emplean, debido a los diferentes recursos que están a su alcance (regresaré más adelante sobre este punto).
Los civiles son personas que no participan en las actividades militares de ningún grupo armado, pero que pueden llegar a ser sus socios o colaboradores de “tiempo parcial”. Con el fin de evitar la violencia, las personas evalúan, de forma constante, el riesgo al que están expuestos y sopesan las acciones que pueden tomar para reducir ese riesgo. Los civiles también tienen preferencias políticas y sus recursos pueden ser limitados,