La masonería. Francesc Cardona

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La masonería - Francesc Cardona Colección Nueva Era

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conspicuo masón inglés acusado de la fundación de algunas logias, movió a la Inquisición al ser extranjero a castigarle solo con la expulsión. Sin embargo, el hecho trajo una corriente de simpatía de los europeos, en especial, británicos hacia los masones y de animadversión hacia la Iglesia católica en países como Prusia e incluso Austria por la tolerancia de sus monarcas.

      John Coustos

      Federico el Grande de Prusia (1740-1786) dos años antes de subir al trono fue iniciado en la logia de Brunswick. Llegó a ostentar el título de gran maestro, pero su política interior y exterior, como el auténtico padre del militarismo prusiano, no es que pueda considerarse como un modelo defensor de la libertad.

      Federico II fue un genio de la guerra que le agradaba reunirse con intelectuales, y a pesar de las continuas guerras y el descuartizamiento de Polonia, fue un referente para los masones que en su país encontraron su protección y una vía sin trabas para el acceso al poder.

      Ante ejemplos como el de Federico II y los ingleses, y a pesar del interdicto papal, Luis XV se decidió entonces por una política de tolerancia en suelo francés. Pronto el abad de Saint Germain des Prés fue gran maestro del país (Luis de Borbón, conde de Clermont). La gran logia inglesa se transformó en el país en Grande Loge de France y en 1733 adoptó el título definitivo de Grande Loge National o Grand Orient.

      Como había recurrido entre los ingleses, los franceses deseaban tener un gran maestro de sangre real y propagaron el infundio de que Luis XV había sido iniciado. Luis XVI se negó tajantemente a ello. Fue su hermano menor Carlos de Artois, el que sí lo hizo y cuarenta años después Carlos de Artois llegó a conseguir el trono con un sistema de gobierno de lo más absolutista y retrógrado que provocó la revolución de 1830. Sin embargo, no quiso ser gran maestro, título que después de varias rogativas aceptó Luis Felipe de Orleans, hijo del duque de Orleans (primo de Luis XVI y que después de votar su muerte siguió su misma suerte).

      Luis Felipe llegó a ser también rey de Francia, pero fue derrocado por la Revolución de 1848.

      Los príncipes de otros estados alemanes y Francisco I de Austria fueron también iniciados. Mozart por su admiración que profesaba a Haydn entró en la masonería en 1784 y aludió a ella en La Flauta Mágica (1791), aunque de las logias el emperador José II, hombre liberal, les dispensó su protección, no así su madre la emperatriz María Teresa15.

      En La flauta mágica se identifica la tradición masónica con la egipcia y las almas caminan a la salvación ayudadas por los misterios de Isis y Osiris.

      Desviaciones y nuevos ritos

      Uno de los mayores atractivos de la masonería es su contenido esotérico, misterioso, secreto, cuyas raíces se hundía supuestamente en épocas remotas. Sin embargo, también es una cualidad muy delicada porque siempre ha existido la posibilidad de que maestros masones inventaran nuevos rituales cuyo objetivo fuera la revelación de esos conocimientos herméticos. Su sincretismo intenta conciliar o armonizar teorías diferentes en opuestos como por ejemplo retrotraerse al antiguo Egipto, Noé, Pitágoras o los druidas.

      Así sucedió con el nuevo rito alrededor de 1750 llamado Royal Arch, atribuido sin pruebas fehacientes a un tal Andre Michel Ramsay (1686-1743), nacido de padre luterano y madre anglicana, y convertido al catolicismo por Fénelon, aunque otra hipótesis quizás más plausible se refiere a una logia irlandesa de Youghal. Este rito pretende dar cumplida respuesta a cualquier pregunta sobre la masonería.

      Símbolo Royal Arch

      El caballero (chevalier) Ramsay como él mismo se llamaba, fue preceptor en su juventud, después secretario particular y un gran viajero. En Holanda se tiene la curiosa idea de que fue iniciado en el criticismo.

      De los países Bajos pasó a Francia donde fue secretario de Fénelon. Marchó después a Escocia a la corte del rey Jacobo II ya como baronet (pequeña nobleza) en 1730, y acompañó a poetas como Louis Racine y Jean Baptiste Rousseau, su obra principal es su Discurso que pronunció entre 1736 y 1738 en la logia de Lunéville en la que anunció la necesidad de establecer leyes esotéricas precisas “válidas para los siglos venideros”. Estas reglas habrían de tender a promover “la república, de la que cada nación es una familia y cada particular un hijo”. Pero los hombres que conviene reunir “son aquellos que, poseyendo un espíritu ilustrado, costumbres dulces y humor agradable”, estaban igualmente abiertos al amor de las Bellas Artes, así como a los grandes principios de virtud, ciencia y religión.

      Andre-Michel Ramsay

      Asociados estos principios a los de los antiguos cruzados, “luego a los de los reyes y los príncipes que, de regreso de Palestina, fundaron logias en sus Estados”, Ramsay revela por fin que existe otra masonería distinta de la de Anderson, fundada por los príncipes escoceses ya en el siglo XIII y de la cual el rey Eduardo III se pretendía que fuera su protector.

      El Discurso fue condenado desde todos los rincones, pero quedaba sembrado el germen para la creación del rito escocés, y los Estuardo, agradecidos, desde el exilio, exigieron que el cuerpo del fundador reposara en la tumba de su familia, en Saint-Germain en Laye, allí continuó hasta que sus restos, como los de tantos otros fueran dispersados por la Revolución francesa.

      Paralelamente a la aparición de nuevos ritos (hacia 1743), siguiendo las enseñanzas de Ramsay, más o menos comprendidas, se fueron sumando grados a los tres originales de aprendiz, compañero y maestro hasta llegar a 33 en algunos casos y a más en otros, en los que, presuntamente, se iban revelando nuevos conocimientos de iniciación. Mientras que algunas logias adoptaron el misticismo de los rosacruces siguiendo a Johann Schrepfer de Núremberg, que pregonaba su predisposición para fabricar oro y exorcizar a los espíritus.

      Las divisiones continuarían. En 1751 la gran logia de York se separó de la de Inglaterra alegando que se regiría por una antigua constitución masónica que se remontaba supuestamente al siglo X. Así se arrojó el título de antigua gran logia frente a la moderna londinense a la que motejó con dicho apelativo en desprecio. Los principales núcleos de la masonería francesa se emplazaron en París, Burdeos, Lyon, Marsella y Toulouse.

      Hacia 1730 se instituyó por primera vez el embrión de una logia más que femenina mixta. Las reglas de un tipo de asociación femenina no se fijaron hasta 1760 y su reconocimiento no tuvo lugar hasta 1774.

      Curiosamente en la Orden de las Felicitarias los grados o cargos eran náuticos: grumete, patrón, jefe de escuadra y vicealmirante, era natural que el grado equivalente al de gran maestro fuera el de almirante.

      En 1745 se creó la Orden de los Caballeros y Damas del Áncora y poco después Orden de los Partidores de Leña con referencias simbólicas al bosque. Las Órdenes del Hacha o de la Cuerda tuvieron un aire más popular y festivo.

      Mientras tanto la masonería se había extendido por toda Europa alcanzando a la mismísima Rusia.

      La masonería influye en la enciclopedia

      Al compás de la creación de logias masónicas se fueron creando sociedades e instituciones culturales vinculadas a aquellas, así por ejemplo, los Societé des Arts surgida en 1726 que reunió inventores, técnicos, científicos, artistas, para los que la ciencia y las artes no eran más que una base sustentadora de sus principios morales y éticos.

      El

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