Guía literaria de Londres. Varios autores
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Cuando se considera la complejidad de todas estas cosas, no hay nadie que posea el mínimo conocimiento en la construcción de edificios o que sepa algo de las reglas de la proporción que pueda, si juzga imparcialmente, encontrarle defecto alguno a esta iglesia, sino que, muy al contrario, aquellos versos del señor Dryden que se aplicaron alegóricamente para elogiar una obra de teatro que no lo merecía, pudieran, honrando mucho más al arquitecto y haciendo más justicia a esta obra, aplicarse a la iglesia de San Pablo.
Fuertes pilares dóricos en la basa,
corintios en el capitel,
abajo todo es fuerza, arriba todo es gracia.
Sobre estas líneas puede verse el diseño de Wren que finalmente fue aprobado por la comisión de reconstrucción. Wren alargó la nave principal y combinó estilos para conseguir la aprobación. No obstante, durante el proceso de construcción introdujo importantes variaciones, recuperando una cúpula parecida a la original, elevada sobre un gran tambor y coronada por una linterna.
El diseño de sir Christopher, desde luego, despertó al principio críticas muy injustas por varias cosas, tanto en la situación como en la conclusión de su obra, que, puesto que pocos las han oído, mencionaré ahora tal y como me las contó el propio arquitecto.
1. Respecto a la ubicación: él habría preferido que la iglesia se situara un poco más al norte, para que así estuviera justo en el punto que ocupa la calle llamada Paternoster Row y los edificios que hay a cada uno de sus lados, de modo que la cara norte de la iglesia se hubiera abierto a la calle que ahora se llama Newgate, y la cara sur al espacio en el que actualmente se encuentra la iglesia.
Con esta disposición, el extremo este de la iglesia, que es muy bello, habría dado directamente a Cheapside, la calle principal de la City; y, en el extremo oeste, habiéndose desviado un poco al norte la calle Ludgate, llamándose así la calle principal Ludgate y Ludgate Hill, solo habría sido desviada un poco al suroeste, como hacen ahora de forma irregular dos caminos, uno dentro y otro fuera del recinto, y toda la calle más allá del puente sobre el río Fleet9 habría quedado exactamente como está.
Con esta disposición de la iglesia, el tráfico común de la ciudad se habría apartado un poco más de la obra y no nos veríamos obligados a caminar junto a sus muros como hacemos ahora, lo que hace que la obra no se pueda observar en perspectiva. Ese es el motivo principal de las objeciones de las que hablo, mientras que, si se hubiera contemplado desde cierta distancia, el edificio habría ofrecido una imagen mucho más ventajosa.
Si a sir Christopher le hubieran permitido colocar su edificio en el lugar que deseaba, también habría tenido más espacio para los ornamentos de la fachada oeste, que, aunque son una obra espectacular tal y como están, lo habrían sido todavía más, y habría añadido a la entrada una Piazza circular, tomando como modelo la de Roma, pero mucho más majestuosa y con un obelisco de mármol en el centro del círculo, sobrepasando cualquier cosa que existe en el mundo en cuanto a arquitectura moderna se refiere.
Pero las circunstancias impidieron que llevara a cabo este noble diseño, ya que la ciudad fue reconstruida casi por completo antes de que obtuvieran la orden y la provisión necesarias para establecer los cimientos, de modo que se vio constreñido al estrecho lugar en el que ahora se encuentra el edificio, que, aunque majestuoso en su aspecto, está en infinita desventaja en cuanto a las perspectivas para observarlo. Este inconveniente se hizo tan patente que cuando se terminó la iglesia se consiguió por fin permiso, aunque no sin dificultades, para derribar toda una hilera de casas al norte del cuerpo del templo, para abrir espacio para la verja que rodea el cementerio o patio de la iglesia y, de hecho, para permitir que entrara luz en ella, así como para preservarla del peligro del fuego.
Otra de las críticas con la que se encontró sir Christopher hace referencia a la conclusión de la obra, es decir, a la cobertura de la cúpula, que sir Christopher deseaba que hubiera sido de cobre con doble baño de oro, petición que fue denegada por el Partido, privando así a la ciudad de la visión más maravillosa que jamás habría contemplado el mundo desde el templo de Salomón.
Aun así, a pesar de todas estas desventajas, la iglesia es un edificio equilibrado, bello, majestuoso y por delante de todas las obras modernas de su estilo en Europa, con la única excepción, como hemos dicho antes, de San Pedro de Roma.
Es cierto que San Pedro, además de aventajar a San Pablo en la belleza de sus ornamentos e imaginería, lo hace también en tamaño, pues es mayor en todas las dimensiones; pero es la única iglesia en el mundo que la supera, y sir Christopher Wren dio con una hipérbole muy feliz cuando dos caballeros comparaban las dos iglesias y, para elogiarlo, fingieron preferir San Pablo y, al llegar a la cuestión de las dimensiones, sugirieron que San Pablo era la mayor: Déjenme que les diga, observó sir Christopher, que podrían poner San Pablo entera dentro de San Pedro y tener que buscar un buen rato antes de encontrarla.
Tras el Gran Incendio de 1666 se ofrecieron diversas propuestas para la reconstrucción de Londres, entre ellas una de Christopher Wren. Todas estas propuestas contenían bulevares radiales a partir del puente de Londres o bellas cuadrículas, pero esos diseños no se pudieron llevar a cabo porque el Gobierno no pudo comprar los terrenos necesarios. La ciudad se negó con tozudez a reformarse y antes de que hubieran pasado tres años del fuego los londinenses ya habían reconstruido 2.800 casas, y lo habían hecho siguiendo el trazado de las antiguas calles. Pero Wren sí consiguió al menos una cosa: la nueva ciudad no se construyó en madera, sino con ladrillo y piedra.
Comparación de planta y tamaño de San Pablo de Londres (izquierda) y San Pedro de Roma (derecha), que permite ver los cambios que introdujo Wren en su Gran Diseño y apreciar la diferencia de tamaño entre los dos templos que dio lugar a la ingeniosa réplica del arquitecto cuando unos amigos le sugirieron que San Pablo era mayor que San Pedro.
Un libertino en la ciudad
Diario de Londres
James Boswell
Hijo mayor del octavo señor de Auchinleck, James Boswell (1740-1795) huyó a Londres en 1760, cuando tenía veinte años, y se convirtió al catolicismo, quizá como reacción al estricto calvinismo de su familia. En Londres, un amigo de la familia lo animó a divertirse y a vivir la vida como antídoto a lo que suponía un exceso de fervor religioso. Boswell se tomó el consejo muy en serio y se comportó como un auténtico libertino durante tres meses, antes de que su padre lo fuera a buscar para llevárselo de vuelta a Escocia. Pero la intervención paterna llegó tarde y Boswell seguiría siendo un juerguista, un vividor y, en general, un sinvergüenza durante el resto de su vida. En cuanto pudo volver a la capital, en 1762, se entregó de nuevo a los placeres de la carne. Tenemos la inmensa suerte de que recogiera sus aventuras en su Diario de Londres