Historia de una desobediencia. Aborto y feminismo. Creusa Muñoz

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Historia de una desobediencia. Aborto y feminismo - Creusa Muñoz

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implicaban una normatividad antagónica con el proyecto feminista. Sin embargo, estos bordes se han ido, al menos parcialmente, desmontando. La presencia de los feminismos en distintas luchas sociales y sindicales así como la demanda por el aborto desde grupos y partidos de izquierda son ejemplos de la forma en que estos sectores articulan, no sin tensiones y conflictos, sus posicionamientos políticos.

      Otro borde que Bellucci devela en su artificialidad es el existente entre el movimiento feminista y el movimiento LGTTB. A pesar de sus distintos solapamientos, en la política y en la teoría existe la tendencia a enfatizar sus diferencias. La cartografía, sin embargo, muestra cómo las demarcaciones entre estos movimientos siempre fueron porosas o incluso inexistentes. Historia de una desobediencia. Aborto y Feminismo considera los entrecruzamientos entre las personas y las agendas del activismo feminista y el homosexual, particularmente en la temática del aborto. Así, por ejemplo, la creación del Grupo de Política Sexual (GPS) a principios de la década de 1970, integrado por feministas y miembros del Frente de Liberación Homosexual (FLH), posibilitó, según la autora, el “primer frente entre homosexuales, feministas y militantes de izquierda que se haya dado en nuestro país entre colectivos periféricos con un fin político preciso y puntual”. Estos cruces también se despliegan en la actualidad ya que el activismo queer integra la lucha por el aborto dentro de sus distintas agendas. Incluso uno de los sentidos del aborto que orienta al libro es considerarlo un acto de desobediencia a la heterosexualidad compulsiva y a su mandato reproductivo.

      La cartografía presentada también permite desestabilizar la dicotomización entre activismo y academia. Si bien cierta tradición feminista busca desmontar esta distinción, existe en algunos sectores una tendencia a fortalecer este binarismo. Particularmente en los últimos años, el impacto del feminismo en las universidades y su institucionalización en programas de investigación o de enseñanza relacionados con los estudios de género corre el riesgo de cimentar la diferenciación con el activismo. Sin embargo, este libro nos expone a la porosidad de las fronteras entre el activismo y la academia en la historia, la teoría y la práctica feministas. El profundo relevamiento que el libro hace de escritos, traducciones y notas en diferentes medios de comunicación de masas –en gran medida codificadores y potenciadores del feminismo, así como de los primeros grupos de reflexión o los centros y programas de investigación– trasponen esa dicotomía. A ello se agrega que las prácticas del aborto son también consideradas como momentos de generación y acumulación de conocimiento técnico, político y retórico.

      DESAFIANDO LA POLÍTICA SEXUAL

      Finalmente, el libro nos interpela para que reconsideremos la política contemporánea del aborto, en particular la compleja situación de su ilegalidad. Siguiendo diferentes estrategias, el feminismo ha buscado impactar en el sistema legal como una forma de generar un cambio socio-cultural respecto al aborto y sus prácticas. La Argentina no es la excepción ya que se han ido incrementando los esfuerzos por influir en algunos organismos del Estado y de este modo ampliar su legalidad. Sin embargo, como lo afirma ciriza en el conversatorio, “la demanda de legalización nos coloca en un terreno sobre el cual nuestra posibilidad de incidencia efectiva ha sido hasta ahora escasa, cuando no frustrante”. Es una frase difícil pero necesaria para este momento en que se han dado cambios importantes en la forma de regular la sexualidad y la reproducción mientras se sigue resistiendo la legalización del aborto. Sin desconocer la importancia del derecho como arena y vehículo para la lucha por los sentidos del aborto, es también preciso preguntarnos acerca de los desafíos y limitaciones de una agenda feminista montada sobre la reforma del sistema legal.

      Como contracara de las políticas de influencia dirigidas al estado, Historia de una desobediencia. Aborto y Feminismo visibiliza otro tipo de activismo que, a veces, queda velado en las políticas del aborto. Si bien la cara más visible del feminismo politiza al derecho como el espacio de sujeción de los cuerpos y como terreno privilegiado para activar los cambios necesarios, existe un feminismo que politiza un lugar encubierto aunque cotidiano. Un activismo que se focaliza en las prácticas concretas, en la interrupción del embarazo como un momento de resistencia, de desobediencia. Además de (o junto a) las estrategias de influencia sobre el estado, durante décadas el feminismo se ha movilizado para desmontar la construcción de sentidos que encierran al aborto en el ámbito privado, en el afuera de la política. De distintas formas y en diferentes contextos, las campañas testimoniales del “Yo aborté” reconfiguran al aborto, que pasó del secreto a la voz pública. Caras conocidas o anónimas cuestionan el estigma y la invisibilidad que suelen envolver la decisión de abortar y hablan de sus experiencias desde lugares diversos. Este libro también destaca las formas del activismo feminista que buscan facilitar el acceso –material y simbólico– al aborto en contextos represivos. Allí donde prima un régimen restrictivo, también existen mujeres organizadas que acompañan y facilitan la implementación de las decisiones personales en hechos políticos colectivos por fuera del orden legal.

      Esta politización desde las prácticas abre una nueva temporalidad cuando se considera el creciente uso del misoprostol. Sin desconocer los problemas de accesibilidad por razones económicas y las consecuencias en la Salud Pública debido a la ilegalidad, el aborto medicamentoso potencia el poder y la autonomía de las mujeres sobre sus cuerpos reconfigurando los sentidos desde las prácticas. Estos actos de desobediencia no solo desafían las reglas formalizadas por el estado sino que también generan un entramado normativo alternativo. No solo son actos de resistencia a la ilegalidad sino también momentos de construcción de una ética y de un derecho alternativo o, como lo afirma, Martha Rosenberg en su entrevista, “la práctica crea un espacio de derecho”.

      Si nos alejamos de las miradas formalistas del Derecho –aquellas que lo consideran solo en tanto proviene normatizado desde el estado–, estas nuevas prácticas también producen normas. Mientras el derecho positivo, estatal, ilegaliza, el derecho “insurgente” o “emancipatorio” que se construye desde las prácticas genera un contradiscurso a favor de la legalización. Una apropiación de la legalidad desde las mujeres que acompañan y las que abortan convencidas, en muchos casos, de su derecho a hacerlo, por su decisión emancipatoria. Allí donde una mujer interrumpe un embarazo se condensa un tejido de emociones y experiencias tan divergentes que escapan a cualquier tipo de caracterización; sin embargo, el feminismo ha ido resignificando este momento como parte de su lucha y generando comunidades de acompañamiento y afecto entre hermanas, amigas y anónimas que revierten la clandestinidad y el secreto.

      Así como las fábricas, hoteles o clínicas recuperadas luego de la revuelta de 2001 generaron un derecho alternativo, estos “cuerpos recuperados” de la reproducción compulsiva, junto a las redes comunitarias que los sostienen, van conformando un nuevo derecho, un “derecho vivo”. Un cuerpo no sujeto al derecho formal que construye y hace circular una juridicidad alternativa, un derecho indisciplinado, desobediente, que inscribe posibilidad allí donde el estado cercena libertades. Aunque la ilegalidad siga siendo el sentido que instituyen los estados latinoamericanos, la “historia de una desobediencia” implica una creciente legalización desde abajo. No solo las mujeres siguen abortando como un modo de insubordinarse, sino que cada vez más lo hacen convencidas de que es su derecho a decidir sobre su propio cuerpo.

      Juan Marco Vaggione

      Córdoba, marzo de 2014

      PRESENTACIÓN

      Ningún libro da cuenta de todo. Este tampoco. Comencé a escribir un borrador allá por 1994. Lo presenté en una reunión de feministas. Juntas estábamos pensando estrategias para impedir el ingreso de la cláusula antiabortista en la reforma de la Constitución, durante el gobierno de Carlos Menem. Pasados unos cuantos años, luego de modificar, corregir y ampliar las versiones, se transformó en una tesis para la Carrera Interdisciplinaria de Especialización en Estudios de la Mujer, de la Facultad de Psicología de la UBA, en el año 2000, dirigida por la doctora en historia Dora Barrancos. Y allí quedó. Por momentos, colgaba esa tesis en la web o en un blog de gente querida. Otras veces la hacía circular por

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