Ética promiscua. Dossie Easton

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Ética promiscua - Dossie Easton UHF

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style="font-size:15px;">      Y aun así el puritanismo moderno, quizás falto de preparación aun para enfrentarse a la aterradora perspectiva de una elección sexual y romántica realmente libre, intenta imponer la familia nuclear y el matrimonio monógamo enseñando a avergonzarse del sexo.

      Nosotras creemos que el conjunto actual de los «tiene que» y cualquier otro conjunto son construcciones culturales. Creemos que la naturaleza posee una diversidad asombrosa, ofreciéndonos infinitas posibilidades. Nos gustaría vivir en una cultura que respeta las elecciones hechas por putones tanto como respeta a la pareja celebrando su cincuenta aniversario. (Y, se nos puede ocurrir pensar de todos modos, ¿qué nos hace asumir que esa pareja es monógama?)

      Estamos preparando el terreno para nuevos caminos en un nuevo territorio. No tenemos modelos culturalmente aprobados de estilos de vida sexualmente abiertos; necesitamos escribir el nuestro. Escribir tu propio guion cuesta mucho esfuerzo, y mucha honestidad, y es ese tipo de trabajo duro el que proporciona muchas satisfacciones. Puede que encuentres tu buen camino, y que dentro de tres años decidas que quieres vivir de una manera diferente. ¿Dónde está el problema? Tú escribes el guion, tú eres quien toma las decisiones y también tú te encargas de cambiar de idea.

ejercicio: Putones a quienes conocemos y amamos.
Haz una lista de todas las personas que se te ocurran que no son monógamas, incluyendo personajes de televisión, películas, libros y demás. ¿Cómo te sientes respecto a cada una de ellas? ¿Qué puedes aprender (positivo o negativo)? ¿Qué te dicen sobre el tipo de putón que quieres o no quieres ser?

      Juicios de valor sobre los putones

      Mientras tratas de encontrar tu propio camino, puedes tropezarte con un montón de juicios de valor severos sobre las maneras en que viven distintas personas. Estamos seguras de que no necesitas que te contemos que el mundo, en su mayor parte, no enaltece la promiscuidad, ni tiene en buena consideración a aquellas personas a las que les gusta explorar sexualmente.

      Probablemente encontrarás algunos de estos juicios de valor en tu propio cerebro, escondidos más profundamente de lo que nunca te habías dado cuenta. Nosotras creemos que dicen más sobre la cultura que los promueve de lo que dicen de cualquier persona real, incluyéndote a ti.

      «promiscuas»

      Esto significa que disfrutamos del sexo con demasiadas parejas sexuales. También nos han llamado «indiscriminadas» en nuestra sexualidad, lo que nos sienta mal: nosotras siempre podemos distinguir unas parejas de otras.

      No creemos que exista algo como «tener demasiado sexo», excepto en ciertas ocasiones felices en que nuestras opciones posibles exceden nuestra capacidad. Ni creemos que la ética de la que hablamos aquí tenga nada que ver con la moderación o la abstinencia. Kinsey definió una vez a una «ninfómana» como «alguien que tiene más sexo que tú» y, siendo científico, demostró su afirmación con estadísticas.

      ¿Tener menos sexo tiene más mérito que tener más? Creemos que no. Nosotras medimos la ética de los buenos putones no por el número de parejas que tienen, sino por el respeto y cariño con que las tratan.

      «amorales»

      Nuestra cultura también dice que los putones son malos, indiferentes, amorales y destructivos: Jezabel, Casanova, Don Juan. El mitológico y malvado putón es codicioso y manipulador, y busca robar algo —virtud, dinero, autoestima— de sus amantes. En cierto modo, este arquetipo está basado en la idea de que el sexo es una mercancía, una moneda que intercambias por otra cosa —estabilidad, descendencia, un anillo de boda— y que cualquier otra transacción entraña que te han engañado y traicionado.

      Rara vez hemos visto Jezabels o Casanovas en nuestra comunidad, pero quizás no es muy satisfactorio para un ladrón el robar lo que se da libremente. No nos preocupa que las personas con las que compartimos placer nos roben nuestro valor sexual.

      «pecaminosas»

      Algunas personas basan su sentido de la ética en lo que les han dicho que Dios, o su Iglesia, o su familia, o su cultura creen que es correcto o que no lo es. Creen que ser buenas consiste en obedecer las leyes establecidas por un poder mayor que ellas mismas.

      Nosotras creemos que la religión tiene una gran cantidad de cosas que ofrecer a mucha gente: la comodidad de la fe y la seguridad de una comunidad entre ellas. Pero creer que a Dios no le gusta el sexo, como parece que dicen muchas religiones, es como creer en que a Dios no le gustas tú. Por culpa de esta creencia un número enorme de personas carga con una gran vergüenza por sus deseos y actividades sexuales perfectamente naturales.

      Preferimos las creencias de una mujer que conocimos, una devota practicante de una religión fundamentalista. Nos dijo que cuando tenía cinco años, descubrió los placeres de la masturbación en el asiento de atrás del coche familiar, metida bajo una abrigada manta durante un largo viaje. La sensación fue tan maravillosa que concluyó que la existencia de su clítoris era una prueba definitiva de que Dios la amaba.

      «patológicas»

      Cuando los estudios psicológicos de la conducta humana se pusieron de moda a finales del siglo xix, Krafft-Ebing y Freud intentaron crear más tolerancia con la teoría de que los putones no son malos sino que están enfermos, que sufren de una psicopatología que no es su culpa, puesto que las neurosis se derivan de tener la sexualidad deformada por sus padres/madres durante el aprendizaje del control de los esfínteres. Por eso, decían, no debemos quemar putones en la hoguera sino que, en su lugar, deberíamos enviarles a hospitales psiquiátricos para ser curados en un ambiente que no permitiera la expresión sexual en absoluto, fuera sana o no.

      A principios de los años sesenta, durante la infancia de tus autoras, era una práctica común el declarar dementes y encarcelar adolescentes para el «tratamiento» de su «enfermedad» por ser sexuales, especialmente si eran gays o lesbianas, padecían disforia de género y por lo tanto ponían en tela de juicio las normas culturales en cuanto al género, y/o mujeres que incurrían en el riesgo de dañar su valor de mercado como vírgenes. Es algo que sigue ocurriendo más a menudo de lo que podrías pensar. Últimamente, oímos hablar de personas adictas al sexo, de fobia a la intimidad o al compromiso y de desórdenes del afecto. Estos términos se crearon para describir problemas auténticos, pero demasiado a menudo se emplean como armas en una batalla moral contra toda libertad sexual.

      La mera idea de la adicción sexual resulta controvertida: muchas personas sienten que la palabra «adicción» no es apropiada para discutir problemas de la conducta como el sexo. Aun así, todo el mundo parece estar de acuerdo en que recurrir al sexo para satisfacer otras necesidades —aplacar la ansiedad, por ejemplo, o reforzar una autoestima caída— representa un problema.

      Solo tú puedes decidir si tu conducta sexual se ha vuelto compulsiva y si deseas cambiarla. Algunas personas buscan validar su atractivo sexual una y otra vez, usando el sexo como una manera de demostrarlo continuamente porque no se ven a sí mismas como inherentemente atractivas o adorables. El sexo puede utilizarse como un sustituto de la conexión. El sexo puede ser la única moneda con valor suficiente para atraer atención y aprobación.

      Algunos grupos de ayuda y terapeutas que suscriben el modelo de la adicción pueden intentar contarte que cualquier cosa, excepto las conductas sexuales más convencionales, está mal, es nocivo o es parte de tu adicción; te animamos a que confíes en tus propias creencias y que busques un entorno que te apoye. Compulsivos Sexuales Anónimos y Adictos al Sexo Anónimos te animan a definir qué vida sexual sana quieres para ti. Si tu objetivo es la monogamia, está bien; si tu objetivo es dejar de buscar sexo en lugar de amistad, o cualquier otro patrón de conducta que desees remodelar, está bien también. Nosotras no creemos que las personas adictas al sexo que se recuperan tengan que ser

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