El misterio en lo cotidiano. Xavier Quinzà Lleó
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13 de febrero
¿Serán nuestras palabras en Facebook como el mensaje del náufrago en la botella, que se lanza al mar con una incierta esperanza? ¿Cuál será mano y cómo el rostro desconocido que lo tome y lo lea? ¿Le moverá a enviarnos el afecto de otras palabras, de otros ecos, como la huella del pie desnudo en la isla de Robinson?
24 de febrero
Cuando hablamos de Dios, el lenguaje que elaboramos parece sugerir que Dios está en sí, fuera del mundo, como una instancia trascendente y misteriosa, fuera del ser humano. Y se tiene la impresión de que es Dios quien entra y está dentro del ser humano, cuando en realidad es el ser humano quien está dentro de Dios. No hay un don en sí fuera de Dios, no hay gratuidad «en sí»... Lo gratuito se manifiesta a través de un modo de ser del ser humano.
25 de febrero
La gracia solo es gracia para el ser humano cuando emerge desde el mundo en el que estamos insertos. La gracia es el acontecimiento del amor libre de Dios y la presencia en el mundo del Dios liberador de una situación pecaminosa, para una situación humana plena y divinizada. De ahí la necesidad de sumergirnos en la realidad para experimentar la gracia. Esto implica no solo asumir las experiencias de Dios que otros tuvieron, sino hacer la propia, también de Dios y de su gracia.
3 de marzo
Esta es la pregunta clave: ¿quién puede abrirnos el libro de la Vida? Lo escondido de Dios es una vida oculta, negada ante los ojos del mundo. Es una ignorancia culpable que no quiere ver ni oír. Que se cierra en el egoísmo de la mordedura de la serpiente primordial y se niega a abrirse a la alteridad de la vida. ¿Por qué siempre nos sucede que nos empeñamos en la ceguera obstinada, en su oscuridad?
7 de marzo
He comenzado la Cuaresma con el deseo de avivar las cenizas del deseo. ¡Me gustaría colaborar a levantar el velo morado de la Cuaresma! Creo, más bien, que la Cuaresma es el tiempo del noviazgo, de los amores primeros que tenemos que ir poniendo a prueba. Los novios se preparan para la boda, aprenden a conocerse mejor, a aceptarse en sus debilidades, a disfrutar con la mutua presencia. Como Israel en su tiempo de prueba por el desierto, tenemos que probar nuestra fidelidad y confianza en el Señor, que nos conduce y nos guía por este amplio camino. La alianza se completa para el pueblo con el don de las bodas, que es la tierra prometida (prometida, ¿ves?, ¡otro símbolo del noviazgo!). Para nosotros será la Pascua, nueva y eterna Boda, alianza de entrega y de humildad. Por eso, estos días tenemos que ir aprendiendo a amarle mejor, a él en los hermanos más pequeños, a ellos en el Amor mayor...
11 de marzo
Ante el gozoso tiempo de Cuaresma que nos aprestamos a vivir, en realidad lo que importa no es tanto el camino que debamos recorrer, sino los encuentros que hagamos en sus vueltas y revueltas. Lo que importa es la pregunta: en estos cuarenta días de camino por el desierto, ¿voy a perderme si voy yo solo? ¿Hay alguien más que me saldrá al encuentro? ¿Dónde y cómo me sorprenderá? ¿Voy a dar algún rodeo para no encontrarme con él?
25 de marzo
«Mujer tan digna de ser amada, tres veces bienaventurada, “eres bendita entre las mujeres y el fruto de tu vientre es bendito”. Hija del rey David y Madre de Dios, Rey del universo, la obra maestra en la que el Creador se regocija..., serás la cumbre de la naturaleza. Porque tu vida no será para ti, no has nacido para ti misma, sino que tu vida será para Dios. Viniste al mundo para él, servirás para la salvación de todos los hombres, cumpliendo el designio de Dios fijado desde antiguo: la encarnación del Verbo, su Palabra, y nuestra divinización. Todo tu deseo es alimentarte de la palabra de Dios, fortalecerte con su savia, “como verde olivo en la casa de Dios”, “un árbol plantado al borde de la acequia”, tú, “el árbol de la vida” que “dio fruto a su tiempo”... El que es infinito, ilimitado, vino para quedarse en tu seno; Dios, el niño Jesús, se alimentó de tu leche. Eres la puerta siempre virginal de Dios; tus manos tienen a tu Dios; tus rodillas son un trono más elevado que los querubines... Eres la cámara nupcial del Espíritu, “la ciudad del Dios vivo, en la que se regocijan las aguas del río”, es decir, el efluvio de los dones del Espíritu. Eres “toda hermosa, la amada” de Dios» (san Juan Damasceno, ca. 675-749).
4 de abril
El amor hace que no temamos solo por nosotros mismos, sino también por aquellos a quienes amamos. Nuestro principal temor ya no será el daño que puedan hacernos, sino el que podamos hacerles, el que todos podemos hacernos unos a otros. Ha sido el Hijo, el Amado, en su bendita entrega, quien nos ha regalado esta última entrada en el misterio de la vida.
18 de abril
En lugar del árbol que provocó la muerte, en medio del jardín, llevaste sobre los hombros el árbol de la cruz hasta el lugar llamado Gólgota. El viernes a las tres, el día en que fue seducido Adán, fuiste clavado, Señor, sobre el madero junto a los criminales. Tus manos, que habían creado la tierra, las extendiste sobre la cruz a cambio de las manos de Adán y Eva, que se habían extendido hacia el árbol donde habían recogido la muerte. Tú en nuestro lugar, siempre vencedor, ¡abriendo ahora las otras puertas del paraíso!
28 de abril
«Lo que vieron nuestros ojos, lo que contemplaron, lo que tocaron nuestras manos de la palabra de vida» (1 Jn 1,1). No podemos guardar por más tiempo el secreto, tenemos que hacerlo oír donde aún no ha sido descubierto. Es una alegría y un compromiso: una obligación de transparentar mejor la dulzura de la entrega, el amor que sabe amar, que espera, que sufre... ¿Cómo podremos escribir de nuevo desde la resurrección la vida ya vivida?, ¿cómo abrirla a otra visión, a otro derrotero?
5 de mayo
«Así, el que vive de fe tiene el alma llena de pensamientos nuevos, de gustos nuevos, de juicios nuevos; horizontes nuevos que se abren ante él, horizontes maravillosos iluminados por una luz celeste y bellos de la belleza divina. Envuelto con estas verdades nuevas, desconocidas por el mundo, necesariamente comienza una vida nueva, opuesta al mundo, al que sus acciones le parecen una locura» (Carlos de Foucauld, 1858-1916).
Entrar en la intimidad familiar con Dios significa dejar que el mismo Espíritu divino nos unja con su dulce bálsamo y nos conduzca amablemente hacia una gran libertad interior, la más grande que una criatura humana puede alcanzar, no temiendo nada ni deseando nada que no sea agradar al Señor y cantar su gloria.
16 de mayo
Porque