La izquierda legal y reformista en Colombia después de la Constitución de 1991. Jorge Eliécer Guerra Vélez
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En el documento que la crs les entregó a los portavoces del Gobierno, el primer pedido fue el desembolso de dineros para sacar adelante programas locales en zonas de su influencia. En estas por lo general las gentes del común no se opusieron a los diálogos, lo que sí sucedió con ganaderos y empresarios agroindustriales, de quienes al fin de cuentas dependía el buen curso de los diálogos, al ser quienes aportarían o financiarían los programas, y además podían terciar en el tema de orden público. La crs fue consciente de su estrecho margen comparado con los grupos desmovilizados o frente a las farc y el eln, y quizás por lo mismo, consciente del peso que habían ganado los medios de comunicación oficiales en la generación de opinión, se refirió en su misiva a “la reglamentación democrática de la Constitución […], la aplicación de favorabilidades políticas en lo electoral y en las instituciones representativas […], el acceso a los medios de comunicación”.107 A diferencia de las otras negociaciones, a la crs siempre le tocó ceder y tomar la iniciativa de negociar con un Gobierno interesado solamente en la entrega de armas, no en concesiones políticas.
El 16 de marzo de 1993, tras una crisis entre las tendencias encabezadas por Hernández y Aristizábal,108 y que casi condujo a la división, la crs envió, por medio del representante a la Cámara de la ad m-19, Gustavo Petro, un documento con los temas ejes del proceso de paz. Recogiendo apartes de la Declaración Pública de febrero de 1992, hizo énfasis en la creación de “un movimiento político y social de origen popular, que supere al conformado para la realización de la Asamblea Nacional Constituyente”.109 El documento tuvo el respaldo de lo que aún quedaba de la uc-eln, atenta a que en el futuro se dieran nuevas negociaciones, pues venían de fracasar las que el Gobierno sostuvo con la cgsb. Dos semanas más tarde, en un nuevo oficio, la crs solicitó la mediación de la Iglesia católica.110 El encabezado contenía apartes de la encíclica Centesimus Annus111 de Karol Wojtyla: “[…] Nunca más la guerra. No. Nunca más la guerra que destruye la vida de los inocentes, que enseña a matar, trastorna igualmente la vida de los que matan, que deja tras de sí una secuela de rencores y odios y hace más difícil la justa solución de los mismos problemas que la han provocado”.112 Lo pasmoso no fue la parte de lo religioso de la organización en que los cimientos católicos y el heroísmo cristiano irradiaron, sino hacerle venia a un texto suscrito por un acérrimo opositor a la teología de la liberación, tan encumbrada por parte de su militancia.
Los ánimos de paz se anestesiaban tras cada negativa del Gobierno, que primero expuso que la crs no quería acantonarse en un solo lugar, pues esta pensó en Barranquilla en la óptica de fortalecerse en zonas urbanas y vincular otras fuerzas sociales; y luego con su desidia ante el asesinato de Enrique Buendía (alias Carlos Prada) y Ricardo González (alias Evelio Bolaños) el 25 de septiembre de 1992, y presentados como miembros del eln muertos en combate.113 Tras un alto, el 20 de julio de 1993 se inició la recta final de las conversaciones, que cogieron fuerza en octubre gracias a los oficios de la Internacional Socialista, el Gobierno holandés y el clero colombiano, además por la vinculación al proceso de seiscientos integrantes de las Milicias Populares del Valle de Aburrá, de Medellín.114 El arribo de estos jóvenes, muchos menores, y algunos procedentes de otras partes del país, significó para la crs poder ostentar capacidad organizativa y militar, así como presencia urbana; del lado de los jefes de las milicias, significó la oportunidad de lograr beneficios judiciales e inversión en los barrios marginales donde actuaban. Acantonada finalmente en el corregimiento de Flor del Monte, municipio de Ovejas, Sucre, la crs expidió el comunicado “Queremos contribuir a la formación de una nueva cultura política en Colombia”. Confirmando la lucha por la transformación social de manera pacífica, insistiendo en la importancia tanto del aspecto local como del papel de la sociedad civil, machacando los temas de soberanía, pluralidad, igualdad entre los sexos, protección del medio ambiente y la ética pública, la crs propuso “construir una fuerza política moderna y democrática, unitaria y muy latinoamericana”.115 Ante lo avanzado del proceso, el Gobierno autorizó el establecimiento de tres sedes, Bogotá, Barranquilla y Bucaramanga, para que esta ventilara su propuesta política.116
El presidente Gaviria no quería perder la oportunidad de lograr la desmovilización de otro grupo de guerrilla antes de concluir su mandato. Mientras que la ad m-19, ya en crisis, no escatimó esfuerzos por vincular a la crs a sus planes electorales. Sin haberse aún desmovilizado y sin la autorización del Gobierno y el Congreso, esta no pudo inscribir candidatos a las elecciones de 1994, por lo que respaldó principalmente listas locales o regionales, y una que otra nacional. Consecuente con sus postulados, invitó a sus simpatizantes a trabajar por la candidatura a la Cámara de Representantes de Zulia Mena, a nombre de las poblaciones afrocolombianas. Para el Senado apoyó la lista de la ad m-19, encabezada por su gran aliado en el proceso de paz, Gustavo Petro. En dicha lista buscó incluir a uno de sus voceros, Óscar Manduca Bayter, pero el Gobierno se opuso.
Un último traspiés se dio con la expedición de la Ley Antisecuestro, que separó dicho delito del de tipo político y solo eximió a los grupos que firmaron la paz hasta 1991. La crs apeló al indulto, justificando que de lo contrario saldrían “de Flor del Monte para la cárcel, o algunos saldríamos para la lucha política y dejaríamos a otros militantes […] en las cárceles, acusados de secuestro”.117 Superado el impase, la crs celebró del 31 de marzo al 2 de abril de 1994 su Segunda Conferencia Nacional, con un homenaje a Enrique Buendía, y en la que participaron ciento cuarenta delegados elegidos por dos mil ochocientos militantes, distribuidos en Bogotá, y en los departamentos de Santander, Norte de Santander, Magdalena, Bolívar, Sucre, Cesar, Antioquia, Nariño, Atlántico, Córdoba y Valle del Cauca. Allí se comprometió a velar por la Constitución, abandonando su idea de ajustarla. En el tema internacional sostuvo que la caída del bloque socialista dejó a “Estados Unidos en un gendarme militar de los intereses del capital imperial, combinando acuerdos regionales, que reducen la presión sobre su déficit fiscal, con intervenciones abiertas directas o a través de terceros países”.118 Al respecto, propuso un frente de izquierda latinoamericano y cerrar lazos con Europa, diferenciándose del m-19 y de la ad m-19, que no criticaron la cooperación y las relaciones con la superpotencia. También fue abordado un tema que se dijo fue intocable en las sesiones de la Asamblea Constituyente, el fuero militar. La crs exhortó el impulsar o respaldar proyectos de ley que acabaran las prebendas de que gozaba la institución castrense. Aunque fue un llamado cándido, dejó constancia de tratar un punto que evadieron los procesos de paz precedentes. Respecto a las elecciones su estrategia fue ambigua, instó a votar por candidaturas de su campo al Congreso, pero llamó a “un voto de protesta o en blanco por la dignidad de la nación colombiana” para la elección presidencial. El éxito de su Segunda Conferencia fue la “reorganización y articulación de la Corriente de Renovación Socialista como una fuerza nacional”,119 con fondos económicos y una personería jurídica una vez desmovilizada.120
La negociación final inició un 20 de julio de 1994, y en otra fecha de enorme carga histórica, el 9 de abril de ese mismo año, sus 438 combatientes entregaron las armas, que se fundieron y sirvieron a la fabricación de las campanas de las iglesias de la Peña, San Rafael, y Flor del Monte, corregimiento este último donde se refrendaron los acuerdos.121 Ahondando en simbolismos, clausuró el acto con una misa que ofició el obispo Beltrán, a quien elogiaron por su papel en esa negociación.
1 Bushnell, David. Colombia: Una nación a pesar de sí misma. De los tiempos precolombinos a nuestros días. Bogotá: Planeta, 2002, p. 228.
2 Ver Bobbio, Norberto