Ética promiscua. Dossie Easton

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Ética promiscua - Dossie Easton UHF

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Frecuentaba The Omni porque era el espacio disponible más seguro para mí. Como no era posible dar nada por hecho, las personas tenían que tratarse mutuamente con respeto. Nadie podía dar por hecho qué tipo de interacción le podía interesar al objeto de su atención, así que no podías hacer otra cosa que preguntar. Y si eras, como yo lo era, una mujer joven en la veintena, el que se te aproximaran con respeto era un alivio muy bienvenido en los entornos sociales heterosexuales donde era costumbre que los hombres demostraran su hombría flirteando de una manera demasiado agresiva, evidentemente persuadidos de que las mujeres que coquetean en bares de gente soltera tenían problemas por su timidez virginal y, en realidad, no querían decir «no» cuando lo decían. The Omni me proporcionó mis primeras experiencias de respeto auténtico.

      Puesto que vemos que algunos de los problemas para conseguir una expresión libre y abierta de nuestra sexualidad individual tienen que ver con el hecho de vivir en una cultura marcada por los roles sexuales, nos ha parecido útil aprender de personas que han cambiado los límites de lo que significa ser hombre o mujer, o lo que significa elegir parejas del mismo sexo o del opuesto, o con formas de acercarse al sexo que van más allá de lo genital. El pensar sobre diferentes maneras de vivir y amar nos puede ayudar cuando nos planteamos si queremos cambiar algo de cómo vivimos como hombres y mujeres o algo a medio camino.

      lesbianas

      En la comunidad lésbica vemos qué sucede en un mundo que está compuesto casi completamente de personas que se identifican como mujeres. Para las mujeres, las relaciones pueden confundirse con su sentido de identidad, especialmente porque en nuestra cultura en su forma más tradicional apenas se permite a las mujeres tener ningún sentido de identidad en absoluto. Así, muchas mujeres que quizá hayan crecido con la idea de que su identidad depende de si tienen o no pareja, actúan como si su vida fuera a perder por completo el sentido si no la tienen. La secuencia más común de relación, que vemos magnificada en la comunidad lésbica, es la forma de no monogamia conocida como monogamia en serie. A menudo, la conexión con la pareja futura precede a la ruptura con la pareja del pasado, con el drama correspondiente que presumiblemente hace sentirse más segura que el enorme, desconocido y terrorífico vacío de identidad que entraña ser una mujer que vive como un ser humano sin pareja.

      Las lesbianas más jóvenes están cuestionando estas tradiciones y, a menudo, cuestionarlas incluye mirar la no monogamia como una manera de formar relaciones menos insulares. El poliamor lésbico se caracteriza por una gran consideración y atención al consentimiento y, con ello, a una apertura tremenda a analizar los sentimientos, un área en la que la comunidad de mujeres está muy por encima de la media.

      Nuestras hermanas lesbianas también tienen mucho que enseñarnos sobre nuevas maneras de desarrollar el papel de la mujer como iniciador sexual. En la cultura heterosexual, a los hombres se les ha asignado el papel de iniciadores, y son educados para ser sexualmente agresivos, a veces hasta la exageración. En el mundo en que las mujeres se relacionan sexualmente con otras mujeres, rápidamente se hace evidente que si todas nos vemos a nosotras mismas como Bellas Durmientes esperando a que venga la Princesa Azul y nos despierte, quizás tendríamos que esperar cien años.

      El estilo de coqueteo de las mujeres —cuando la timidez no se interpone— tiende a ser directo, con respeto por el consenso, y rara vez resulta intrusivo o agresivo, porque muchas mujeres ya han tenido experiencia de sobra siendo violadas como para querer seguir por ese mismo camino. Las mujeres tienen preocupaciones serias sobre la seguridad y, por eso, tienden a avanzar despacio y avisar de sus intenciones. Puede que sean tímidas en los pasos de la seducción, y más atrevidas una vez que se cercioran de que son bienvenidas. Las mujeres tienden a querer un permiso explícito para cada acto en concreto, por lo que su manera de comunicarse podría servir como un excelente modelo para negociar el consentimiento.

      Nos gustaría llamar la atención sobre otra esclarecedora diferencia sobre el sexo entre mujeres. Un encuentro sexual entre dos mujeres rara vez incluye la expectativa de un orgasmo simultáneo, como mucha gente cree que debe provocar el coito pene-vagina, por lo que las mujeres se han convertido en expertas en turnarse. Las lesbianas son expertas de primera categoría en la sensualidad y las relaciones sexuales sin penetración, esas maravillosas formas de sexualidad que no se basan en la penetración con el pene. Cuando se desea penetración, se centran en qué funciona para quien la recibe. Aún está por inventar un dildo que esté obsesionado con sus propias necesidades. ¡Y puedes elegir el tamaño o la forma que más te guste!

      gays

      La comunidad masculina gay refleja algunas de las imágenes tradicionales de la sexualidad masculina de la manera más intensa. Mientras que algunos hombres gay están realmente interesados en relaciones a largo plazo y en sentar la cabeza, muchos han batido récords como promiscuos de primera categoría. Las saunas gay son el máximo referente en ambientes acondicionados para el sexo en grupo y los contactos sexuales fáciles.

      El sexo masculino gay, como regla general, parte de la presunción de igualdad de poder, sin la dinámica de dominación y negación que tan a menudo impregna las interacciones hombre/mujer. Así, los hombres no tratan generalmente de obtener el consentimiento del otro mediante la manipulación y la presión. Normalmente, la conexión se hace con un acercamiento suave, recibiendo una suave respuesta y sin necesidad de preguntar tres veces. Los hombres gay se fían mucho de su mutua capacidad para decir no, y de que eso es lo que quieren decir cuando lo dicen. Esto hace muy sencillo coquetear, puesto que nunca intentas acercarte por sorpresa y no tienes por qué ser sutil. Se acepta siempre el preguntar igual que se acepta que la otra persona diga no. Esta manera admirablemente directa y simple de aproximarse al consentimiento no podría ser más recomendable.

      Por lo general, los hombres han tenido menos razones que sus compañeras para temer la violación. Aunque sea verdad, y terrible, que hay criaturas de las que se abusa y hombres que son violados, los hombres parecen tener más confianza que las mujeres en su poder para protegerse a sí mismos. Los hombres también tienden a obtener mucho apoyo cultural por ser sexuales. Así pues, aunque el tabú de la homosexualidad puede causarle a muchos hombres gay preguntarse sobre si está bien, o si tienen algún problema u otras formas de homofobia internalizada, ello a menudo no se manifiesta en disfunciones sexuales. Los hombres gay como grupo son realmente buenos a la hora de explorar, y encontrar, qué les hace sentirse bien.

      Y son los hombres gay quienes han fijado el significado de lo que la mayoría entendemos por sexo seguro. Frente a la epidemia del sida, durante la cual mucha gente podía haberse refugiado en una visión negativa del sexo, la comunidad gay se mantuvo firme y continuó creando ambientes donde se pudiese aprender y practicar sexo excitante, creativo y más seguro.

      bisexuales/pansexuales

      A menudo estigmatizadas como «homosexuales incapaces de renunciar a las ventajas heterosexuales» o «heteros explorando su lado salvaje», las personas bisexuales empezaron a desarrollar una convincente voz propia y sus propias comunidades a partir de la década de 1970.

      Algunas personas prefieren el término pansexual en lugar de bisexual, porque no se sienten a gusto con la etimología de «bisexual», que implica que solo hay dos géneros. Nos gusta la definición de la activista Robin Ochs: «Me llamo a mí misma bisexual porque reconozco en mí el potencial de sentir atracción —romántica y/o sexual— hacia personas de más de un sexo y/o género, no necesariamente al mismo tiempo, no necesariamente de la misma manera, no necesariamente en la misma medida». Usa el término con el que te sientas más a gusto, pero admite que haya otras personas que hayan hecho una elección diferente a la tuya.

      Observar la teoría y práctica de los modos de vida bisexuales ofrece la oportunidad de explorar nuestras propias suposiciones sobre la naturaleza de la atracción sexual y romántica y nuestro propio comportamiento. Hay bisexuales que han tenido sexo solo con miembros de un solo género, pero saben que dentro de sí tienen la habilidad de conectar erótica o emocionalmente con ambos géneros,

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