Mensajes para los jóvenes. Elena G. de White
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Tendrán pruebas. De ese modo pule el Señor la tosquedad del carácter. No murmuren. Con las quejas hacen más dura la prueba. Honren a Dios con una sumisión alegre. Soporten pacientemente la presión. Aunque sean perjudicados, mantengan el amor de Dios en el corazón. “Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño. Apártate del mal, haz el bien; busca la paz, y síguela. Los ojos del Señor están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos”.37
“Guardaos de dar pasos desesperados; el día más oscuro habrá pasado si esperáis hasta mañana”. “En quietud y en confianza está vuestra fortaleza”.38 Cristo conoce la fuerza de las tentaciones y el poder de ustedes para resistir. Su mano está siempre tendida con compasiva ternura hacia cada criatura que sufre. Dice a los tentados y desanimados: “Hijo por quien he sufrido y muerto, ¿no puedes tener confianza en mí?” Y también: “Como tus días dure tu fuerza”.39
“Encomienda al Señor tu camino, confía en él y él obrará”.40 Él será para vosotros como la sombra de una gran roca en una región desierta. Dice: “Venid a mí... y yo os haré descansar”,41 con el descanso que el mundo no puede dar ni quitar.
No se puede describir con palabras el gozo y la paz de aquel que acepta al pie de la letra lo que Dios dice. Las pruebas no lo perturban, los desaires no le afectan. Ha crucificado el yo. Día tras día pueden hacerse sus deberes más abrumadores, sus tentaciones más fuertes, sus pruebas más severas; pero no vacila, pues recibe fuerza igual a su necesidad (The Youth’s Instructor, 26 de junio de 1902).
El costo de la victoria
Cristo sacrificó todo por el hombre para hacerle posible conquistar el cielo. Ahora le toca al hombre caído mostrar lo que sacrificará de su parte, por causa de Cristo, para alcanzar la gloria inmortal. Los que tienen exacta noción de la magnitud de la salvación y de su costo, jamás murmurarán porque tengan que sembrar con lágrimas, y porque el conflicto y la abnegación sean la suerte del cristiano en esta vida (The Signs of the Times, 4 de marzo de 1880).
35 Apocalipsis 2:17.
36 21 Juan 2:1.
37 Salmos 34:13-15.
38 Isaías 30:15.
39 Deuteronomio 33:25.
40 Salmos 37:5.
41 Mateo 11:28.
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El perfeccionamiento del carácter
Cristo no nos ha dado la seguridad de que sea asunto fácil lograr la perfección del carácter. Un carácter noble, cabal, no se hereda. No lo recibimos accidentalmente. Un carácter noble se obtiene mediante esfuerzos individuales, realizados por los méritos y la gracia de Cristo. Dios da los talentos, las facultades mentales; nosotros formamos el carácter. Lo desarrollamos sosteniendo rudas y severas batallas contra el yo. Hay que sostener conflicto tras conflicto contra las tendencias hereditarias. Tendremos que criticarnos a nosotros mismos severamente, y no permitir que quede sin corregir un solo rasgo desfavorable.
Nadie diga: “No puedo remediar mis defectos de carácter”. Si llegan a esta conclusión, dejarán ciertamente de obtener la vida eterna. La imposibilidad reside en la propia voluntad. Si no quieren, no pueden vencer. La verdadera dificultad proviene de la corrupción de un corazón no santificado y de la falta de voluntad para someterse al gobierno de Dios.
Proponerse un blanco elevado
Muchos a quienes Dios ha calificado para hacer un excelente trabajo, realizan muy poco porque intentan poco. Miles pasan por la vida como si no tuvieran objeto definido por el cual vivir, ni norma que alcanzar. Los tales recibirán una recompensa proporcional a sus obras.
Recuerden que nunca alcanzarán una norma más elevada que la que ustedes mismos se fijen. Fíjense, pues, un blanco alto y asciendan todo el largo de la escalera del progreso paso a paso, aunque represente penoso esfuerzo, abnegación y sacrificio. Que nada los estorbe. El destino no ha tejido sus redes alrededor de ningún ser humano tan firmemente que éste tenga que permanecer impotente y en la incertidumbre. Las circunstancias adversas deberían crear una firme determinación de vencerlas. El quebrantar una barrera dará mayor habilidad y valor para seguir adelante. Avancen con determinación en la debida dirección, y las circunstancias serán los ayudadores, no los obstáculos.
Cultivar todas las gracias del carácter
Para gloria del Maestro, ambicionen cultivar todas las gracias del carácter. Deben agradar a Dios en todos los aspectos de la formación del carácter. Pueden hacerlo, pues Enoc agradó al Señor aunque vivía en una época degenerada. Y en nuestros días también hay Enocs.
Permanezcan firmes como Daniel, el fiel estadista a quien ninguna tentación pudo corromper. No chasqueen a aquel que los amó de tal manera que dio su propia vida para expiar los pecados de ustedes. Dice: “Separados de mí, nada podéis hacer”.42 Recuerden esto. Si han cometido errores, ganan ciertamente una victoria si los ven y los consideran señales de advertencia. De ese modo transforman la derrota en victoria, chasqueando al enemigo y honrando al Redentor.
Un carácter formado a la semejanza divina es el único tesoro que podemos llevar de este mundo al venidero. Los que en este mundo andan de acuerdo con las instrucciones de Cristo, llevarán consigo a las mansiones celestiales toda adquisición divina. Y en el cielo mejoraremos continuamente. Cuán importante es, pues, el desarrollo del carácter en esta vida.
Sus mandatos son habilitaciones
Los seres celestiales obrarán con el agente humano que con determinada fe busque esa perfección de carácter que alcanzará la perfección en la acción. Cristo dice a cada uno de los que se ocupan en su obra: “Estoy a tu mano derecha para ayudarte”.
Cuando la voluntad del hombre coopera con la voluntad de Dios, llega a ser omnipotente. Cualquier cosa que debe hacerse por orden suya, puede llevarse a cabo con su fuerza. Todos sus mandatos son habilitaciones (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 266-268).
Nuestra constante dependencia
Los que dejan de sentir que dependen constantemente de Dios, serán vencidos por la tentación. Podemos suponer ahora que nuestros pies están seguros y que nunca seremos movidos. Podemos decir con confianza: “Yo sé a quién