La izquierda legal y reformista en Colombia después de la Constitución de 1991. Jorge Eliécer Guerra Vélez
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Es claro que la crs congregó a los más moderados dentro del campo marxista-leninista, y si el resto de la izquierda tildó de intransigentes a quienes de allí procedían, no todos fueron entusiastas de las armas ni discreparon sin razón de la democracia. Una menor preponderancia del aparato partidista, una estrategia ligada a las condiciones del país, un interés por asociar las diversas reivindicaciones y los movimientos sociales en un único proyecto, la exhortación a no imitar el comportamiento autocrático de las elites nacionales, fueron algunas de esas prioridades que indujeron al cambio. Sin descontar el contexto, como lo exponen Andrés Restrepo y Marly Contreras:
Para un número importante de ellos [los miembros de la crs], creyentes al extremo del proyecto histórico que encarnaban los países socialistas, todos los supuestos y las ilusiones se vinieron abajo. El fin de la Guerra Fría cambiaba radicalmente la correlación de fuerzas en el mundo. No habría más apoyo diplomático ni más “retaguardia internacional”, no habría más “internacionalismo proletario”; los Estados Unidos empezaban a ser hegemónicos y el mundo a ser unipolar.88
Pero tampoco renunciaban al ideal socialista y, por ende, a “una formulación de la teoría revolucionaria entendiendo al socialismo como la democracia más radical”.89
Como ocurrió con las otras guerrillas que se desmovilizaron, las transiciones a la democracia en los países latinoamericanos que padecieron dictaduras, el armisticio de 1991 en El Salvador en favor del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (fmln) y los efectos de la perestroika avivaron en la crs la idea de hacer política por medios legales, su propio nombre es un derivado de ello. Pero los dos factores decisivos fueron la proclamación de la nueva Constitución y la ocurrencia de la ad m-19.90 En el momento en que aquella se proclama, la crs no había comenzado a negociar. Ello no le impidió instar a sus simpatizantes a apoyar los nombres o las listas de la izquierda legal y reformista a las elecciones parlamentarias de 1991; de hecho, la tendencia los Renovadores, y dado que ¡A Luchar!91 no pudo enviar alguno de sus representantes, había hecho el mismo llamado similar un año antes, en pro de las siete listas que por este campo político-ideológico se postularon para la Asamblea Nacional Constituyente.
El proceso de paz de la crs no se salvó ni de las amenazas ni de las importunaciones ni de los homicidios: “entre agosto de 1991, cuando salimos de la uc-eln, y abril de 1992, nuestra organización perdió 112 militantes”,92 va a calcular Fernando Hernández. Esto incluyó a ¡A Luchar!, que perdió a dos dirigentes.93 Lo que obligó a su dirigencia a guardar la vida de quienes adelantaban labores sociales o políticas, la mayoría.94 Igual fue la decisión de la jefatura de la crs con respecto a sus militantes no armados y simpatizantes. Un problema adicional fue que una parte de la opinión, que ni se enteró de aquel proceso de paz, vinculaba a ¡A Luchar! con el eln. Lo peor es que lo mismo estimaron personas del establecimiento, quienes consideraron la creación de la crs y la manumisión de ¡A Luchar! meras estratagemas del eln.95 A pesar de los obstáculos, en la crs surtió más efecto la confianza en el cambio constitucional y la movilización social que lo cortejaba.
Es prosiguiendo esa dinámica que en diciembre de 1991 tuvo lugar en el Urabá antioqueño la Primera Conferencia Nacional de la crs.96 Sin perder su proyección por el socialismo, la discusión giró alrededor de los llamados nuevos movimientos sociales en auge en el país y en el resto de América Latina; el juvenil, el de mujeres, el ambientalista, el de asuntos étnicos. Asimismo, fue evocada la importancia de la sociedad civil; aspecto ineludible para comprender el discurso de la izquierda en los años siguientes. Estos nuevos planteamientos fueron tanto un autoexamen de los postulados que rigieron a la crs como la puesta en práctica del espíritu de la Constitución. Así como lo habían pregonado los Renovadores en el Primer Congreso de la uc-eln en 1987, el asunto de la urbanización del país adquirió gran importancia. Y la crs lo corroboraba en uno de los documentos de su Primera Conferencia: “urbanizar la propuesta revolucionaria significa reconocer que las transformaciones que requiere Colombia están en la sociedad urbana de este país de ciudades y regiones y superar el esquematismo del análisis de clase que reducía el trabajo revolucionario a la clase obrera, el campesino pobre, la pequeña burguesía estudiantil y los pobladores de los barrios populares urbanos”.97 En Colombia su propuesta era concomitante con un contexto en el que se hablaba de un cambio social, debido a un vertiginoso crecimiento urbano (1950-1990),98 fruto de la expansión y la crisis del café, el desarrollo de la industria textil, y, primordial, la multiplicidad de violencias.
Producto de su Primera Conferencia, en febrero de 1992 la crs dio a conocer una declaración de diez puntos. Respondiendo a las expectativas de la izquierda legal y de los sectores progresistas, el primer punto concernía a su disponibilidad a negociar. Mientras el resto del decálogo coincidió con los anatemas estipulados en las agendas guerrilleras o en el discurso de este campo y de los movimientos sociales colombianos: un Estado que no vela por los derechos humanos y es inerte frente al paramilitarismo, una exclusión social durable, los yerros de la apertura económica, el cierre de la democracia, la desidia para atacar la corrupción, la búsqueda de la paz.99 La declaración presentaba además puntos innovadores, sin ser de su exclusividad. El número diez, por ejemplo:
La Corriente de Renovación Socialista convoca a las fuerzas democráticas y revolucionarias, al pueblo y a los sectores sociales con anhelos de paz, de cambio y dispuestos a construir el nuevo país del pan para todos y de la democracia popular, a conformar una profunda movilización política organizada que encabece un Amplio Frente de Oposición y encarne los sueños nacionales de una sociedad nueva, justa, democrática y pluralista.100
Aquí se advertía, de un lado, la instrucción de construir una oposición a las políticas de Gaviria, pero dentro de los confines institucionales. Del otro, la adjetivación de la democracia en tanto popular; antes que una oda a los regímenes socialistas donde es el partido de gobierno el que fija los mecanismos de participación, fue el deseo de emular la idea de la “democracia participativa” que comenzaba a coger fuerza en América Latina, tras la experiencia de Puerto Alegre, Brasil.
En otro de los puntos la crs recurrió a un concepto derivado de la ola de cambios en América Latina y Europa Oriental. Al rechazar la connotación militar dada a las denominadas zonas de distensión,101 propuso el concurso de “una concertación global, con definida participación de la sociedad civil en cada región”.102 Dada la importancia que se daba al elemento regional, tomó fuerza la tesis de Orlando Fals Borda de que en Colombia la noción de región siempre ha sido más valuada que la de nación. Que mediara o no en las determinaciones de la crs la tasación sociológica del creador de la investigación-acción participativa (iap), nada tenía de extrínseca esa variación en la interpretación del conflicto fundada en las particularidades regionales, ni tampoco el que se superase la connotación usualmente militarista de “zonas de distensión”. En su caso, la crs se consolidó en la región Atlántica y en algunas zonas de Antioquia y Santander, regiones muy diferentes, lo que le sirvió para encomiar la pluralidad de grupos poblacionales y prácticas culturales coexistentes que menciona la Constitución. Con lo anterior hubo dos aspectos relevantes en su declaración, que como se ha insistido va a moldear el debate y el discurso de la izquierda en los años consiguientes. Uno es la sociedad civil. Emplazándola a actuar con integridad en los diálogos que sostenían el gobierno Gaviria y la cgsb, su solo uso fue un indiscutible salto dentro de la fraseología de la izquierda, ya que hasta entonces fue estimado propio del ideario burgués. El otro aspecto, tomando el ejemplo de El Salvador,103 fue llamar a la guerrilla y al Gobierno a “abandonar la ilusión de un triunfo militar”, visiblemente sin respuesta.
Aumento de la oferta política y merma de la fe en la Alianza Democrática m-19
La Primera Conferencia Nacional de la crs se pensó para abordar temas de la estructura, pero finalmente trató el tema de la negociación, para la cual fueron designados Fernando Hernández y José Aristizábal,104 respectivos representantes del ala