La izquierda legal y reformista en Colombia después de la Constitución de 1991. Jorge Eliécer Guerra Vélez
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De las organizaciones guerrilleras que se desmovilizaron comenzando los años noventa, el epl era la más sólida. Creada en 1968, y a diferencia del m-19, era el brazo armado del clandestino Partido Comunista de Colombia – Marxista-Leninista (pcc-ml), fundado en 1965 tras la escisión prosoviéticos versus prochinos, y conformado principalmente por exmilitantes de la Juventud Comunista (juco) expulsados del Partido Comunista Colombiano (pcc).35 Como parte de los grupos que acogieron la propuesta de paz de Betancur, le dio vida al Frente Popular,36 movimiento que integraron sindicatos, asociaciones campesinas y organizaciones locales. Como con el m-19 o el Movimiento Armado Quintín Lame (maql), cuando el epl inicia su proceso hacia la desmovilización, su capacidad no está en duda, y esto fue confirmado por el exgeneral Tovar Sánchez: “para abril de 1990 el epl podía considerarse la segunda organización armada del país: superaba en el número de hombres al Ejército de Liberación Nacional (eln), en los últimos seis años había incrementado su número de frentes de cuatro a diecisiete, y hacía presencia en Antioquia, Bolívar, Caldas, Norte de Santander, Risaralda y Córdoba, donde llevaba un año dedicado a fortalecerse”.37 Fue quizás por su capacidad y presencia que no solo afrontó la ofensiva del Ejército, sino también la de los grupos paramilitares que le disputaban el territorio.
En la historia del movimiento guerrillero colombiano, el epl encarnaba una de sus versiones más radicales. Su filiación a un partido clandestino —el pcc-ml—38 originaba el vínculo teoría y práctica revolucionarias; hasta el punto de que hacia 1990, cuando sus representantes discutieron con emisarios de los Gobiernos sucesivos de Barco y de César Gaviria Trujillo, el tema de la entrega de armas no fue tratado. Sin embargo, frente a lo que adujera el exgeneral Tovar Sánchez, o el exministro de Defensa Pardo Rueda, para quien los grupos desmovilizados que sufrieron “reveses de carácter estratégico en el campo militar, el m-19 en el Cauca entre 1985 y 1989, y el epl en Córdoba en 1990, [y] han recibido todo el peso de las acciones militares por periodos prolongados”,39 deben considerarse otras causas. Es cierto que el epl fue casi exterminado, pero una década atrás, pues para la segunda mitad de la del ochenta fue el grupo que mayores golpes le propinó al Ejército. Fueron ante todo las divisiones internas, lo que Pardo Rueda no desconoce pero apenas menciona, generadas por el tire-afloje del proceso de paz las que lo llevaron a renunciar a su proyecto bélico y a las doctrinas que lo guiaron.
Acatar la línea ideológica o adaptarse al contexto, la disyuntiva
El epl, y en consecuencia el pcc-ml, sacó provecho de la tregua durante la era Betancur. Primero, apareciendo en público, rompiendo con veinte años en la clandestinidad. Por su concepción maoísta, el grueso de sus acciones estuvo destinado a enraizar su línea y su estrategia militar en torno al campesinado de zonas apartadas; paradójicamente, con ello se marginó de los espacios de controversia ideológica, y cuyo centro eran las áreas urbanas, aunque al tiempo lo guareció de las embestidas del Ejército. Segundo, emprendió una serie de debates tocantes a la verticalidad y la falta de democracia presentes en las estructuras partidista y armada; lo cual lo situaba, y muy en contra de las reprensiones hechas por los detractores de izquierda, a la vanguardia incluso de los partidos del régimen que poco habían ahondado en ello. Tercero, elemento sustancial, exhortó a realizar una Asamblea Nacional Constituyente. La estructura político-militar que izase las oriflamas del bolchevismo, del maoísmo e incluso de la causa albanesa, buscando siempre aparecer como la más genuina revolucionaria, generó pasmo con una propuesta que apenas unos años atrás habría llevado a que se la tildase de revisionista y de concierto con la oligarquía colombiana.40
Aunque la propuesta constitucional no fue exclusiva del epl, excedió las ambiciones de su campo donde no era una prerrogativa41 y del bipartidismo donde se contaban las voces en ese sentido.42 La decisión de hacerla pública surgió en el Decimosegundo Congreso del pcc-ml en 1984, caracterizado por una autocrítica al sectarismo, el fomento al acercamiento con el proletariado agrícola43 sin limitarse al campesino raso y los llamados a apartarse del maoísmo y acoger un proyecto de corte socialista. Si bien ese viraje coincide con la llamada transición democrática que tenía lugar en América Latina, es principalmente por los lados de España que se encuentra la explicación, como va a confirmarlo Álvaro Villarraga,44 dados los intercambios con su homólogo, el Partido Comunista de España (Marxista-Leninista), que lo acercaron a los aspectos de la tradición republicana defendidos por este en su lucha contra las ideas monárquicas y el franquismo, cuya página venía de cerrarse.45 Incidieron también la relación con el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (fmln), de El Salvador, y una relectura del marxismo en su versión gramsciana.
Tras el Decimosegundo Congreso del pcc-ml y un cese al fuego por cerca de un año, algunos de sus dirigentes recorrieron varias regiones del país. Fue la ocasión ideal para dar a conocer su faceta política y promocionar sus cuadros, como Óscar William Calvo46 quien se convertiría en uno de sus jefes eminentes. Sin negar un cierto utopismo respecto a la idea de la Asamblea Nacional Constituyente, el joven dirigente insistiría en su vigencia:
La práctica está demostrando que no puede haber apertura democrática si no hay un organismo legislativo que sea distinto al actual Parlamento burgués; donde pueda participar y decidir el pueblo. Ustedes me dirán que si eso se lograra, ¿entonces estarían dadas las condiciones para la revolución? No, nosotros no estamos proponiendo una constituyente socialista, sino una constituyente democrática. Ahora, que este proceso se encadene con nuestra propuesta y nuestro programa socialista, evidentemente que sí, porque este es solo un elemento parcial a nuestras propuestas de lucha, porque no las agota; porque anhelamos y aspiramos al socialismo.47
Con su proyecto de reforma constitucional el epl hacía uso de un mecanismo típicamente burgués, aun cuando explicara que se trataba de un paso en sus pretensiones políticas a mediano y largo plazo. Fuese por mera estrategia o por pura convicción, la aparición ante la opinión de algunos de sus dirigentes le permitiría también medir su capacidad de convocatoria de cara a las otras fuerzas de izquierda y a sus antagonistas ideológico-políticos. Como se dijo, la tregua de Betancur incluyó al m-19 y a las farc, con quienes buscó acuerdos políticos, en especial con las farc, con las que históricamente las relaciones eran tensas. Sin descuidar el plano militar, estableció lazos con tres organizaciones opuestas al cese del fuego; el eln (que se restablecía de la operación Anorí), el Movimiento de Integración Revolucionaria – Patria Libre (mir-Patria Libre) y el Partido Revolucionario de los Trabajadores (prt). Pero su ambivalencia de afirmar una ideología con el amparo de las armas y promover un debate abierto no le permitió robustecer la unidad con otras fuerzas políticas de la izquierda, y en momentos de un auge de la movilización social. Cada guerrilla, así como cada partido o movimiento de este campo, valoraba diferentemente la contestación popular, y en el caso de las que acordaron la tregua, la hora no estaba para llamar a un cambio radical; además, si de las alianzas políticas y militares una u otras podían sacar frutos, ninguna estaba dispuesta a ceder la vanguardia que pensaba tener respecto a las demás.
Muy seguramente por la lucha entre egos la propuesta de la Constituyente no tuvo acogida en el seno de la izquierda, fuera esta legal o no. “Al m-19 […] le parecía demasiado programática. Consideraban que al pueblo había que sensibilizarlo con cosas más concretas. En realidad, subestimaron las posibilidades del proceso político. El Partido Comunista se distanció y más bien esperó el surgimiento de la Unión Patriótica para desplegar ideas. La izquierda más radical hizo un frente contra la apertura democrática y la concertación, considerando que los acuerdos eran simplemente un engaño deliberado del sistema”.48 De la parte del Gobierno tampoco podía esperar apoyos, ya que aquel enfrentaba las críticas de quienes juzgaban que su Plan de Paz comprometía la institucionalidad; si hubo quienes estuvieron a favor de una Asamblea Constituyente, era sistemática su oposición a toda iniciativa procedente de la izquierda. En definitiva, para el epl su idea era apenas el mínimo para consolidar la democracia, para efectuar “unas negociaciones firmes con la guerrilla, la eliminación del autoritarismo presidencialista y la corrupción del Parlamento y, finalmente, el protagonismo popular en las decisiones y cambios requeridos”.49