Nueva antología de Luis Tejada. Luis Tejada

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lo que permanecía atrapado en lo puramente racional. Chesterton hablaba del retorno a “la visión espiritual de las cosas”, de la “independencia de nuestras normas intelectuales”, del “sentido de la perdurable infancia del mundo”.8 Tejada tradujo aquello en la concreción de un verdadero sentido común, el de la visión simple y primitiva de las cosas, despojada de los prejuicios introducidos por la presunta civilización. En su crónica “El sentido común”, lo decía claramente: “La civilización contemporánea se caracteriza por la ausencia de sentido común en sus bases y en sus métodos; la noción primordial y natural de la Justicia y del Bien ha sido oscurecida por la ambición, atrofiada por el prejuicio, desvirtuada muchas veces por el exceso de inteligencia y de cultura”.9

      Un artista cínico

      La historia de la cultura intelectual —al igual que diversas corrientes de la sociología— afirma que las obras artísticas tienen, en últimas, un autor colectivo; que el artista simplemente singulariza en un lenguaje altamente elaborado, de manera lúcida y coherente, lo que sienten, anhelan y piensan los trozos de la sociedad con que el artista ha establecido sus relaciones más inmediatas. La obra de arte, por tanto, no se explica solamente por la insularidad maravillosa del creador ni por su genialidad ni por sus poses de ser anómalo y marginal. En el artista fluyen, se atraviesan y se plasman sentimientos colectivos. Cualquier creación artística tiene deuda hacia algún tipo de diálogo con la sociedad de su tiempo; el individuo, con su singular e irrepetible obra, es la punta de un iceberg, y por eso la tarea del historiador de la cultura es caminar en el sentido inverso al de la palpable inmediatez que ofrece la obra, en busca de determinantes, causalidades, conversaciones, motivos, influencias, temores de esa sociedad que se vuelven concretos en el producto que brinda el artista.

      La paradoja de Tejada participó de un ambiente de conductas cínicas de artistas que encontraron así una manera de diferenciarse de unas tradiciones hostiles. Caminar al margen de las convenciones ha sido una buena terapia de vida para muchos creadores; les ha servido para garantizarse un grado de independencia moral en sus elecciones acerca de lo bueno y de lo malo; les ha permitido autodefinir derroteros estéticos que vulneran verdades establecidas por la institucionalidad cultural resguardada en las academias de letras y de bellas artes, y les ha ofrecido un panorama general de las sociedades para transgredir sus convenciones. Sin ese clima transgresor, la paradoja no se habría hecho visible o, de concretarse, no habría sido más que una cabriola intelectual. Para decirlo rápido, ni Tejada, ni ningún otro escritor de comienzos del siglo xx en Colombia, habría podido escribir paradojas si no hubiese tenido al frente una rígida institucionalidad cultural digna de ser burlada y si, además, no hubiese asumido la burla desde una actitud cínica. Creo, en consecuencia, que hubo una estrecha relación entre ser un artista cínico y escribir paradojas en aquellos años.

      Alguna relación existe entre las conductas cínicas y las tensiones de una generación intelectual que varias veces fueron resueltas acudiendo a la autoaniquilación. De manera muy simbólica, la revista Panida nació en homenaje a Gabriel Uribe Márquez, uno de los hermanos de los líderes socialistas de la década del veinte, quien se había suicidado en Londres en 1914. Su muerte inició un ciclo de autoaniquilamientos que distinguió en buena medida a la generación de Los Nuevos. En 1918, otro ex panida escogió ser verdugo de sí mismo: el pintor Teodomiro Isaza. Despúes, los célebres suicidios de Ricardo Rendón y Carlos Lozano y Lozano. Para otros, su destino fue la clínica psiquiátrica, y los más cuerdos prefirieron dedicarse a los estudios de la salud mental, con el fin de entender ese penoso hecho colectivo de ver desfilar a muchos de sus amigos hacia los manicomios; ese fue el caso del ex panida Eduardo Vasco Gutiérrez, transformado después en médico psiquiatra.

      El escritor político

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