Ética promiscua. Dossie Easton

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Ética promiscua - Dossie Easton UHF

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es a menudo un proceso útil. Más adelante en este libro dedicaremos mucho más tiempo para hablar de los celos y de las estrategias que muchas personas han empleado con éxito para sobrellevarlos.

      Mito nº 7: Las relaciones externas reducen la intimidad de la relación principal.

      La mayoría de terapeutas de pareja y psicólogos televisivos más populares cree que, cuando un miembro de una pareja que era feliz tiene una «aventura», tiene que ser síntoma de un conflicto no resuelto o de necesidades no satisfechas que deben ser abordadas dentro de la relación principal. Por supuesto, esto es cierto de vez en cuando, pero ni de cerca tan a menudo como a gran cantidad de «gurús de las relaciones» les gustaría que creyéramos. Es más, este mito no permite estilos de vida abiertos, constructivos y con posibilidades de desarrollarse.

      Es cruel e insensible interpretar una aventura como un síntoma de enfermedad en una relación, porque deja a las personas «engañadas» —que quizás ya se sentían inseguras— preguntándose qué están haciendo mal. Mientras que a las personas que «engañan» se les dice que solo están intentando volver con su relación principal y que en realidad no desean, ni necesitan, ni siquiera les gustan sus amantes.

      Mucha gente tiene sexo fuera de sus relaciones principales por razones que no tienen nada que ver con ningún tipo de ineptitud de su pareja o deficiencia en la relación. Puede que la nueva relación sea simplemente la continuación de una atracción emocional y/o física hacia alguien aparte de la relación principal. O quizás esta pareja externa permite tener un tipo de intimidad que la pareja principal puede incluso no querer (ya sean prácticas sexuales no convencionales o ir a ver partidos de fútbol) y supone una solución para un conflicto de otra manera irresoluble. O quizás cubre otras necesidades como la necesidad de sexo físico sin complicaciones ni los inconvenientes de las relaciones, o de tener sexo con alguien de un género distinto del de la propia pareja, o de sexo en un momento en que no está disponible de otra manera (en un viaje o por una enfermedad de la pareja, por ejemplo).

      Una relación externa no tiene que restar nada a la intimidad que compartes con tu pareja excepto si se lo permites. Y, sinceramente, esperamos que no lo hagas.

      Mito nº 8: El amor todo lo puede.

      Hollywood nos cuenta que «amar significa no tener que pedir nunca perdón», e idiotas como somos, nos lo creemos. Este mito dice que, si realmente te has enamorado de alguien, nunca más necesitarás discutir, discrepar, comunicarte, negociar o hacer cualquier otro tipo de esfuerzo. También nos cuenta que el amor significa que, automáticamente, nos excitamos con nuestra pareja y que nunca debemos mover un dedo o hacer cualquier esfuerzo para encender la pasión deliberadamente. Quienes creen en este mito pueden tener la sensación de que su amor ha fracasado cada vez que necesitan encontrar un momento para una discusión o mantener una cortés (o no tan cortés) discrepancia. Puede que también crean que cualquier comportamiento sexual que no entra dentro de sus criterios de sexo «normal» —desde las fantasías a los dildos— es «artificial» y que indica que algo falta en la calidad de ese amor.

      Pasos hacia un paradigma más libre

      Así pues, en este mundo de la promiscuidad un poco desconcertante en el que todo lo que te contaron tu madre, tu sacerdote, tu pareja y la televisión es probablemente falso, ¿cómo encuentras nuevas creencias que apoyen tu nuevo estilo de vida? Abandonar los antiguos paradigmas puede dejarte un vacío que da miedo, con el estómago revuelto como si estuvieses en caída libre. No necesitas los viejos mitos, pero ¿qué vas a poner en su lugar? Te animamos a buscar tus propias verdades en tu camino hacia el éxtasis promiscuo, pero, en caso de que te venga bien una pista o dos, en el siguiente capítulo encontrarás algunas de las que nos han funcionado a nosotras.

Ser un putón: La próxima generación.Somos conscientes de que parte de quienes leen esta nueva edición, con la que celebramos el vigésimo aniversario de la primera, son más jóvenes que el libro que están leyendo con tanta atención. Es más, los padres y madres, e incluso abuelos y abuelas de esta nueva generación de putones, son quienes han estado experimentando con sexualidades alternativas y otros tipos de relaciones durante décadas.Cuando hablamos con gente adolescente y veinteañera sobre su sexualidad y en qué se diferencia de las generaciones anteriores, mencionan algunos asuntos que nos alegra oír:• «El consentimiento es un idioma, y nuestra generación lo habla con fluidez. Como hablamos más abiertamente
sobre abuso y trauma —ambos en nuestro pasado personal y nuestro pasado cultural— somos más conscientes de los desencadenantes y cómo funcionan (con la ayuda del conocimiento científico mejorado en años recientes sobre la neurofisiología del trauma). Tendemos a equivocarnos por exceso de precaución, prefiriendo tener cuidado de no afectar a los desencadenantes ajenos.»• «Tenemos una actitud más abierta hacia la fluidez de género y la experimentación con él. Como no compartimos demasiado la idea de género binario, hay también límites muy difusos en torno a la orientación sexual, y las antiguas definiciones se están transformando en una categoría general de “ser queer”.»• «El ecosexo es el nuevo paradigma para mucha gente de nuestra edad: adoptar la Tierra como nuestra poderosa amante y tratar sus inmensas energías con cariño y respeto.»• «Somos más conscientes de la interseccionalidad, de las maneras en que las diferentes categorías de opresión histórica nos afectan mutuamente. Vemos muchas maneras tradicionales de enfrentarse a la opresión como potencialmente problemáticas: Por ejemplo, el feminismo tradicional y la liberación gay tradicional puede que no reconozcan los problemas de las personas de color. También somos mucho más sensibles respecto a las cuestiones relacionadas con la apropiación cultural.»
• «Como somos una generación post-sida, hemos descentrado la penetración del pene como sexo “de verdad” y tenemos interés por desarrollar nuestras habilidades para el sexo sin penetración y otras prácticas de bajo riesgo. Por otro lado, vemos a la generación que convivió con el sida y parece que sus vidas se hicieron más profundas y espirituales como fruto de esa horrible lucha. En nuestro caso, no hemos tenido que enfrentarnos a algo así, y eso nos hace muy diferentes.»• «Vemos a la clase política más mayor que está tratando de prohibir el aborto, restringir el control de natalidad y prohibir el trabajo sexual y simplemente no le encontramos ningún sentido. Nuestros cuerpos son nuestros, y nadie más debe decidir qué sucede con nuestro propio cuerpo. Vemos el control de los cuerpos como algo fundamental para el capitalismo y que recuperar el control de nuestra vida nos ayudará a unirnos para derrocar el patriarcado y el capitalismo y vivir así de una manera más humana.»• «Nos hemos criado en un mundo donde el sexo no consensuado o las conductas no consensuadas en una relación se consideran “equivocadas”. Hemos visto familias con sexualidades alternativas, queer y poliamorosas en televisión y en la prensa, y queremos vivir de una manera que nos empodere para probar un poco de todo, para mantener lo que nos funciona en el momento y tener abierta la posibilidad de cambiar a otras opciones en el futuro».
Tus autoras están emocionadas imaginando el maravilloso nuevo mundo que será creado por esta nueva generación de gente con tanta curiosidad y tan consciente de sí misma.

      3. Nuestras convicciones

      Somos personas éticas; putones éticos. Nos es muy importante tratar bien a la gente y hacer todo lo posible para no herir a nadie. Nuestro código ético deriva de nuestro propio sentido de lo que está bien y mal, y de la empatía y amor que tenemos para quienes están a nuestro alrededor. No está bien herir a otra persona porque, a la vez, también nos hacemos daño y no nos hace sentir bien.

      La promiscuidad ética puede ser un camino que cuestione muchas ideas preestablecidas: no tenemos un código de etiqueta poliamorosa que nos diga cómo hacer las cosas educada y respetuosamente, así que tenemos que inventárnoslo por el camino. No obstante, estamos seguras de que ya habrás entendido a estas alturas que, para nosotras, ser un putón no significa simplemente hacer lo que te apetezca cuando te apetezca con quien te apetezca.

      La mayoría de nuestros criterios éticos son bastante pragmáticos.

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