Democracia y desplazamiento durante la guerra civil colombiana. Abbey Steele
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Para las personas y para las familias, el desplazamiento significa separación de las comunidades a las que pertenecen, de sus seres queridos y de sus propiedades. Además, el desplazamiento implica un futuro incierto en lugares nuevos y desconocidos, a menudo después de haber experimentado episodios de violencia intensa, así como travesías peligrosas. Las experiencias desgarradoras de esas familias también tienen consecuencias políticas de mayor alcance. Por ejemplo, en 2016, casi la mitad de la población siria fue desplazada internamente o se encontraba viviendo por fuera de sus fronteras. La dramática transformación de la composición demográfica del país, sin duda, tendrá impacto en todos los ámbitos, desde el desarrollo económico hasta la política de posguerra. Por supuesto, los países que acogen refugiados también enfrentan desafíos. Además de los retos logísticos y humanitarios, los estados receptores pueden experimentar su propia agitación interna como resultado de los nuevos inmigrantes, a los cuales suele asociarse con una mayor probabilidad de violencia y guerra civil.
A pesar de la importancia y el volumen del desplazamiento de población civil, este sigue siendo un fenómeno nebuloso. Varios académicos han relacionado el desplazamiento con contextos amplios, como la formación del estado-nación, la violación de los derechos humanos, la violencia, las guerras y, de manera más específica, las guerras civiles. Si bien los factores mencionados son trasfondos comunes del desplazamiento, no contribuyen a explicarlo. De modo habitual, el desplazamiento es descrito como un subproducto espontáneo de otras formas de violencia o como el resultado de una campaña centralizada de limpieza étnica. Sin embargo, ninguna de esas dos perspectivas permite explicar variaciones importantes de las formas y niveles del desplazamiento, que a veces tienen lugar, incluso, en el curso de una misma guerra civil. En Iraq, por ejemplo, a pesar de que el país había sido invadido en 2003, no fue hasta después de los bombardeos sobre el importante santuario chiita de Al-Askari, a comienzos de 2006, que el desplazamiento se disparó. ¿Qué puede explicar este cambio? Dentro de las guerras, como ocurre con otros fenómenos, el desplazamiento no afecta por igual a todas las familias o comunidades. Para explicar este tipo de variaciones, algunas perspectivas académicas recientes se han movido desde el estudio de factores contextuales hacia la búsqueda de características comunes, tales como la riqueza o los recursos de los individuos o las familias que deciden abandonar sus comunidades de origen. Esta línea investigativa, no obstante, se basa en una interpretación del marco general de la guerra y pasa por alto la influencia de los grupos armados sobre las decisiones tomadas por las familias. Sin tener a mano información trascendental acerca de la forma en que los grupos armados actuaban y, en particular, la manera en que ejercían la violencia que perpetraban, es difícil comprender por qué Arturo y sus vecinos abandonaron el poblado, mientras que los residentes que vivían a pocas cuadras decidieron quedarse. Con el objetivo de caracterizar y explicar el desplazamiento, por lo tanto, este libro dialoga con el “espacio intermedio” (middle ground) que existe entre los factores contextuales de amplio espectro y las características de los individuos, con el fin de analizar la interacción entre los grupos armados y la población civil en el marco de las guerras. En particular, me centro en las características y conexiones que los civiles comparten, así como en la forma en la que los grupos armados las interpretan y abordan.
En las guerras, los grupos armados a menudo optan por exterminar civiles, miembros de etnias, sectas o grupos políticos rivales. Con frecuencia, el grupo que se encuentra en el punto de mira resulta ser una mezcla de identidades o una comunidad dentro de un grupo mayor, lo que convierte a la limpieza política en una práctica difícil de detectar, en especial, si la situación es examinada desde lejos. La oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados –ACNUR– (United Nations High Commission for Refugees –UNHCR–), manifiesta que “la violencia que parece indiscriminada puede estar dirigida de modo deliberado hacia ciertos grupos de civiles” (UNHCR 2012, 6). En Nigeria, por ejemplo, la avanzada contrainsurgente frente a Boko Haram parece tener a la población musulmana como objetivo militar: “para los soldados, las batas largas y sueltas de los hombres jóvenes –la indumentaria tradicional del África occidental musulmana– eran suficiente argumento para determinar culpabilidades, según dijeron los refugiados” (Nossiter 2013). El origen étnico también resulta importante: “algunos ciudadanos que tenían la cicatriz vertical étnica de los kanuri, una facción dominante dentro del grupo islamista violento Boko Haram, estaban siendo capturados [por el ejército]” (Nossiter 2013). El reporte sobre derechos humanos en el Congo elaborado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos en 1993 planteó que “al menos 200, y quizás muchas más personas, murieron” en actos violentos en los que “las víctimas parecen haber estado en el punto de mira debido a la filiación étnica y política” (Fariss et al. 2015, énfasis añadido). En Colombia, debido a que las identidades étnicas y religiosas no coinciden con los bandos enfrentados en la guerra, el desplazamiento parece ser casual. En situaciones clave, no obstante, los grupos contrainsurgentes fueron bastante específicos con respecto a sus objetivos militares que elegían por razones políticas. La ciudad de Arturo estaba llena de personas relacionadas con la izquierda, incluyendo a varios que habían apoyado a un grupo rebelde, pero solamente los seguidores de un partido político particular estaban en el punto de mira. Sin importar qué tan reducido o amplio es el grupo que está en el foco, la amenaza es evidente: irse o poner la vida en riesgo.
Es cierto que el desplazamiento no siempre es el resultado de una campaña deliberada en contra de un grupo. Las personas también huyen cuando están expuestas a amenazas indirectas. En otros casos, la población civil se reubica, con el fin de evitar la violencia que los rodea, pero que no ha sido lanzada de manera directa en su contra. Las mejores alternativas que los civiles encuentran para ponerse a salvo dependen del tipo de amenaza que los grupos armados representan, no solo de la intensidad de la violencia. Con base en esta perspectiva, el libro caracteriza diferentes formas de desplazamiento que tienen lugar durante la guerra. La huida individual y la deserción masiva son formas de desplazamiento que los grupos armados ocasionan de manera involuntaria o se derivan de modo fortuito de la violencia que ejercen. En el caso de la huida individual, la población civil busca la forma de frustrar ataques dirigidos hacia objetivos militares que han sido definidos de forma selectiva por los grupos armados. Con la deserción masiva, la población civil se aparta del camino que la violencia indiscriminada transita. En contraste, la limpieza política ocurre después de que grupos de civiles han sido puestos en la mira (collective targeting) de manera estratégica y deliberada.1 Además, la limpieza política puede darse de forma generalizada, incluso en guerras civiles que carecen de carácter étnico, como la de Colombia. El principal interés del libro es explicar en qué momentos y situaciones los grupos armados participan en esta forma de desplazamiento.
Objetivos militares colectivos, limpieza política y reformas democráticas durante la guerra civil
Sostengo