Mensajes para los jóvenes. Elena G. de White
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No vacilen en trabajar por el Señor porque les parezca que es poco lo que pueden hacer. Hagan ese poco con fidelidad, pues Dios obrará junto con sus esfuerzos. Él escribirá en el libro de la vida los nombres de ustedes, como nombres de quienes son dignos de entrar en el gozo del Señor. Roguemos fervientemente a Dios porque se levanten obreros, pues los campos están blancos para la siega; la cosecha es grande y los obreros son pocos...
Tener ideas amplias
Los jóvenes deberían tener ideas amplias, planes sabios, para sacar el mayor provecho de sus oportunidades e imbuirse de la inspiración y el valor que animaban a los apóstoles. Juan dice: “Os escribí a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, la Palabra de Dios mora en vosotros y habéis vencido al maligno”.3 Se presenta a los jóvenes una norma elevada, y Dios los invita a emprender un verdadero servicio por él. Los jóvenes de corazón recto que se deleitan en aprender en la escuela de Cristo, pueden hacer una gran obra por el Maestro si tan sólo quieren prestar oído a la orden del Capitán, tal como ha resonado a lo largo de las filas hasta nuestro tiempo: “Portaos varonilmente, y esforzaos”.4
Ustedes han de ser hombres que anden humildemente con Dios, que permanezcan delante de él con la virilidad por él impartida, libres de impureza, libres de toda contaminación, de la sensualidad que corrompe a esta época. Han de ser hombres que desprecien toda falsedad y maldad, que se atrevan a ser veraces y valientes, que mantengan en alto el estandarte ensangrentado del Príncipe Emanuel. Sus talentos aumentarán a medida que los usen para el Maestro y serán considerados preciosos por aquel que los compró a un precio infinito. No se sienten ni dejen de hacer algo simplemente por no poder hacer algo grande; antes bien, hagan todo lo que les viniere a la mano para hacer, en forma cuidadosa y enérgica...
El llamado a alistarse
Cristo pide voluntarios que se alisten bajo su estandarte y sostengan ante el mundo la bandera de la cruz. La iglesia languidece por falta de la ayuda de jóvenes que den un testimonio valiente, que con celo ardoroso aticen las indolentes energías del pueblo de Dios, y aumenten así el poder de la iglesia en el mundo. Se necesitan jóvenes que resistan la marea de mundanalidad y eleven una voz de advertencia contra los primeros pasos de la inmoralidad y el vicio.
Pero los jóvenes que quieren servir a Dios y entregarse a su obra, deben primero limpiar el templo de su ser de toda impureza y entronizar a Cristo en el corazón; entonces estarán habilitados para poner energía en su esfuerzo cristiano y manifestarán celo entusiasta para persuadir a los hombres a reconciliarse con Cristo. ¿No quieren los jóvenes responder a la invitación de Cristo y contestar: “Aquí estoy, envíame a mí”?5 Jóvenes, pónganse resueltamente a la vanguardia, y muéstrense como colaboradores de Cristo, emprendiendo la obra donde él la dejó, para llevarla a su terminación (Review and Herald, 16 de junio de 1891).
Elementos esenciales del carácter
Dios no ordena que los jóvenes tengan menos aspiraciones. Los rasgos de carácter que dan éxito y honores a un hombre entre sus semejantes; el deseo inextinguible de algún bien mayor; la voluntad indomable; los esfuerzos arduos; la perseverancia incansable, no deben eliminarse. Por la gracia de Dios, deben encauzarse hacia fines que superen los intereses egoístas y temporales como los cielos son más altos que la Tierra (Patriarcas y profetas, pp. 651, 652).
2 Gálatas 6:7, 8.
3 1 Juan 2:14.
4 1 Corintios 16:13.
5 Isaías 6:8.
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Tratar de agradarle
El Señor tiene una obra especial que hacer por nosotros individualmente. Al ver la maldad del mundo puesta de manifiesto en los tribunales de justicia y publicada en los diarios, acerquémonos a Dios y, por medio de una fe viva, echemos mano de sus promesas, para que la gracia de Cristo se manifieste en nosotros. Podemos ejercer una influencia, una influencia poderosa en el mundo. Si nos acompaña el poder convincente de Dios, seremos capaces de conducir a las personas del pecado a la conversión.
Nuestra sencillez realizará buena parte de esta obra. No debemos tratar de ascender hasta ocupar puestos elevados, ni conquistar la alabanza de los hombres. No debiéramos tener por meta el ser superiores a los demás. Debemos tener por único blanco la gloria de Dios. Debemos trabajar con toda la inteligencia que Dios nos ha dado, colocándonos donde fluye la luz, para que la gracia de Dios pueda derramarse sobre nosotros para amoldarnos y conformarnos a la semejanza divina. El cielo está esperando otorgar sus más ricas bendiciones a los que quieran consagrarse para hacer la obra de Dios en estos últimos días de la historia del mundo. Seremos probados; tal vez debamos pasar noches en vela; pero pasemos esos momentos en oración ferviente a Dios, con el fin de que él nos dé entendimiento y avive nuestra mente para discernir los privilegios que nos pertenecen (Review and Herald, 1º de abril de 1909).
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Normas para alcanzar el éxito
“Venerar al Señor es el principio de la sabiduría”.6 Muchos de nuestros jóvenes no sienten la necesidad de ejercitar vigorosamente hasta lo sumo sus facultades en todo momento y bajo todas las circunstancias. No tienen ante la vista el temor de Jehová, y sus pensamientos no son puros ni elevados.
El Cielo entero conoce todo pensamiento, toda acción. Las acciones de ustedes podrán ser invisibles para sus conocidos, pero están abiertas a la inspección de los ángeles. Los ángeles tienen la comisión de servir a los que se esfuerzan por vencer todo hábito malo y mantenerse libres de las artimañas de Satanás.
Fiel integridad
No se da la importancia que se debiera al poder que los pequeños actos malos, las pequeñas inconsecuencias, tienen en la formación del carácter. En la Palabra de Dios se nos revelan los principios más grandiosos y elevados. Nos son dados para fortalecer todo esfuerzo en favor del bien, para gobernar y equilibrar la mente, para inducirnos a aspirar al logro de una norma elevada.
En la historia de José, Daniel y sus compañeros, vemos cómo la áurea cadena de la verdad puede ligar a la juventud al trono de Dios. No podían ser tentados a apartarse de su integridad. Valoraron el favor de Dios por encima del favor y la alabanza de los príncipes, y Dios los amó y los cobijó bajo su escudo.
El Señor los honró señaladamente delante de los hombres por su fiel integridad, por su determinación a honrar a Dios por encima de todo poder humano. Fueron honrados por el Señor Jehová de los ejércitos, cuyo poder se extiende sobre todas las obras de sus manos, arriba en el cielo y abajo en la Tierra. Estos jóvenes no se avergonzaban de desplegar su verdadero estandarte. Hasta en la corte